Ciencia y Cultura


UNA OBRA HISTORIOGRÁFICA IMPRESCINDIBLE

 

La Monarquía de Felipe III. Martínez Millán, José; Visceglia, Maria Antonietta (Dirs.).  Fundación Mapfre. Madrid, 2008/2009. Vol. I: La Casa del Rey; Vol. II: La Casa del Rey; Vol. III: La Corte y Vol. IV: Los Reinos.



 
 

Los cuatro extensos volúmenes de La Monarquía de Felipe III hacen de ésta una obra con una manifiesta vocación, en el mejor sentido de la palabra, clásica, es decir, de referencia en el actual momento historiográfico y en los posteriores. Obviamente, esta magna obra pretende revolucionar las visiones tradicionales y casi canónicamente establecidas acerca de un reinado considerado menor en la historia de España, es decir, el de Felipe III.

Para dicho fin, los directores de la obra, el profesor José Martínez Millán y la profesora Maria Antonietta Visceglia, han sido capaces de estructurar la labor investigadora de un cuantioso grupo de 78 investigadores de muy diversas procedencias nacionales, aunque todos vinculados al mundo académico-universitario. De esta forma, se brinda al lector de las últimas tendencias historiográficas y metodológicas de la mano de investigadores consagrados y de jóvenes investigadores que introducen sus valiosas aportaciones fruto de las investigaciones para sus respectivas tesis doctorales. Abrumadora resulta, también, la gran cantidad de distintas fuentes utilizadas en la construcción (elaboración) de esta obra. Prueba de ello son los extensos listados de abreviaturas de archivos y bibliotecas que se encuentran al inicio de los volúmenes, entre los cuales la procedencia es, obviamente mayoritaria de Europa. En definitiva la labor organizativa y, más importante si cabe, de conferir unidad a la obra que han realizado los directores resulta sencillamente encomiable.

La estructura de la obra se organiza, acorde a la nueva metodología impuesta por los directores y sus grupos de investigación, partiendo de la Casa del Rey, prosiguiendo con el estudio de la Corte, para concluir con el análisis de los diferentes Reinos que componían la Monarquía de Felipe III. De esta manera, en el primer volumen de la obra (La Monarquía de Felipe III: la Casa del Rey) se aborda la estructura, configuración y organización de la Casa del Rey, siendo el segundo volumen un valioso apéndice documental de los servidores y oficios de la Casa Real. El tercer volumen, La Monarquía de Felipe III: La Corte, estudia las dinámicas cortesanas y sus modificaciones con respecto al reinado precedente. Por último, el volumen cuarto, La Monarquía de Felipe III: Los Reinos, analiza las relaciones entre la Corte madrileña y los diferentes reinos que componen la monarquía de Felipe III, al mismo tiempo que se abordan las relaciones con los principales centros políticos ajenos a la Monarquía: Roma, el Imperio, Inglaterra, Francia y el imperio otomano.

La obra presenta una innovación visión del reinado en las tres introducciones de los volúmenes (a excepción del segundo, en el que ya se ha comentado que se ofrece un valioso apéndice documental), a pesar de que en el cuarto, la introducción sea presentada como el primer capítulo del mismo. De esta forma, en la introducción del primer volumen, los directores de la obra (con la colaboraciones de E. Jiménez Pablo, A. Rivero Rodríguez. J. de Palacio, O. Rey y A Carrión), estudian la quiebra de la monarquía hispánica de Felipe II y la génesis de la Monarquía Católica de Felipe III. Dicho cambio se estudia partiendo del análisis del partido castellano (o castellanista), el cual rompe la concordia y el sistema de integración de Carlos V y del principio del reinado del propio Felipe II, lo que originó el resentimiento de los grupos desplazados. Este acaparamiento del poder por un determinado grupo conllevó, al mismo tiempo, el sometimiento del papado. Por consiguiente, Roma emprendió una batalla política (mediante el denominado partido papista) que fracasó, pero que resultó victoriosa en el terreno religioso. Al mismo tiempo, se dispuso repartir prebendas y gracias eclesiásticas e influencias a los nobles situados en el entorno del príncipe (el futuro Felipe III, para así ganar un sucesión a su favor), siendo estas familias: Puñoenrostro, los Cardona, el Duque de Sessa, o los Guzmán (pp. 33 y 38). Así, tras el relevo en el trono, Felipe III emprendió una renovación de oficios, despidiendo a quienes habían servido a su padre.

En el plano religioso, los conflictos presentaban dos vertientes, que al mismo tiempo se encuentran unidos: la Compañía de Jesús y el modelo religioso impuesto por Roma, utilizadas como medios de imposición de la política papal. Así las cosas, se analizan las transformaciones realizadas por la Compañía, sobre todo, en su Congregación General de 1594. Del mismo modo, "Roma mostró su discrepancia con la religiosidad que estaba implantando Felipe II se hizo a través de la nueva espiritualidad": los descalzos. Por consiguiente, la descalcés se entiende como un movimiento religioso genuinamente español, que presenta su vertiente política en el apoyo y sostenimiento de la monarquía de Felipe III, postulando un sometimiento a los intereses romanos.

Por último, se apuntan los mecanismos de gobierno de la extensa monarquía de Felipe III: mediante tupidas redes clientelares, es decir, redes no institucionales en las que el monarca actuaba como un pater familias (p. 123). Obviamente, la propia extensión de la monarquía fue la que requirió crear algunas instituciones para "como medio de poder atender a todos" (p. 127). De esta forma, y gracias también a la separación entre gubernaculum y iurisdictio, cobraron gran importancia los virreyes y las cortes virreinales, deviniendo estos en hombres de suma confianza del rey y sus cortes en fieles reflejos de la del monarca.

Como ya se ha mencionado, el Volumen I centra su estudio en la Casa Real, comenzando por el estudio de "Las Casas del Rey: la evolución de la Casa de Castilla y la de Borgoña". Las disputas entre ambas Casas, es decir, entre distintos grupos de poder y de entender la monarquía, que se encontraban latentes con Felipe II, emergieron con Felipe III. Por consiguiente, la Casa de Borgoña representó a la dinastía e impuso su sofisticada etiqueta, mientras que la Casa de Castilla impuso su preeminencia de reino principal y más poderoso de la monarquía.

Desde el segundo capítulo hasta el quinto se analizan las diferentes secciones de la Casa del Rey, comenzando por la Cámara, donde se distingue entre el servicio de la Casa de Castilla y la de Borgoña, para profundizar en el pormenorizado estudio de los cargos y servidores del entorno más restringido y próximo al monarca. A continuación se estudian la caballeriza, la Junta de Obras y Bosques, como elemento central de la Casa de Castilla, para finalizar con los guardias palatinos. El capítulo VI, "La evolución de la Casa de la Reina y de los miembros de la Familia Real hispana", se presta mayor atención a los oficios femeninos de las casas, así como dichas casas se convertían en otros centros de poder en la Corte. El capítulo séptimo aborda las características del Aposentador y del personal del aposento, de gran relevancia en un reinado en el que el rey se encontraba gran parte del tiempo de Jornadas, sin dejar de tener presente el propio traslado de la Corte a Valladolid. Para concluir el estudio de la Casa del Rey, se nos ofrece un minucioso estudio del "Gasto y financiación de las Casas Reales".

El segundo volumen, como ya se ha señalado, está compuesto por unos extensos y valiosos apéndices. Primeramente se nos brinda una lista alfabética de todos los servidores de la Casa de Felipe III, complementada con una biografía de los mismos. Obviamente, la extensión de dicha biografía se halla en dependencia directa de la importancia y relevancia política de la persona en cuestión. Seguidamente, se ofrece un listado de los servidores ordenados por oficios. A continuación, se presentan las nóminas de la Casa de Castilla, para concluir con la relación de los servidores de la Casa de la Reina Margarita de Austria, así como las Ordenanzas de dicha casa.

El Volumen III, que lleva por subtítulo La Corte, comienza con una introducción de Martínez Millán en la que formula los contenidos del presente volumen y el siguiente. Para ello replantea la decadencia de la monarquía, vista tradicionalmente como consecuencia de una crisis productiva, es decir, de factores meramente económicos. En este sentido, a una crisis económica que imposibilita mantener un extenso imperio, le sobreviene una larga crisis política (marcada por el gobierno del valimiento) que explicarían la decadencia de la monarquía. Sin embargo, el autor apunta que existen otros factores también determinantes que nos permiten reformular la supuesta decadencia de la monarquía. Dichos factores, que serían religiosos, culturales, teológicos e, incluso políticos, que explican, al unísono con la introducción primera el paso de la monarquía hispánica de Felipe II a la monarquía católica de Felipe III. Por consiguiente, la supuesta paz propugnada desde la monarquía, que sería el hecho sustancial para marcar el inicio de la prolongada decadencia, es vista por Martínez Millán como una paz promovida desde Roma, pues vela por sus intereses.

Con estas premisas, este volumen se estructura en torno a los canales de transmisión del poder y su flujo dentro de la Corte. Así las cosas, se comienza analizando la figura del monarca y la reina, empezando por su educación, que en este caso, al igual que con Felipe II, el rey recibió una educación castellana, al mismo tiempo que caballeresca, artística, literaria y lúdica. Seguidamente, en el Capítulo II, "El favorito del Rey", Patrick Williams se centra en el estudio del Duque de Lerma, centrándose en los orígenes del propio valido, sus acciones de gobierno, las redes que lo apoyaban, así como las severas críticas que recibió, que coadyuvaron a su caída, en un momento en el que el valido ya estaba más preocupado por su nuevo status eclesiástico: el cardenalato.

"El sistema polisinodial" se titula el capítulo III. En él se analiza la institucionalización de las redes de poder que mantenían unida la monarquía. Partiendo del análisis del Consejo Real, es decir, el principal consejo de gobierno y antiguo consejo de Castilla, se continúa estudiando los diferentes consejos, comúnmente denominados temáticos. El estudio de los consejos territoriales corresponde a Manuel Rivero Rodríguez, quien apunta que la Corte también era una proyección mundial de la extensión de la monarquía (incluso algunos de ellos, como Aragón o Italia, se presentaba como un microcosmos dentro del macrocosmos de la monarquía, dado que reflejaban el mismo esquema de agregación e integración de los diferentes reinos que los componían), puesto que allí convergían los consejos y embajadores de los distintos reinos. Así, con el retorno de la Corte a Madrid, podemos hablar de un proceso de visibilización de la monarquía de las naciones mediante el afloramiento de las fundaciones de cada una de las naciones en la ciudad Corte. En el capítulo IV, Santiago Martínez Hernández, estudia el contrapeso, en términos de poder, que supusieron todas las familias tituladas de los diferentes reinos a la política y gobierno del valimiento, a partir de las redes clientelares que estas mismas familias pudiesen extender.

Los siguientes capítulos, el V y el VI, están dedicados al arte y a la literatura en el ámbito cortesano. Así las cosas, Magdalena de Lapuerta centra su estudio en la importancia de los objetos artísticos como elementos e instrumentos de las relaciones diplomáticas, forjándose el coleccionismo como una moda en la Corte de Felipe III, que sus nobles y otras cortes europeas fueron imitando. El estudio de la literatura presenta tres vertientes diferentes. Por una parte, Antonio Rey Hazas describe el Madrid de principios del siglo XVII, donde convergieron los mejores literatos de la época. Por otro lado, Jesús Bravo Lozano, estudia la relación entre el arbitrismo y la picaresca, a partir de un minucioso comentario de las obras más importante del período. Por último, Eduardo Torres Corominas, analiza el papel desempeñado por la novela morisca. Los dos últimos capítulos del Volumen III, están dedicados a la "Política y Finanzas" y al papel de los Arbitristas en la monarquía de Felipe III.

El extenso Volumen IV, Los Reinos, considero que no puede ser objeto de un comentario tan detallado como los anteriores debido a que requeriría un propio libro para ello. El primer capítulo del volumen, "Una monarquía de Casa Reales y Cortes virreinales", es realmente una introducción al mismo. En ella, Manuel Rivero Rodríguez plantea que el enorme conglomerado de reinos se articuló en torno a las Casas Reales, integrándose así en el todo de la monarquía. De esta manera, existían diversos poderes que confluían siempre en el monarca. Así, los Consejos, que residían en la Corte, eran el propio reino representado en Madrid. Por otra parte, el poder de los virreyes fue en aumento en este período, aumentando sus cortes virreinales a imagen y semejanza de la del rey católico, ya que el rango del territorio quedaba marcado por el del virrey (y viceversa). Por consiguiente, esta visión nos permite comprender realmente cuál fue la política de centro-periferia que llevó a la práctica la monarquía.

Los siguientes seis capítulos del volumen analizan los distintos reinos que componen la Monarquía de Felipe III y sus relaciones con la Corte de Madrid. Seguidamente, se estudian las relaciones entre diversos territorios que no componen la Monarquía, pero que, dada su relevancia política en la época, fueron elementos de disputa o colaboración con ella. Así, se comienza por la Italia no española, con la Corte papal como centro de poder fundamental del momento de cara al gobierno de la Monarquía. A continuación, se atiende a las relaciones con la Europa septentrional y central en la época de la llamada "pax hispanica" y, por último, se analiza la constante y continua amenaza turca y las relaciones de "amistad" con la lejana Persia.

En definitiva, La Monarquía de Felipe III se presenta ante nosotros como una obra historiográfica valiosísima y, casi podríamos aseverar, imprescindible. La nueva visión del reinado que nos ofrece la convierte en una obra de referencia, dado que la sólida base argumentativa se sustenta en minuciosa trabajo de archivo y biblioteca, que se refleja en las numerosas citas de la obra. Así, entiendo que el carácter de clásico con el que comenzaba calificando a esta obra, es decir, que será obra de referencia desde este mismo momento de su publicación, se halla más que justificado.

Marcelo Luzzi
UAM/IULCE