PERSEVERAMOS: Un fuerte y virtual aplauso a médicos/as, enfermeros/as, personal sanitario, en general, fuerzas de seguridad del estado y todos, TODOS, los profesionales que siguen a pie de calle, a pie del cañón, para que nosotros dejemos de hacer el indio y nos quedemos en casa con responsabilidad… Os paso un nuevo artículo publicado el pasado 26 de abril en El Cultural:
¡Suma y sigue! Otra semana de locos. Empiezo a pensar que mi sintomatología va de lo somático a lo mental y viceversa. En cuestiones de salud, no hay nada peor, ni más cruel, que la incertidumbre. Sigo con molestias gástricas que quiero –no soy experto- localizarlas en la parte alta del estómago, con sensación de quemazón, de saciedad y alguna otra cosilla menor a la que, ahora, se le une un cansancio crónico sin explicación. ¡Suma y sigue! Tras 4 visitas a urgencias sigo sin algo parecido a un diagnóstico, sin algo parecido a una prescripción –de alguna prueba clínica, se entiende-. Me recetan, de oído, un protector gástrico. A las pocas horas de ingerir la primera pastilla se recrudecen los síntomas –náuseas, sudor…-. ¡Maldita incertidumbre! ¿COVID?, ¿úlcera?, ¿Helicobacter?, ¿locura transitoria, o perpetua? ¡Suma y sigue!
Y mientras desespero, veo en televisión cosas que nadie más parece ver o, si lo hace, nadie comenta. Algo que, espero equivocarme, podría suponer un cierto repunte –ya veremos la magnitud- de nuevos casos en un par de semanas. A veces, lo obvio es lo que más desapercibido nos pasa por delante. ¿Se han fijado en la forma que tiene el personal de ofrecer las preceptivas mascarillas higiénicas a los trabajadores y clientes en algunas bocas de metro y farmacias? ¡Yo sí! Se sabe que nuestro personal sanitario es el más afectado por contagios con SARS-CoV-2 y que, al parecer, dentro de nuestras fuerzas de seguridad del estado, hasta un 25% del personal podría ser coronavirus positivo. Vaya por delante mi gratitud y sincero reconocimiento de la excelente, heroica y necesaria labor que están llevando a cabo. Esto no es óbice para que algunas cuestiones deban comentarse. En mitad del confinamiento, con el distanciamiento y obligatoriedad de NO contacto físico –al menos sin protección- decretado, todos pudimos observar cómo un oficial –no recuerdo, ni importa ahora, el cuerpo en cuestión- saludaba con un sincero y emotivo apretón de manos –y algún abrazo- a una veintena de compañeros. Todo muy emotivo, pero, si me permiten la incorrección, algo irresponsable. Algo irresponsable como la forma que están teniendo algunos funcionarios y farmacéuticos de ofrecer mascarillas a trabajadores y clientes -estoy utilizando, por comodidad narrativa, el masculino neutro-. Protegidos con guantes –falsa sensación de protección si se usa incorrectamente- he visto en innumerables reportajes en varios informativos cómo, agarrando las mascarillas como si fueran cromos por la parte de la tela –en realidad capas superpuestas de ciertos polímeros- se las ofrecían al personal, muchos también ataviados con guantes, a saber desde cuándo, quienes se llevaban la mascarilla directamente a la nariz y boca para protegerse, deben pensar; para infectarse en algunos casos, creo yo. Se dijo desde el principio de la pandemia que, si la mascarilla se usa incorrectamente, más que una protección podría constituir un vehículo de transmisión vírica. Si no la cogemos por las gomitas o con las manos o guantes limpios –el virus puede permanecer hasta 12 horas en ellos-, estamos, de todas todas, diseminando el patógeno. ¡Cuidado con estos “detalles”!

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