Fecha
Autor
H. D, Thoreau, edición de Antonio Lastra, traducción de Antonio Fernández Díez y José María Jiménez Caballero. In Itinere. Editorial digital, Oviedo, 2012. 256 páginas

Escritos sobre la vida civilizada.

UNA REVELADORA Y NECESARIA EDICIÓN DE LA OBRA DE THOREAU<br />&#13; &#13; Reseña realizada por Fernando Vidagañ Murgui<br />&#13; Universidad de Valencia

      El autor de Walden empieza diciendo que pretende jactarse con tanto brío como el gallo encaramado a su palo por la mañana aunque sólo sea para despertar a sus vecinos. La figura del gallo es una evocación genuinamente socrática. Inmediatamente después, Thoreau -aunque no de cualquier manera- dice que, cuando escribió las páginas que componen la obra, vivía solo en los bosques ganándose la vida con el trabajo de sus manos. "Ahora -añade- soy de nuevo un residente en la vida civilizada." Teniendo en cuenta que, según las instrucciones del propio autor, los libros se han de leer tan deliberadamente como fueron escritos, ¿podríamos entender que la escritura de Walden -o del conjunto de la obra de Thoreau- constituye su salvoconducto para volver de nuevo a la vida civilizada? ¿En qué sentido?

      El Seminario Martínez Marina de Historia Constitucional de la Universidad de Oviedo ha publicado Escritos sobre la vida civilizada, a cargo de Antonio Lastra, que reúne el conjunto de ensayos que tradicionalmente se agrupan bajo el nombre de "escritos políticos" de Thoreau. Se denomina a otro grupo "escritos sobre la naturaleza" y Walden está entre ambos o ambos están en Walden.

El ensayo central de Escritos sobre la vida civilizada es 'Desobediencia civil'. En las páginas centrales podemos leer: "Bajo un gobierno legítimo que encarcela injustamente, el verdadero lugar para el hombre justo también es la cárcel". No podríamos pensar que Sócrates escribió estas palabras, puesto que no escribió nada, pero podríamos leerlas en la Apología de Sócrates que escribió Platón. Es importante entender correctamente el concepto de "desobediencia civil". No denota desobediencia a secas. La desobediencia civil es obediencia a "leyes superiores", concepto que da nombre a uno de los capítulos de Walden. Se trata de una aspiración a una vida superior, a "vivir de acuerdo con principios superiores". La desobediencia a las leyes de la ciudad sería obediencia al Dios del que nos habla Sócrates. 

      En ¿Qué es Ilustración? , Kant usa la expresión "mundo de lectores" como una de las claves de una sociedad ilustrada. En ese mundo o ciudad de palabras, la publicación de Escritos sobre la vida civilizada de Thoreau supondría un acontecimiento de primer orden. 

      Diez ensayos más acompañan a 'Desobediencia civil' y, junto al prefacio, completan la obra. El prefacio, escrito por Antonio Lastra, nos da todas las claves de lectura de la obra de Thoreau salvo una, que no puede darse sino sugerirse y que es la clave de la "comunicación central" que pretende Thoreau con sus lectores y de la tarea de los buenos educadores. Walter Benjamin dijo: "Convencer es estéril"; Emerson, "la educación sólo puede ser endógena". Emerson añadiría que el secreto del genio es impedir que ninguna ficción exista por nosotros y honrar siempre toda verdad por medio del uso. El verdadero poeta -dirá en el ensayo sobre Shakespeare- tiene el mundo como pedestal. Esa sería una de las claves a la hora de leer las obras que han sido escritas con la ayuda de lo que se ha denominado "escritura constitucional", que contienen una lectura para filósofos y otras para los no filósofos y que, desde Thoreau o Emerson, podríamos rastrear hasta Platón. 

      En el primer ensayo, titulado 'El servicio', Thoreau alaba la valentía y el dinamismo del genio, la energía y el trabajo incombustible ligado al poder vital de la juventud, en un sentido no cronológico. En el segundo ensayo, titulado 'El paraíso (para ser) recuperado', a partir del comentario de un libro de J. A. Etzler, señala la importancia de la escritura y la lectura para ampliar nuestra perspectiva y no sucumbir a la naturaleza, sin que nuestro trato con ella sea grosero ni mezquino, considerando las ventajas y desventajas de la ciencia. Nos dirá que tener éxito en solitario primero, para disfrutar juntos nuestro éxito después, será el medio de nuestra recuperación. No podemos entender "éxito" en un sentido monetario o material dicho en boca de alguien que nos dice que, cuando se vio esclavo de limpiar a diario una piedra que tenía en su escritorio, la tiró por la ventana horrorizado. El éxito del que habla Thoreau sería el fin de vivir conforme a leyes superiores: que saludemos al día y la noche con alegría y la vida desprenda una fragancia como las flores y las hierbas aromáticas y sea más dúctil, más estrellada e inmortal. El tercer ensayo está dedicado a Nathaniel P. Rogers, heraldo de libertad, que al frente de un periódico con ese nombre luchó vehementemente contra la esclavitud. Pese a decirnos que la prensa en general es basura, Thoreau elogia la tarea que llevó a cabo Rogers por la causa abolicionista, además de su humor y su estilo nativo de Nueva Inglaterra, aunque sus piezas estuvieran incompletas. Thoreau consideraría en una carta enviada a The Liberator que en Wendell Phillips podríamos descubrir una especie de principio moral e integridad tremendamente estables. No es casualidad que en el primer parágrafo estén en cursiva las palabras oírle, poder, salido y entraban. El quinto ensayo, sobre 'Thomas Carlyle y sus obras', está dedicado principalmente a la importancia de la escritura para crear un mundo que habitar y para establecer una comunicación con el lector que será sincera en el caso de que la escritura y la lectura sean filosóficas. Además, señala la importancia de Carlyle como un escritor muy poderoso a la hora de construir mundo, que ha añadido, en su obra Cartas y discursos de Oliver Cromwell, un capítulo a la historia de Inglaterra; aunque escriba más por talento que carácter, aunque sea un hombre religioso, un hombre que nos fuerza a actuar más que a pensar. 

      Los ensayos posteriores a 'Desobediencia civil' están en su mayoría dedicados a John Brown, abolicionista que llegó a cortar cabezas de esclavistas en América. Después de criticar la esclavitud en Massachusetts y poner de relieve que no hacen falta políticos, sino hombres honrados que reconozcan una ley superior a la Constitución o la decisión de la mayoría, nos habla en tres ensayos sobre John Brown, el hombre de fe. John Brown se crió cerca del ejército y acabó aborreciéndolo. Thoreau nos dice que Brown decidió que no tendría que ver jamás con ninguna guerra a no ser que fuera por la libertad y que tenía el coraje de enfrentarse a su propio país cuando el país se equivocaba, después de graduarse en la gran "universidad del oeste" y practicar su humanidad en Kansas. Nos dice que fue un trascendentalista, un hombre de ideas y principios. No cedía ante los caprichos sino que cumplía el propósito de una vida, decía la pura verdad y comunicaba su decisión, que ni siquiera había erigido una imagen política entre su Dios y él. Para Thoreau, Brown era un hombre superior que no valoraba su vida en comparación con los ideales, elevándose de la política a la región de la verdad y la humanidad. Nos dice que aunque fuera el peor de los más viles asesinos, en conformidad con su decisión, resultaba un espectáculo sublime y convertía a todos los demás en criminales. Thoreau mismo nos dice que el único gobierno que reconoce es el poder que establece la justicia en la tierra y que la alta traición, cuando se comete para acabar con la tiranía, tiene su origen en el poder que recrea eternamente al hombre. 

      En las páginas finales de la obra podemos leer: "Aunque admitiéramos que los americanos se han liberado de un tirano político, seguirían siendo esclavos de un tirano económico y moral". La libertad política sólo sería un medio para la libertad moral. "Sólo amanece cuando estamos despiertos".

      La lectura de las obras de Thoreau puede hacer que sus vecinos se despierten, que se nieguen a trabajar en la granja de Maggie -como diría el thoreauviano Dylan- y puedan elegir por sí mismos ser buenos ciudadanos y malos súbditos. Thoreau puede enseñarnos a habitar las cosas y a reunirnos para compartir lo mejor de nosotros mismos en lugar de exigir que nos arreglen lo peor. El salvoconducto de Thoreau para volver a la vida civilizada permite que la edición de sus obras acerque la posibilidad de que lleguemos a ser buenos vecinos.


www.unioviedo.es/constitucional/seminario/books/In_Itinere_01-Thoreau_Escritos_Vida%20civilizada.pdf

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