Ciencia y Cultura


LA BOMBA INCREÍBLE. FABULACIÓN

 

La bomba increíble. Fabulación Salinas,  Pedro.

Prólogo de Andrés Soria Olmedo

Viamonte, Madrid, 1997.

 
 
 
 

EL AUTOR

Pedro Salinas es sobradamente conocido como uno de los miembros fundamentales de la generación del 27, en cuyo ámbito fue el gran poeta del amor. Pero fue también un brillante ensayista y un muy interesante narrador, que cultivó el relato en Víspera del gozo (1926) y El desnudo impecable (1951), y transitó el universo novelesco en este libro que hoy comentamos, La bomba increíble (1950). La obra hay que insertarla en la fecunda producción del destierro del autor, quien en una suerte de vertiginosa carrera contra el tiempo, pues moriría aún joven, abrumado por la tragedia española y universal, que exigía una respuesta de humanista, trazó varios brillantes ensayos críticos y de índole general, compuso diversas piezas teatrales, escribió tres libros de poemas, un relato y esta fábula que el autor llamó <<fabulación>> y no novela en atención a su rigurosa concepción del género novelesco, circunscrito para él a la novela de raíz burguesa. Como <<fabulación>> entroncaría con el roman philosophique ilustrado; de hecho, se cita el Candide de Voltaire como una de las lecturas que hace el Regente. Pero más concretamente enlaza con las novelas de ciencia ficción o contrautopías de la literatura anglosajona, que cabe cifrar en títulos como Un mundo feliz, de Aldous Huxley (1935) y 1984, de George Orwell (1949), que sin duda Salinas conocía.

 
 

RESUMEN ARGUMENTAL

Henos situados quince años después de la última guerra mundial, en un país occidental que ha hecho del beligerante antibelicismo, conforme al dicho latino de Si vis pacem para bellum, uno de sus signos esenciales de identidad. Un país regido por un Monarca de transición, el Regente, que ha establecido el Estado Técnico Científico, el ETC, que garantiza todas las necesidades de sus habitantes y vive en una democracia civilizada y pacífica. Muestra de la cual es la Acrópolis de la Paz, un formidable museo que guarda la memoria de todas las armas empleadas por el hombre y por el ETC en su <<dinámica de paz>> para <<defender>> la paz, que se encuentra ubicado en la denominada Rotonda de la Paz.

Un día, en ese museo aparece un extraño artefacto, una misteriosa bomba, cuya elucidación comienza a causar estragos, hasta que un día el científico máximo del país, enloquecido, la acuchilla, y entonces la bomba se expande poblando el país entero de lamentos y gritos tan atroces que la gente enloquece y el ETC debe organizar su evacuación. Solo una pareja logra frenar los efectos de la bomba: una pareja de disidentes, señaladamente ella, que salva el mundo abrazando la bomba <<para abrazar lo que no se entendía, lo que a todos puso en pánico y ella fue a buscar, en amor: lo que sólo por abrazo se podía salvar>>. Capaz de entender el sufrimiento, ser solidario con la humanidad que padece, solo el amor salva el mundo. Todo esto acontece después de páginas desbordantes de sátira y comicidad, en las que se ponen en tela de juicio los valores crematísticos, empresariales, burocráticos, técnicos y científicos de una sociedad en apariencia desarrollada.

 
 

VALORACIÓN

La bomba increíble es una de las escasas expresiones del roman d´anticipation de nuestra narrativa contemporánea, a la que ha perjudicado sin duda el crédito de su autor como poeta. Pero La bomba no fue un capricho; se nutrió de las preocupaciones humanísticas del autor, horrorizado, como muchas mentes preclaras del momento, ante el futuro apocalíptico que abría el descubrimiento y utilización de la bomba atómica; Salinas escribiría sobre este asunto el gran poema <Cero>>, que se abre con estos versos: <<Invitación al llanto. Esto es un llanto, / ojos, sin fin llorando, / escombrera adelante, por las ruinas / de innumerables días. / Ruinas que esparce un cero –autor de nadas,/ obra del hombre-, un cero, cuando estalla>>. En su gran poema El Contemplado había trazado Salinas un retrato impecable de la sociedad tecnificada y, por consiguiente, deshumanizada.

Ambos asuntos confluyen en La bomba, aunque Salinas le da una vuelta de tuerca al ingenio atómico para convertirlo en un depósito, peligroso, eso sí, del sufrimiento humano. Que quien resuelve el conflicto sea una creyente abre el horizonte de interpretaciones de la novela hacia la necesidad de una vaga religiosidad y parece trascender el mero alegato contra la técnica. Además, a diferencia del 1984 de Orwell y de Un mundo feliz de Huxley, el universo de Salinas no es un universo autoritario, donde las autoridades ejercen férreo control de los más diversos planos de la vida Ello lo hace más coetáneo, más inmediato, más real o realista: las cosas –viene a decirnos el autor—pueden ser definitivamente horribles sin revestir perfiles monstruosos o irreales. El jefe del Estado mismo es un príncipe culto y amable, que lee buena literatura, aunque ésta haya sido, como tal literatura clásica, proscrita de la ciudad y los niños deban leer Alicia en el país de la tecnocracia.

El mensaje de la <<fabulación>> es nítido: sólo el amor, el que encarna la pareja de disidentes (ella se llama, por vía simbólica, Cecilia Alba: música y esperanza), puede salvar a la humanidad <<abriendo vía, con el vértice de sus corazones, al sueño de una humanidad donde el morir jamás le viniese al hombre de mano de hombre: sólo de la voluntad de la Muerte. Hacia un mundo sin el ¡ay! de Abel>>.

La bomba es una extraordinaria novela, aunque el autor no la calificase así, y merece ser valorada con el máximo nivel, al lado de las grandes creaciones de Orwell, Huxley o Bradbury.