Estas pautas a seguir son el resultado de un proyecto de investigación sobre la Base de Datos de Investigadoras y Tecnólogas de La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT)
Madrid, 15 de diciembre de 2020. La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) lanza una Guía práctica para su uso por parte de las instituciones y cuyo propósito es aumentar la presencia de mujeres en la comunicación y divulgación de la ciencia.
La guía es el resultado de un proyecto de investigación desarrollado por AMIT sobre la Base de Datos de Investigadoras y Tecnólogas creada por AMIT en el año 2018 y que cuenta con más de 3.200 investigadoras y tecnólogas inscritas. Este proyecto, financiado en parte por FECYT, ha permitido conocer las razones por las que las mujeres encuentran más dificultades para participar en este tipo de actividades.
El proyecto, dirigido por Joaquina Álvarez Marrón y en el que han participado Ana Guil, Sara Vera, Concepción Mimbrero y Victoria Toro se ha desarrollado a lo largo de 18 meses y ha contado con el asesoramiento de seis expertas: Flora de Pablo, Francisca Puertas, Marta Macho, Eulalia Pérez Sedeño, Patricia Fernández de Lis y Pampa García Molina. En él se ha analizado la composición social de la base de datos: a qué áreas de conocimiento pertenecen mayoritariamente las investigadoras inscritas y cuáles están infrarrepresentadas; qué experiencia profesional tienen estas mujeres y si acostumbran a hacer comunicación y/o divulgación de su trabajo científico.
La gran mayoría de las inscritas en la Base de Datos pertenece al área de ciencias exactas y naturales (50%), una cifra que duplica a la siguiente, las ciencias médicas y de la salud (23%). Las inscritas de las otras tres áreas corresponden a algo más de un tercio del total. En ciencias sociales y jurídicas hay un 10%; en arquitectura e ingeniería un 9% y en arte y humanidades un 7%.
Sobre la frecuencia con la que hacen alguna actividad de divulgación, alrededor del 5% no divulga nunca. Los porcentajes de investigadoras que divulgan ocasionalmente y con frecuencia están en los dos casos por encima del 45%. Se observa una tendencia a dedicar menos esfuerzo a la divulgación en las áreas de conocimiento experimentales y tecnológicas, en las que los porcentajes de las investigadoras que no divulgan nunca y las que lo hacen ocasionalmente son mayores que los correspondientes a las investigadoras de las ciencias sociales y las humanidades. En particular, el porcentaje de las que divulgan con frecuencia es más alto en estos segundos ámbitos (siempre por encima del 60%) que en las primeras (siempre por debajo del 50%).
Existe una clara correlación entre la dedicación a la divulgación y la experiencia en investigación. Las que más divulgan son las de mayor experiencia. El 57% de las investigadoras con más de 20 años de experiencia divulga con frecuencia. Mientras solo divulga con frecuencia el 33% de las investigadoras con menos de 5 años de experiencia. El porcentaje aumenta progresivamente pasando por el 40% de las que tienen entre 5-10 años de experiencia y 47% de las que tienen entre 10-20 años de experiencia.
Además de este análisis cuantitativo, el proyecto realizó una encuesta para conocer las dificultades que encuentran las investigadoras para hacer comunicación y/o divulgación de sus conocimientos profesionales. A la encuesta contestaron 608 investigadoras. Sus respuestas han servido para realizar la guía que ahora presentamos:
GUÍA ÚTIL PARA AUMENTAR LA PARTICIPACIÓN DE INVESTIGADORAS EN LA COMUNICACIÓN DE LA CIENCIA
1.- Es responsabilidad de las instituciones en las que trabajan las investigadoras promover que la presencia de “expertas” en los medios de comunicación sea igualitaria. Es imprescindible la labor conjunta de las unidades de igualdad, las unidades de cultura científica y los departamentos de comunicación de estas instituciones para promover la participación de mujeres en términos de igualdad en medios de comunicación y, en general, en actividades de difusión de la ciencia.
2.- Uno de los argumentos frecuentes para la no participación de las mujeres en actividades de difusión de la ciencia es el llamado “síndrome de la impostora”. Para combatir este fenómeno, las instituciones científicas (a través de sus unidades de igualdad, unidades de cultura científica y departamentos de comunicación) deben organizar cursos de comunicación destinados específicamente a las investigadoras. Cursos que les den herramientas para realizar con soltura la comunicación y divulgación de sus conocimientos profesionales.
3.- Las bases de datos o “listas de expertas” resultan muy útiles para promover la participación de las científicas en la comunicación y difusión de la ciencia. Las instituciones de investigación científica deben promover la realización de estas bases de datos o listas de expertas en sus centros. De esta forma tendrán siempre a mano nombres de científicas cuando los medios de comunicación les reclamen la opinión de un experto para cualquier asunto.
4.- Es necesario que la actividad de comunicación y divulgación de la ciencia sea valorada en la carrera profesional. La situación actual en la que estas actividades son meramente discrecionales, penaliza a las investigadoras que, por lo general, tienen menos tiempo para dedicar a otras actividades fuera de las profesionales y los cuidados. El reconocimiento de la comunicación y la divulgación científica (a la altura, por ejemplo, de las publicaciones) dentro de la carrera profesional sería una ayuda para que las investigadoras se dediquen a ello.
5.- Para combatir la escasa dedicación de las jóvenes investigadoras a la comunicación y divulgación de la ciencia es necesario que todos los agentes del sistema de ciencia (ministerio, OPIs, centros de investigación, etc…) promuevan la realización de este tipo de actividades por canales diferentes a los medios de comunicación tradicionales: redes sociales, reuniones informales, etc… Ya que los nuevos formatos (vídeos, podcast, etc…) son más cercanos a la mentalidad de las jóvenes científicas.