Ciencia y Cultura


AMAR, HISTORIAR EL ARTE

 

El descubrimiento del arte español. Cossío, Lafuente, Gaya Nuño. Tres apasionados maestros. Portús, Javier y Vega, Jesusa.  Prólogo de Nigel Glendinning. Nivola Ediciones, Tres Cantos (Madrid), 2004. 156 pág.


La apasionada biografía de tres grandes historiadores del arte


 
 

"Qué es la historia del arte y cuál es su objeto de estudio", se preguntan los autores al comienzo del libro. Sin embargo, esa cuestión primera va transformándose entre las páginas. Qué hace de un historiador del arte tal y, sobre todo, cómo puede convertirse en modelo para las generaciones siguientes, termina por ser la clave de lectura última. O al menos una de las claves, pues el lector se halla sin duda frente a un libro inteligente, de estrategias. Parece claro que Portús y Vega no sólo incitan reflexiones, sino que ofrecen respuestas clarificadoras, en especial si tenemos en cuenta que aquello que se podría llamar la "autobiografía de la historiografía del arte español" -la historia de nuestros historiadores escrita desde dentro- sigue siendo uno de tantos relatos pendientes.

Por este particular resulta oportuno el libro que, camuflado bajo la apariencia de un trabajo divulgativo, encierra en realidad una investigación concienzuda. Y pese a todo, pese a no abandonar el rigor y la seriedad de los cuales hacen gala en sus trabajos Portús y Vega, se trasluce entre las páginas de los Tres apasionados maestros, cierta pasión que no corresponde sólo a los biografiados. En ese territorio compartido se produce el desplazamiento, porque esta rigurosa y científica biografía de tres historiadores clave en el panorama español -utilísima para los especialistas también- termina por impregnarse de un regusto autobiográfico que, en tanto que historiadores del arte apasionados, comparten los autores.

Este podría ser el segundo gran argumento que aborda el trabajo. No sólo es imprescindible la pasión obsesiva en este oficio de historiador, sino que a través de estas tres figuras clave -Cossio y su labor educativa, Lafuente y su puesta en marcha de un embrionario trabajo de comisariado y Gaya Nuño, máximo representante del "historiador como escritor"- Portús y Vega proponen tres modelos que reenvían a buena parte de los caminos en la actual disciplina, poniendo en evidencia, desde el contexto contemporáneo, la modernidad de los maestros, su cualidad de pioneros.

De hecho, si Cossio, Lafuente y Gaya Nuño hubieran vivido en otro momento u otro país, si no fueran el producto de una época incapaz de recordar porque nunca olvidaba -sabemos que hemos olvidado cuando volvemos a recordar-, serían unos modelos a seguir, como esta biografía hace patente. Pero nuestra historia del arte -como tantas otras disciplinas- carece de modelos institucionalizados, en parte debido a la exclusión de algunos protagonistas a través del exilio o del alejamiento de puestos clave por cuestiones ideológicas; y en parte debido a la maniobra de escamoteo que esa oficialidad partidista ejerció durante demasiado tiempo. Por eso también es relevante la aportación del libro en tanto recuperación de la memoria histórica, restitución del lugar que a cada uno le corresponde en el entramado del tiempo. No obstante, se podría rescatar una última reflexión: quizás ese alejamiento de lugares oficiales de "responsabilidad" en un determinado momento histórico dio a los protagonistas una mayor libertad de acción. Quizás -o sobre todo- al margen es posible convertirse en esos historiadores del arte contemporáneos y apasionados que ejemplifican los Cossio, Lafuente y Gaya Nuño y, además Portús y Vega.

Estrella de Diego
Universidad Complutense de Madrid