La protección del medio ambiente es una de las preocupaciones de la ciudadanía. Las políticas medioambientales tratan de establecer protocolos a favor de la conservación del planeta, con el fin de mitigar los efectos del cambio climático sobre la Tierra, pero es necesaria la colaboración de toda la sociedad para fomentar unas conductas sostenibles.
Nuestro estilo de vida implica el consumo de grandes cantidades de papel, metales, materia orgánica y envases de metal, plástico o vidrio. Tras su utilización, estos se convierten en residuos que, hasta hace poco, terminaban invariablemente en el cubo de la basura. Esta forma de actuar resulta insostenible.
Reducir el consumo en la medida de lo posible, reutilizar todo lo que pueda ser útil y contribuir a reciclar todos los materiales que sean reciclables está al alcance de todos. Si se aplican estas buenas prácticas, gran parte de los residuos serán reciclados.
La exposición "LAS TR3S R. Reducir, reutilizar y reciclar" explica el proceso de transformación de cuatro tipos de residuos domésticos (vidrio, papel, envases y materia orgánica) y de un residuo industrial (cobre), con el objetivo de concienciar sobre lo valiosos que resultan los pequeños cambios en los hábitos.
Vivimos en una sociedad de consumo basada en la explotación y el uso indiscriminado de los recursos naturales. Cada día se fabrican miles de productos que en muchísimos casos no tienen más que unos pocos minutos de vida útil, y después son desechados como residuos. El tratamiento que se les da a esos residuos no siempre es el adecuado, y cuando limpiamos, simplemente estamos moviendo la basura de un lugar a otro, pero no estamos resolviendo el verdadero problema. Limpiar no basta. Debemos ir mucho más allá, y para eso podemos recurrir a la denominada estrategia de las tres R.
Reducir. ¿por qué ?
Los niveles de consumo de bienes en el llamado primer mundo son totalmente desorbitados, y los recursos naturales, fuente primaria para la fabricación de nuevos productos, no son ilimitados, así que tarde o temprano no serán suficientes para satisfacer la demanda. Si todo el mundo consumiera como nosotros, se necesitarían tres planetas para producir los recursos necesarios... y solo tenemos uno.
Además, los bienes consumidos suelen terminar su vida útil convertidos en residuos. Por tanto, a mayor consumo, mayor producción de residuos.
Hoy en día, cada uno de nosotros produce cada semana una enorme cantidad de residuos:
3,2 kg de materia orgánica
1,8 kg de papel y cartón
1,4 kg de envases ligeros
1,6 kg de residuos no reciclables (rechazo)
0,6 kg de vidrio
En total, en una ciudad como Barcelona se generan cada año más de 850.000 toneladas de residuos.
Reutilizar: Muchas vidas para un mismo objeto
Cada vez estamos más acostumbrados a usar y tirar. Nos parece mucho más práctico utilizar pañuelos de papel que andar con uno de tela, que hay que lavar cada poco. Y un envase vacío es un objeto carente de utilidad, destinado a ir a la basura, sin pensar que tal vez pueda convertirse en un portalápices, o en la materia prima para un juego infantil.
Son dos ejemplos de cómo productos ya usados se pueden reutilizar para llevar a cabo la misma función u otra diferente.
Reciclar: El primer paso separar los residuos
No todos los residuos son iguales. Dependiendo de sus componentes, es distinto el tratamiento al cual deben ser sometidos unos y otros, con el fin de apro-vechar las partes útiles, produciendo así materia prima para la fabricación de nuevos productos, o para desecharlos definitivamente causando el menor impacto posible al medio ambiente. De acuerdo a la naturaleza de los desechos, éstos se deben clasificar en seis categorías distintas: cinco de las cuales corresponden a cinco contenedores diferentes (identificados con un color) y la sexta, a los Puntos Limpios.
