• Ojos humanos(gregorio marañón)

      Tenía unos ojos oscuros,
    cejas espesas, bajas, que daban una sombra buena
    a su luz confiada.
    Nacía ese destello
    y no diríais que era luz de un niño.
    Allí, en su origen, con pureza tanta.
    pero cuando llegaba a los hombres
    aquella luz había
    hecho un duro viaje; milagrosamente limpia aún
    mas en largo transcurso.
    Su rayo había crecido entre la muerte,
    entre crudas u horribles agonías,
    entre el nacimiento y el llanto,
    entre la risa hermosa de los sanos,
    y había viajado extensamente, con detenciones tris-
        tes,

  • Oda a la tipografía

    Letras largas, severas,
    verticales,
    hechas
    de línea
    pura,
    erguidas
    como el mástil
    del navío
    en medio
    de la página
    llena
    de confusión y turbulencia,
    Bodonis
    algebraicos,
    letras
    cabales,
    finas
    como lebreles,
    sometidas
    al rectángulo blanco
    de la geometría,
    vocales
    elzeviras
    acuñadas
    en el menudo acero
    del taller junto al agua,
    en Flandes, en el norte
    acanalado,
    cifras
    del ancla,
    caracteres de Aldus,
    firmes como
    la estatura
    marina
    de Venecia
    en cuyas aguas madres,
    como vela

  • Oda al libro (i)

    Libro, cuando te cierro
    abro la vida.
    Escucho
    entrecortados gritos
    en los puertos.
    Los lingotes del cobre
    cruzan los arenales,
    bajan a Tocopilla.
    Es de noche.
    Entre la islas
    nuestro océano
    palpita con sus peces.
    Toca los pies, los muslos,
    Las costillas calcáreas
    de mi patria.
    Toda la noche pega en sus orillas
    y con la luz de día
    amanece cantando
    como si despertara una guitarra.
    A mí me llama el golpe
    del océano. A mí
    me llama el viento,
    y Rodríguez me llama,
    José Antonio,
    recibí un telegrama
    del sindicato Mina

  • Cosmonauta del sueño

    Cosmonauta del sueño, velozmente
    crucé por tu deseo
    sin dejar huella, sin captar tu imagen.

    Vastedad del espacio
    para tan raudo vuelo.

    No pude retenerte. Pero te hurté un beso.
    Y cuando acariciaste mis cabellos
    llovieron tanta música tus manos,
    que te hubiera bebido
    como una hostia,
    hasta purificarme
    de todo pensamiento.

  • Thomas robert malthus

    Cuando el estómago ladra, la boca no dice nada.
    En la miseria, poca es la letra. Del hambre sólo sabemos
    lo dicho con panza llena: bien poco es en consecuencia.

    El más feliz de todos: en verano remaba un poco, en invierno
    patinaba en la charca del pueblo. Y en cincuenta años
    jamás le vi perder los estribos un solo instante
    .

    Mofletudo, comodón, negó con firme voz la felicidad.
    ¿La suya? No: la Felicidad. Una nueva idea, que ya no lo era
    entonces en Europa: ya no habrá guerra, ni crímenes,

  • Al movimiento

    A TI, donaire alado, forma en vuelo,
    Raudo volumen que la luz reanima
    y en el movible espacio determina
    la paralela sombra de su anhelo.

    A ti, persecución, múltiplo en celo,
    círculo en fuga, aljaba y jabalina;
    rebelión de lo extático y divina
    dinámica arcangélica del cielo.

    A ti, soplo contrario a lo imposible,
    perpetua agilidad, tallo flexible,
    sangre en tensión, feliz musculatura.

    La vida de la vida es promoverte.
    Tu victoria, la muerte de la muerte.
    A ti, libertador de la Pintura.

  • Canción de la rueda hidráulica

    1

    Los poemas épicos nos dan noticia
    de los grandes de este mundo:
    suben como astros,
    como astros caen.
    Resulta consolador y conviene saberlo.
    Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
    siempre ha sido, ay, más o menos igual.
    Suben y bajan, pero ¿ a costa de quién?

  • Asi se escribe la ciencia(homenaje a kepler)

    Así soñé yo la verdad
    KEPLER

    Kepler miró llorando los cinco poliedros
    encajados uno en otro, sistemáticos, perfectos,
    en orden musical hasta la gran esfera.
    Amó al dodecaedro, lloró al icosaedro
    por sus inconsecuencias y sus complicaciones
    adorables y raras, pero, ¡ay!, tan necesarias,
    pues no cabe idear más sólidos perfectos
    que los cinco sabidos, cuando hay tres dimensiones.
    Pensó, mirando el cielo matemático, lejos,
    que quizá le faltara una lágrima al miedo.
    La lloró cristalina: depositó el silencio,