Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
E. Zamorano

Vida y obra de la olvidada Mary Anning: la primera mujer paleontóloga de la historia

En la localidad inglesa de Lyme Regis, la joven descubrió fósiles del ictiosaurio o del plesiosaurio

De vez en cuando emergen al presente ciertos nombres de científicos invisibles o desconocidos por el público general y que supusieron toda una revolución en su día. Talentos visionarios que lucharon contra viento y marea para hacer avanzar la comprensión del mundo y de la historia, cuyos hallazgos lograron sembrar más certezas que preguntas sobre de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Uno de esos nombres olvidados por la historia es el de la británica Mary Anning. Nacida en 1799 en la localidad costera de Lyme Regis, en Inglaterra, comenzó a coleccionar fósiles de manera autodidacta y sin ningún tipo de ayuda económica ni respaldo social, llevando a cabo descubrimientos que allanaron el camino hacia lo que entendemos por paleontología moderna. Al ser mujer y venir de clase baja, su trabajo fue pasado por alto, pero su legado pervive hoy en día en las grandes facultades de historia antigua y paleontología, pues sin su entusiasmo precoz y altruista, el mundo científico no tendría una idea tan exacta sobre la Prehistoria.

Anning empezó a ayudar a su padre con las labores de excavación y búsqueda de fósiles antiguos a la edad de seis años, tal y como relata un artículo reciente de 'Live Science'. Según diversos expertos, se cree que la muerte del progenitor fue debida a la tuberculosis y a una caída por accidente en los peligrosos acantilados buscando fósiles. Cuando sucedió, su madre se quedó viuda con dos hijos a su cargo y embarazada de un tercero.

Para empeorar las cosas, su familia no era muy respetada en el entorno en el que vivía, ya que no comulgaba con los preceptos de la Iglesia Anglicana, el credo mayoritario de Lyme Regis. Según narra la biógrafa Shelley Emling en su libro 'The Fossil Hunter: Dinosaurs, Evolution and the Woman Whose Discoveries Changed the World', las prácticas religiosas que seguían animaron a Anning a cultivarse y a aprender a leer, algo que no era bien visto entre sus vecinos.

Anning prosiguió con la búsqueda de fósiles que inició su progenitor, quizás con la esperanza de seguir vendiéndolos a los turistas y curiosos que acudían a las playas. Según Emling, unos meses después de que muriera su padre, descubrió una gran amonita, los típicos fósiles con forma de espiral que pertececían a criaturas depredadoras de la época de los dinosaurios, parecidas a los calamares. Algunas amonitas alcanzaban más de un metro de longitud, según informa 'National Geographic'. Entonces, una mujer lo adquirió por media corona, mucho más de lo que habría pensado en un principio que podría conseguir. Por tanto, lo que en un principio tan solo resultaba un 'hobbie' transmitido por su padre, ahora estaba dando sus frutos, lo que animó a Anning a proseguir en su afición.

En dicha costa, hace alrededor de 200 millones de años, durante el período Jurásico, la costa estaba repleta de vida prehistórica, según informa la revista 'Hakai'. El mar retrocedió, desvelando los sedimentos blandos que formaban el lecho marino y que permanecieron incrustrados en la tierra en forma de piedras. Más tarde, el fondo sufrió la erosión del paso del tiempo, las mareas y el retroceso del agua marina, formando picudos acantilados en los que se aposentaron los restos prehistóricos de animales de aquella época tan remota.

Un esqueleto de ictiosaurio

El hallazgo más importante de Anning fue cuando descubrió un fósil de 17 pies de largo y 60 vértebras perfectamente visilbes. Cuando trascendió a la opinión pública, la comunidad científica quedó enmudecida y por el pueblo los vecinos empezaron a murmurar que la joven había descubierto un monstruo. Por un lado, se parecía a un pez muy grande, pero también había algo en él que recordaba a los cocodrilos, como explica 'Live Science'. De ahi que lo bautizaran como "ictiosaurio", que significa "pez-lagarto". Antes, ya se habían localizado especímenes parecidos, pero el de Anning fue el primer esqueleto completo, lo que generó una gran confusión entre los científicos de aquellos años.

Sir Everard Home, un cirujano británico, describió así el hallazgo de Anning en una revista científica de 1814, obviando totalmente el nombre de su descubridora: "De ninguna forma lo considero un pez en su totalidad, en comparación con otras criaturas marinas, sino que lo veo similar a los animales encontrados en Nueva Gales del Sur". La joven paleontóloga quedó apartada totalmente del mundo académico a pesar de haber sido ella la autora del descubrimiento. El fósil lo llegó a vender a un coleccionista por tan solo 23 libras (alrededor de 26 euros), una suma de dinero que por aquel entonces bastaba para mantener a su familia alimentada durante seis meses, según reconoce la autora de la biografía. Más tarde, llegó al Museo Británico para pasar finalmente a estar en el Museo de Historia Natural de Londres, donde a día de hoy solo queda el cráneo de semejante criatura prehistórica.

El plesiosaurio

Anning no se quedó ahí ni se conformó con haber descubierto al "pez-lagarto". En 1823, según una biografía publicada por el Museo de Historia Natural del Reino Unido, descubrió el esqueleto completo de un plesiosaurio, un reptil marino extinto de cuatro extremidades. A los pocos años siguientes, en 1828, también halló el primer fósil del pterosaurio, un reptil alado que vivió durante la era de los dinosaurios. Su éxito como paleontóloga la llevó a descubrir múltiples especies de peces distintos, así como otras criaturas marinas. Junto con el también paleontólogo William Buckland estudiaron los coprolitos, las heces fosilizadas.

El año pasado Anning regresó de su olvido con la película 'Amonnite', dirigida por Frances Lee y protagonizada por Kate Winslet. A pesar de no ser tan taquillera, como es lógico debido al año en el que se estrenó, sirvió para recordar la figura de la paleontóloga británica a la que no se tomó en serio ni se atribuyó la mayoría de sus descubrimientos. Pero ahora, parece que esto ha cambiado y la ciencia busca guardarle un buen lugar en sus libros de historia. Sin ir más lejos, el descubrimiento de un nuevo tipo de ictiosaurio acontecido en 2015 y publicado en el 'Journal of Vertebrate Paleontology' fue bautizado con el nombre de 'Ichtyosaurus annigae', en honor a ella.

Anning murió de cáncer de mama con tan solo 47 años en 1847. Los días siguientes a su fallecimiento, el 'Quaterly Journal' de la Sociedad Geológica de Londres publicaba un obituario con su nombre, la primera vez que honraban a una persona que no pertenecía a la organización por ser mujer. Tras su muerte, dejó un legado cultural que puede condensarse en el popular trabalenguas que se suele enseñar a los niños ingleses en los colegios: "She sells sea shells on the sea shore", cuya traducción aproximada es "Ella vende conchas de mar en la orilla".

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