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Responsables:
Rosa M.A Ros
Miguel Cabrerizo
Adolf Cortel
Paco Gallego
Rafael García Molina
Manuel Hernández
José A. Martínez Pons
Jesús Matos
Antonio Serrano
Carlos J. Sierra
Centro:
Real Sociedad Española de Física
Fuente: VII Feria Madrid por la Ciencia 2006
Dirigido a: Público en general
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Introducción
Ampliar la formación cultural de las personas es uno de los objetivos de la RSEF. Esto se lleva a cabo mediante experimentos fáciles que permiten mostrar conceptos físicos, de una forma sencilla y amena.
La RSEF impulsa la física en el ámbito de la divulgación y la enseñanza, particularmente a través de «Ciencia en Acción», programa organizado por la RSEF, la RSME y la FECYT.
Desarrollo
El dolor que produce un objeto contra la piel depende de la presión
que ejerza. La cama de clavos es ideal para demostrar cómo al repartir
el peso de una persona entre muchos clavos, cada uno ejerce una
presión menor que la correspondiente al umbral del dolor y no se notan
molestias.
La cama de clavos que se presentó en el stand medía 1 × 2 m2 y estaba cubierta de clavos
equidistantes (≈2 cm).
Por el principio de acción y reacción, la fuerza que ejerce una persona apoyada sobre un
conjunto de clavos es la misma que la que los clavos ejercen sobre la persona. La fuerza
que cada clavo ejercerá sobre la piel de la persona es igual a su peso dividido entre el número
de clavos sobre los que reposa; cuantos más clavos haya, menos fuerza hará cada uno
sobre la piel. Una persona distribuye su peso (≈700 N para un adulto) entre unos 6000 clavos
cuando está acostado. La fuerza ejercida por cada clavo sobre la persona vale ≈0,1 N;
tomando 1 mm2 como la superficie efectiva de la punta del clavo, la presión ejercida sobre
la piel vale 105 Pa. Este valor equivale aproximadamente a la presión atmosférica, con la
cual convivimos a diario sin que nos cause dolor.
¿Qué hizo el visitante?
Cada persona pudo llevarse un «certificado», que se colocaba entre su cuerpo y los clavos de la cama, en el que quedaban marcadas las perforaciones de los clavos (para que no hubiera duda de si estaban afilados). Se puede subir una persona sobre la que está acostada, lo cual duplica la presión ejercida por los clavos, pero esto tampoco ocasiona molestias serias a la persona acostada.
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