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NCYT

La sorprendente flexibilidad de las tácticas de caza de los lobos

Las tácticas de caza de los lobos preparando emboscadas pueden cambiar enormemente en función de sus presas, gracias a su capacidad para aprender mediante la observación

En el primer análisis sistemático del comportamiento de los lobos preparando emboscadas, unos investigadores han descubierto que las tácticas de caza de los lobos pueden cambiar enormemente en función de sus presas. El hallazgo contradice suposiciones anteriores y demuestra que los lobos tienen una capacidad mayor de lo creído para aprender mediante la observación.

De entre los grandes depredadores, el lobo es posiblemente el que más ha sido estudiado, pero la nueva investigación demuestra la existencia de un capítulo hasta ahora desconocido en sus tácticas de caza.

Normalmente, los lobos cazan grandes mamíferos, como alces, ciervos y bisontes. Lo hacen en manada, corriendo más rápido y durante más tiempo que sus presas, lo que acaba provocando el cansancio de estas y ser atrapadas finalmente. Sin embargo, en los densos bosques boreales de Norteamérica y Eurasia, durante el verano los lobos suelen cazar castores y lo hacen en solitario.

Pero, ¿cómo puede un lobo atrapar a una presa semiacuática que pasa poco tiempo en tierra y nunca se aventura lejos de la seguridad de su estanque? Resulta que con paciencia y mucha espera.

Unos investigadores de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos y del Voyageurs Wolf Project (dedicado a estudiar a los lobos en el ecosistema de Greater Voyageurs en los bosques del norte de Minnesota) han descubierto que los lobos han desarrollado tácticas de caza de emboscada específicamente adaptadas para atrapar y matar castores.

"Calculamos que durante un periodo de cinco años nuestro equipo de investigación de campo dedicó colectivamente más de 15.000 horas-persona a observar en casi 12.000 lugares donde los lobos habían pasado algún tiempo. Gracias a este esfuerzo, acabamos documentando 748 lugares en los que los lobos esperaron para tender una emboscada a los castores pero no lo consiguieron, y 214 casos en los que los lobos sí lo consiguieron y mataron a los castores", explica Sean Johnson-Bice, coautor del estudio. Este trabajo de campo ha proporcionado una visión sin precedentes de una táctica de caza que no es la típica de los lobos.

Los castores tienen una vista extremadamente pobre, por lo que se basan principalmente en su muy desarrollado sentido del olfato para detectar a los depredadores en tierra, y los lobos parecen haber aprendido esto con la experiencia. Los investigadores descubrieron que los lobos eligen lugares de emboscada a pocos metros de los sitios en tierra firme donde los castores aparecen. Parece obvio que los lobos han aprendido que los castores no pueden detectarlos visualmente.

Además, los lobos casi siempre eligen colocarse en sitios hacia los que sopla el viento desde el lugar donde aparecerá la presa y no al revés porque son conscientes de que así evitan que los castores los huelan. Los resultados son muy claros, tal como afirma Tom Gable, coautor del estudio. Entre el 89 y el 94% de los lugares de emboscada contaban con el viento circulando de ese modo.

Cuando acechan a los castores, los lobos parecen ser sorprendentemente pacientes. Pasan periodos de tiempo considerables esperando junto a las zonas de tierra firme en las que los castores aparecen.

"Los lobos esperaron una media de cuatro horas durante cada sesión de vigilancia. Pero bastantes veces esperaron entre ocho y doce horas o más, y un lobo llegó a esperar en la maleza durante 30 horas", explica Austin Homkes, del equipo de investigación.

En definitiva, el estudio pone en tela de juicio el concepto clásico de que los lobos son únicamente depredadores de persecución (es decir, depredadores que cazan a sus presas corriendo más rápido que ellas). Por el contrario, las estrategias de caza de los lobos parecen ser muy flexibles, y son capaces de cambiar de modo de caza (entre la de persecución y la de emboscada) en función de su presa.

El estudio, titulado “Wolves choose ambushing locations to counter and capitalize on the sensory abilities of their prey”, se ha publicado en la revista académica Behavioral Ecology.

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