Ciencia y Cultura


UNA NUEVA PROPUESTA FRENTE A LA CRISIS GLOBAL

 

En defensa del decrecimiento. Sobre capitalismo, crisis y barbarie. Taibo, Carlos.  Editorial Los libros de la catarata. Madrid, [2009]. 158 páginas.



 
 

El trabajo que nos presenta el profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid Carlos Taibo aspira a divulgar una propuesta que ha encontrado notables apoyos entre sectores del movimiento ecologista a medida que los costes sociales y ambientales del "modelo" de crecimiento económico ilimitado vigente bajo el capitalismo se han hecho cada vez más patentes.

En efecto, desde las corrientes críticas hacia ese imaginario dominante en nuestras sociedades se ha ido postulando la necesidad de cuestionar conceptos como "crecimiento", "desarrollo" e incluso fórmulas que se prestan a la confusión cuando a esos términos se añade el adjetivo "sostenible". Para el autor, siguiendo a Serge Latouche y Paul Ariès entre otros, fenómenos como el cambio climático y la crisis energética justifican con mayor razón la urgencia de un giro radical en el paradigma civilizatorio que llegue a poner en primer plano la necesidad de una transición hacia la sociedad del "decrecimiento". Este implicaría "reducir la producción y el consumo porque vivimos por encima de nuestras posibilidades, porque es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales" (página 71). Ese objetivo se resumiría en 6 pilares: sobriedad y simplicidad; defensa del ocio frente al trabajo obsesivo y, con ella, del reparto del trabajo; triunfo de la vida social frente a la lógica de la propiedad y del consumo ilimitado; reducción de muchas de las infraestructuras productivas, de las organizaciones administrativas y de los sistemas de transporte; rotunda primacía de lo local sobre lo global; y, en fin, políticas activas de redistribución de los recursos en provecho de los desfavorecidos y en franca contestación del orden capitalista imperante (pp. 74-78).

Esta tesis es ilustrada por un análisis crítico de la globalización capitalista y de las amenazas que suscita en un momento histórico de crisis global como el actual. El recurso a aportaciones como la de Naomi Klein le llevan incluso a temer que el capitalismo se aproveche de las turbulencias, catástrofes y explosiones de malestar social que pueden surgir en el futuro para ir configurando un "universo concentracionario" que tendría en la cultura del "miedo", como denuncia Bauman, su apoyo en la minoría acomodada del Norte. Por eso considera necesaria una reactivación de los movimientos de contestación, ya que "pese al miedo y la sumisión que las autoridades desean crear, muchas gentes están dispuestas a escuchar mensajes radicales que hace bien poco quedaban rápidamente en el olvido" (p. 137).

Taibo es consciente de que las objeciones a la propuesta de "decrecimiento" vienen no sólo de los defensores de la "religión" del crecimiento económico ilimitado sino también de sectores del propio movimiento antiglobalización y, particularmente, de países del Sur. Por eso se esfuerza por matizar al respecto sosteniendo que "si por un lado sería absurdo reclamar políticas de decrecimiento en lugares en los que la pobreza es lacerante (...), por el otro nada sería más inconveniente que defender en esos lugares una repetición de los desafueros que han marcado el crecimiento históricamente registrado en el Norte rico" (p. 86). A pesar de ello, no es suficientemente convincente en esta argumentación, ya que un término que no puede ser bien entendido por la mayoría del planeta -que vive en el Sur- difícilmente puede ser operativo a la hora de ofrecer una salida global. Otra crítica adicional sería la relacionada con la coyuntura actual de tendencia al estancamiento económico, muy distinta de la fase de crecimiento económico vivida anteriormente, ya que haría más difícil para sectores sociales afectados por la crisis la asunción de ese nuevo imaginario.

Más allá de los reparos al término con que se argumenta esta propuesta, no cabe duda que en los países capitalistas "avanzados" sí se debería plantear la necesidad de una transición socio-ecológica que condujera no sólo al abandono progresivo de los combustibles fósiles sino también a un decrecimiento efectivo de los intercambios de materias entre la humanidad y el planeta: en resumen, consumir menos energía y reorientar la producción hacia la satisfacción de las necesidades básicas de la humanidad. Esto debería conducir también a cuestionar determinadas respuestas a la crisis actual, como la que tiene que ver con la obstinación en seguir estimulando un "modelo" de transporte que, mediante el desarrollo de grandes infraestructuras por carretera, el fomento del transporte ferroviario de alta velocidad y las ayudas estatales a la fabricación y compra de más coches privados, no hace más que contribuir a agravar el cambio climático.

Nos encontramos, por tanto, con una obra que, bien escrita y argumentada, ayuda a entablar un debate que en países vecinos como Francia e Italia se inició hace ya varios años y que ha generado, además, movimientos a escala principalmente local que aspiran a prefigurar ese cambio de paradigma por el que apuestan.

Jaime Pastor
UNED