Fecha
Fuente
madri+d
Autor
Leticia Sala

“Es fundamental visibilizar nuestro trabajo para inspirar a más niñas a elegir carreras vinculadas a ciencia y tecnología y a más mujeres a emprender”

Entrevista a Arancha Martínez, la española galardonada con el EU Prize for Women Innovators 2020

Con 24 años tenía claro que cambiar el mundo era posible. Por ello, en 2008 se embarcó en un viaje a India con un objetivo claro: ser parte activa del cambio. Así nació it-willbe.orgTras su formación en empresariales y relaciones internacionales en ICADE (Madrid) y CESEM (Reims, Francia) y su experiencia profesional en marketing estratégico y en finanzas (Merrill Lynch) en Paris y Dublín, decidió aprovechar sus competencias para aplicarlas al sector social. Como resultado de ello, dos integraciones institucionales dentro del sector y algunos reconocimientos y premios (entre ellos, el Premio Ciudadanos 2015 en el ámbito de los Derechos Humanos, el Premio Princesa de Girona Social 2018 y recientemente, EU Women Innovators 2020 de la Comisión Europea). Firme creyente de que la tecnología puede maximizar el impacto de los proyectos sociales, en 2017  lideró la creación de PPa-People's Protection App para introducir la biometría más avanzada en el sector social para visibilizar y proteger a menores en situación de calle en países de desarrollo (proyecto galardonado con el Premio Connecting for Good de Innovacion de la Fundación Vodafone 2017, Generación de COTEC 2018, Global Champion en los World Summit Awards 2019, GoODS! de Pacto Mundial 2019 , Tecnlogía Humanitaria 2019 de Cruz Roja y Unicef DemoDay 2020). En 2018 co-fundó ComGo, un proyecto apasionante para los que creemos que la tecnología blockchain va a revolucionar el sector social, aportando la trazabilidad y transparencia que necesita para transformar la sociedad y construir juntos el mundo justo que queremos todos.

Arancha, acabas de ser galardonada con el EU Prize for Women Innovators 2020, un premio financiado por el programa de investigación e innovación de la UE Horizonte 2020, por “combatir la pobreza a través de la innovación tecnológica, brindando apoyo a mujeres y niños vulnerables”. ¿Qué supone este reconocimiento?

Es un reconocimiento a 12 duros años de pasión, perseverancia y determinación. Mi trabajo pretende generar un cambio sistémico en un sector muy complejo. No sólo aportar innovación tecnológica en ayuda humanitaria, sino innovar en nuevas maneras de relacionarnos entre sectores, cambiar la mentalidad de los financiadores, acercar la solidaridad y la eficiencia (la filantropía y la inversión). Ha sido muy difícil sobrevivir estos años y he estado a punto de tirar la toalla muchas veces por desgaste, por sentirme remando sola muchas veces, por ver el reto excesivamente grande. Este reconocimiento es sin duda una muestra de que mi trabajo tiene sentido y es importante. Con lo cual, aunque en el fondo no siento que lo merezca porque aún no he conseguido todo el impacto que quiero conseguir, sí es cierto que creo que merezco este empujón después de tanto esfuerzo y que, sin duda, el empujón me ayudará a generar el impacto que deseo.

Estudiaste empresariales y has trabajado en banca de inversión. ¿Cómo y por qué decidiste dar el salto al tercer sector?

No fue una decisión meditada. Fue la propia vida la que me obligó a hacerlo a través de una vivencia personal. Viajé a India en 2008 con el objetivo de cooperar a través del voluntariado unos meses. Pero la vida me puso delante la pobreza más absoluta (niños y niñas solos en las calles de Delhi, expuestos cada día a mafias de explotación laboral, sexual, tráficos de órganos, etc). Una vez conoces esta realidad y te adentras en ella es imposible no sentir que debes hacer algo. Sobre todo cuando de repente te das cuenta de que eres una afortunada, que lo tienes todo y que no es justo porque esta vida es una lotería. Entonces sientes una responsabilidad enorme, sabes que tienes que aprovechar esa suerte para cambiar el mundo, hacerlo más justo. Ese dolor que sentí cuando me di cuenta de golpe de lo injusto que es este mundo y esa sensación de responsabilidad, unido a que realmente creo que es posible cambiarlo, es lo que me motivó a emprender un viaje nuevo precioso y luchar por acabar con la pobreza a través de la innovación.

Háblanos de tu ONG Itwillbe: Cómo surge, cuál es su objetivo, situación actual, etc.

Itwillbe es una ONG pequeña, pero con proyectos muy grandes. Surge para cubrir un hueco que encontramos en el sector, que es empujar la innovación tecnológica, hacer que la solidaridad sea más eficiente y que como sector cumplamos nuestra misión de acabar con la pobreza. Aunque apoyamos proyectos concretos de protección de infancia y de empoderamiento y empleabilidad de mujeres (principalmente en India, que es desde donde la fundé), la realidad es que cada vez estamos más centrados en invertir nuestro esfuerzo y recursos en proyectos innovadores que puedan tener un efecto multiplicador para los proyectos que apoyamos y también en proyectos de otras ONGs. Un ejemplo de ello es que dos ONGs (una de Senegal y otras de Sierra Leona) ya están adoptando nuestra tecnología de identificación y protección de niños de la calle, inicialmente desarrollada para un proyecto de Don Bosco que apoyamos en India.


Esa sensación de responsabilidad, unido a que realmente creo que es posible cambiarlo, es lo que me motivó a emprender un viaje nuevo precioso y luchar por acabar con la pobreza a través de la innovación

Nuestro reto actual es conseguir nuevos socios y donantes que crean que este trabajo es necesario. Personas y entidades que sean positivas como nosotros y estén convencidos de que si innovamos y apostamos por nuevos modelos y formas de trabajar en el ámbito humanitario, realmente podemos contribuir enormemente a que el mundo sea más justo.

Después fundaste junto a Manuel Hurtado una plataforma blockchain para el tercer sector: ComGo.io. ¿En qué consiste y qué puede significar para una ONG utilizar Blockchain en sus proyectos?

En 2017 Manuel Hurtado (que además es miembro de la Junta Directiva de Itwillbe desde hace años y que ha sido uno de los grandes donantes de nuestra entidad estos años, además de considerarle mi mejor mentor por su tremenda visión y capacidad de innovación) me habó de blockchain por primera vez. Él estaba cursando un programa de Fintech en el MIT y me propuso ayudarle a hacer su capstone project sobre cómo blochain podía generar una disrupción enorme en el sector social. El proyecto resultó ser seleccionado como el mejor del curso y sus profesores nos impulsaron a crear lo que hoy es ComGo, una start-up que tiene como misión acelerar la adopción de esta tecnología en el ecosistema de impacto (que no solo incluye ONGs, sino administración pública, fondos de impacto, RSCs de empresas, etc porque al fin y al cabo el impacto social es parte de la estrategia de todos). Desde 2018 llevamos trabajando muy duro y hemos realizado ya varios pilotos con entidades muy relevante, incluido Naciones Unidas, para desarrollar el primer ecosistema digital para la gestión, medición y comunicación de impacto social, donde la tecnología garantiza la transparencia y permite que cualquier interacción entre personas y organizaciones para el bien común quede registrada en blockchain, de manera inmutable y pueda ser consultada en cualquier momento. Por ejemplo, un donante puede entrar y consultar en tiempo real el destino de su donación a un proyecto. Pero no sólo eso, también puede consultar el impacto de las acciones financiadas y, en poquito tiempo (aún tenemos que desarrollar algunas funcionalidades clave), descargarse su informe de impacto y tener un CV social en la red.

La irrupción del coronavirus en nuestras vidas el pasado mes de marzo se ha traducido en más de medio millón de expedientes temporales de regulación de empleo en nuestro país y limitaciones en los desplazamientos y cierre de fronteras en el extranjero. ¿Qué impacto tienen en el tercer sector todas estas medidas?

La pandemia ha supuesto para el tercer sector mucho más trabajo (las necesidades se multiplican, así como el número de beneficiarios de ayudas) y los recursos son más escasos (menos riqueza, menos donantes). Pero no sólo para el tercer sector. Ahora mismo cualquier de nosotros puede (o va a) necesitar ayuda. Y el estado no va a poder con todo. La responsabilidad ciudadana va a ser más importante que nunca, así como la solidaridad entre nosotros. Y en mi opinión, va a ser necesario ordenar todo esto si queremos salir de esta profunda crisis como país. Lo de “saldremos juntos” en mi opinión se convierte en mucho más que un lema. Es una realidad. Y creo que hay que impulsarlo desde la administración pública. Hay que incentivar la responsabilidad social de empresas y también de ciudadanos rápidamente, incluso premiarla, quizás incluso con incentivos fiscales en un futuro. Para ello precisamente en ComGo estamos trabajando en implementar tecnología para incrementar la transparencia en procesos que sirvan en todo esto. Porque para todos, pero sobre todo para la administración, la transparencia es clave y nuestra tecnología ha sido desarrollada precisamente con este propósito.

¿Crees que la especial situación que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia por COVID-19 ha acelerado o va a acelerar la disrupción tecnológica del tercer sector en España?

Totalmente. Porque ya no hay más remedio. La pandemia ha puesto de manifiesto que no estábamos preparados como sector para trabajar de manera digital (dentro de lo que es posible hacer en digital, por supuesto). ¡Cuántas ONGs hemos pensado estos meses en qué pena no haber tenido desarrollado a tiempo un determinado proyecto que teníamos en mente! En nuestro caso, por ejemplo, llevábamos tiempo dando vueltas a cómo hacer llegar micro pagos a través de móvil. Qué útil hubiera sido estos meses para hacer llegar donaciones para alimentos básicos a slums donde trabajamos, por ejemplo.

Desde ComGo, y con apoyo de muchísimos agentes clave del sector social como la AEF, Fundación Lealtad, Fundación Botín, pero también agentes del ecosistema de impacto como Ship2b, CREAS, UnLtd, Open Value, B Corp, Ashoka, Bolsa Social, Bridge for Billions y, por supuesto con la ayuda de IBM, pusimos en marcha en tiempo record www.stopcovid.io. Es una plataforma desarrollada con nuestra tecnología de blockchain de ComGo para poner en común necesidades sociales derivadas de la crisis con recursos disponibles. Entidades sociales y ONGs con potenciales donantes y empresas, para, en un entorno de confianza, poder colaborar con tranquilidad y al mismo tiempo tener una experiencia de colaboración digital nueva, saber qué se está haciendo en todo momento con los fondos, conocer el impacto de las acciones. Ha sido un experimento de digitalización exprés. Lógicamente no ha tenido un impacto enorme como nos hubiera encantado, porque precisamente el sector necesita acelerar no sólo la adopción de la tecnología, sino entender su potencial y generar los cambios dentro del sistema adecuados para realmente cambiar la manera de trabajar, que es lo que hace falta. De nada sirve poner en manos de gestores de impacto una herramienta si no la entienden todavía o si los sistemas no permiten sacar lo mejor de la misma. Pero en ello estamos. Mi trabajo ahora mismo no consiste únicamente en desarrollar tecnología con propósito, tecnología humanitaria o tecnología que pueda contribuir al bien común. Mi trabajo, y quizás más difícil pero importante, es acelerar el cambio sistémico necesario el sector social, contribuir a un modelo de gestión de impacto más riguroso y eficiente y quizás pasa por contribuir a una disrupción del propio modelo socioeconómico.

¿Qué dificultades te has encontrado en tu trayectoria como emprendedora? ¿Sientes que has tenido que sortear más obstáculos por ser mujer?

Mi mayor obstáculo ha sido siempre la financiación. Siempre me he encontrado en tierra de nadie. La filantropía en España no financia I+D. Así como es fácil entender que un proyecto de investigación para encontrar una vacuna fracase, parece que buscar soluciones a grandes problemas como el registro de bebés, la situación de niños en las calles o la trata no es algo en lo que no se puede arriesgar desde la solidaridad. El donante en España prefiere un destino más tangible y directo, quizás más asociado a caridad. Tener la certeza de que tus 10€ han “llegado”. Totalmente respetable. Pero en mis 5 años viviendo en India os aseguro que muchos miles de euros “llegaron” a su destino íntegros, y sin embargo tuvieron un impacto muy bajo en la vida de las personas. Mis proyectos sin embargo requieren capital paciente, suponen mucho riesgo. Aunque el potencial impacto es altísimo. Pero cuando he intentado acercarme a inversores, tampoco suelen encajar porque aún no hay suficientes inversores de impacto en España que apuesten por startups tecnológicas como las nuestras.


Mi trabajo es acelerar el cambio sistémico necesario el sector social, contribuir a un modelo de gestión de impacto más riguroso y eficiente y contribuir a una disrupción del propio modelo socioeconómico

Como mujer seguramente ha sido y sigue siendo más complicado que si fuera hombre. Sobre todo, en entornos tecnológicos. Pero hay claramente cada vez más apoyos a la mujer e iniciativas para visibilizar nuestro trabajo y creo que es fundamental, sobre todo para inspirar a más niñas a elegir carreras vinculadas a ciencia y tecnología y a más mujeres a emprender. Estos premios de la Comisión Europea son un gran ejemplo de ello y ha sido espectacular conocer el trabajo del resto de finalistas. Si hay algo que todas tenemos en común, y lo extrapolo a muchísimas otras mujeres emprendedoras que conozco en nuestro país, es nuestra pasión por transformar a través de nuestras innovaciones. Ese para mi es el principal argumento para fomentar que más mujeres emprendan y tengan éxito. Porque creo que aportamos muchísimo bien a la sociedad y al planeta.

¿Cómo has vivido los meses de confinamiento con cuatro hijos a tu cargo y cómo afrontas esta nueva normalidad?

Mi vida con 4 hijos, la ONG y la startup lleva siendo un caos bastante tiempo, y la conciliación ha sido quizás el mayor reto en mi vida en los últimos años. Pero efectivamente el confinamiento ya ha sido un auténtico máster de gestión del tiempo. Sin ayuda en casa, con un bebé, 3 niños dando clases online y tratando de impulsar una disrupción importante “aprovechando” la pandemia como oportunidad para darle un buen empujón al proyecto, puedes imaginarte mi día a día. He sobrevivido gracias al magnífico trabajo en equipo con mi marido y con mis compañeros de trabajo. Y gracias a que somos unos afortunados. La verdad es que con las noticias que me llegaban a diario de mis compañeros de la ONG en India, solo podía pensar en lo privilegiada que era de tener un techo donde confinarme y poder mantener mi trabajo.

Mi nueva normalidad es de hecho completamente nueva. La pandemia nos ha empujado a trasladarnos a un pueblo en Alsacia, a un entorno más tranquilo para los niños, cerca del campo, menos poblado para poder mantener mejor el distanciamiento social y tener mejor calidad de vida. Podría haber sido en España, pero decidimos que quizás era el momento adecuado para vivir fuera, algo que siempre habíamos querido experimentar con los niños, aprender idiomas, crecer a nivel cultural y, muy importante, cerca de algunos ecosistemas de impacto social de centro Europa que creo que me ayudarán a impulsar nuestros proyectos, sobre todo ahora que contamos con el apoyo de Naciones Unidas y a través del Premio también de la Comisión Europea. En definitiva, afronto la normalidad con responsabilidad y al mismo tiempo con más ganas de seguir contribuyendo al desarrollo social, pues ahora este trabajo es más que nunca necesario.

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