SOBRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO (y II)

Como hemos manifestado en la primera parte de esta entrada, nuestra postura es clara en la defensa de la provisión de servicios, y especialmente hacemos referencia a los sanitarios, desde el ámbito de la Administraciones públicas. La cuestión es si tenemos argumentos para mantener tal posición en tiempos como los actuales, en los que escasean recursos y se achaca parte de la situación al gasto provocado en la prestación de esos servicios.

Los gestores y dirigentes de las organizaciones beneficiadas por la privatización hacen suyos los argumentos de idoneidad de dar más peso al sector privado en la prestación de determinados servicios. En esta línea se han manifestado recientemente representantes de la sanidad privada (1). Según estos «la sanidad pública tiene mucho que perder si la privada disminuye su peso en el mercado», dado el efecto amortiguador y distribuidor de las presiones asistenciales. Reclaman además la utilización de sus recursos integrándolos en el sistema sanitario.

Dada la toma de posición a la que aludimos anteriormente partimos del convencimiento de que los servicios básicos, como la sanidad (o la educación, la justicia y la seguridad ciudadana), han de ser accesibles a toda la población, en igualdad y sin discriminación por razón económica. La legislación apunta en el mismo sentido. Pero además lo consideramos como una inversión sin rendimiento crematístico, y con ventajas no tangibles de forma inmediata , y muchas veces difusas. En el caso de la prestación sanitaria su oferta en condiciones de justicia se considera en los códigos deontológicos de forma tradicional. Para nosotros, por tanto, la asistencia no sólo debe realizarse en condiciones accesibles, sino que deber ser de calidad. Los males que pueden identificarse con la sanidad pública, como la demora en la atención o una menor calidad hotelera, no deben considerarse inherentes a la misma ni deberían servir de reclamo para la sanidad privada. Es decir, la atención sanitaria pública debe asumir un compromiso constante con la calidad de tal forma que la opción por otro tipo de sistema se haga en función de consideraciones ajenas a la misma.

Otra discusión es si los prestadores del servicio han de ser dependientes de las Administraciones públicas o si estas pueden delegar mediante su financiación en instituciones o empresas privadas. Creemos que, idealmente, el receptor o usuario puede sentirse atendido satisfactoriamente. Sin embargo, la naturaleza empresarial enfoca a los prestadores hacia el lícito lucro económico, lo que puede derivar en prácticas de gestión que traten de aminorar gastos o incrementar ingresos, que pueden afectar a la calidad del servicio. Este puede ser el caso de la investigación, cuyo grado de prioridad en instituciones sanitarias privadas, salvo excepciones, será escaso o nulo si no hay rédito de la misma. Por otro lado, la delegación en instituciones privadas distintas para la prestación del servicio contribuirá a la heterogeneidad del mismo, sin una unidad de objetivos, de criterios, de proyectos o de preferencias. Y algo quizás no observable directamente, intangible, pero de consecuencias poco saludables, como la ausencia de un sentimiento de pertenencia a una organización común. Esto último se manifiesta con mayor intensidad en centros donde se combina personal de distintas empresas, publicas y privadas, que conviven con distintos intereses, preocupaciones y condiciones laborales.

Son presisamente las condiciones laborales el empleado público las que han originado recelo y suspicacia, y se han esgrimido como crítica en las condiciones económicas del momento para propiciar una disminución de sus salarios. Tales condiciones no son tan ventajosas como pudiera parecer, al menos para la gran mayoría de los empleados (hemos hablado de ello en esta entrada). Pero sí que hay  que reconocer que muchas de las críticas vertidas, como las que comenta Santos Guerra (2) y exponemos al principio de la primera parte de esta entrada, tienen su base en comportamientos poco comprometidos, nada edificantes o abiertamente reprensibles de muchos empleados públicos. En cualquier caso, esto no es un mal inevitable ni connatural a los organismos o empresas públicas. Pretender o inculcar que sí lo es, es un ataque directo e interesado contra la los mismos. Congratularse con ello también. Y los ciudadanos deben saber que es responsabilidad inherente a los cargos que gestionan ese patrimonio, del que el conjunto se beneficia, hacer que los servicios públicos funcionen y lo hagan bien, aunque haya que modificar actitudes y propiciar aptitudes.

Referencias

1. Fernández R, Mate X. La convivencia del sistema sanitario público y el privado. En Diario Médico, sección Sanidad, página 6. 17 de noviembre de 2010.

2. Santos Guerra MA. El buscador de manantiales. Perfil del tutor de medicina. En Cabero Roura L. Manual para tutores MIR. Editorial Médica Panamericana. Madrid (2007). Pag 49-72.

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6 comentarios

  1. Lo público busca dar un servicio público repartiendo la riqueza generada por los impuestos a través del trabajo y los salarios, que para participar en el reparto de la tarta tienes que tener contactos políticos para ingresos medios y altos generalmente, para cobrar una miseria no necesitas la política ni conocer a nadie, hay cuatro millones de inmigrantes que están así, y entre la gente que no posee patrimonio privado del que poder vivir, la mayor parte de la población… Y lo privado busca ganar dinero dando un servicio, cobrándotelo a precio de oro, si puedes pagarlo lo tendrás, y si no tendrás que carecer de ello aunque lo necesites… Es decir, lo privado quiere beneficios y ganar mucho dinero a tu costa. Por ejemplo, están las compañías privadas de salud, que con la edad suben las cuotas, sabes cuánto pagas cuando entras, pero jamás sabes lo que vas a pagar cuando sales, de joven apenas pagas nada, y si se incrementa el uso del servicio a medida que te haces más mayor, en consecuencia te elevan las primas mensuales, hasta que no las puedes pagar, tanto que a partir de unos años avanzados, de 70 o 75 años, ni siquiera puedes contratarlos porque siempre resulta deficitario para la compañía sanitaria de seguros por el excesivo uso que hacen los usuarios del servicio. Y te pueden echar cuando quieran, vía precios, a veces sin motivo o razón.

    ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©

  2. Es evidente, que la gestión privada es más costosa y va peor que la pública, aunque digan y vendan por doquier lo contrario, al haber muchos más intermediarios que quieren cobrar del sistema, y sobre todo las empresas privadas quieren que el trabajo que tienen que realizar dos trabajadores, lo haga una solo, para ahorrar costes, y el dinero de beneficio se lo lleva el empresario porque es un negocio y para eso están, conclusión, entonces habrá personal menos preparado y menos motivado, ganando menos sueldo, en lo privado, con más desidia e ineptitud, y los caterines de los comedores escolares con la comida de peor calidad, etc… y esto no lo hace el personal de la administración. El problema de lo público es que no hay medidas para mandar al paro a los muchisimos funcionarios que una vez sacada la plaza de oposición, con cumplir el horario y hacer cuatro pijadas, se dedican vivir bien, lo que les queda de vida, con la existencia asegurada porque el cobro es vitalicio. Y si hay medidas para hacer esto, nadie las lleva a cabo porque el dinero público es de todos y de nadie en particular… Asi ninguna gestión puede ser totalmente buena, es como en las empresas privadas, que la gente que lleva muchos años y son unos perros porque lo saben, o lo sabian hasta ahora, no les podían despedir, por los altos costes del despido, ya que la indemnización era muchisimo dinero a desembolsar para la empresa… Asimismo me consta que hay muchísima gente inútil colocada a dedo en las empresas privadas, incluso más que la pública, el mecanismo de entrada es por contactos puro y duro, a las que no se les echa ni a tiros porque les colocó la dirección o los dueños del negocio, y son intocables, y no precisamente por las leyes de protección de derechos laborales. Por no hablar de quienes tienen comportamientos legalmente punibles, como algún alto directivo de banco indultado o que no fue ni juzgado. Estoy de acuerdo en que debe de haber mecanismos de motivación para mejorar el trabajo del empleo público, y de castigo por el incumplimiento de los deberes inherentes al puesto, pero generalizar en que los trabajadores de la función pública son más vagos e inútiles y están peor preparados que los de la privada, es totalmente falso, y es un tópico más que debe desterrarse… Las empresas privadas solamente dan servicios que son rentables, es decir que dan beneficios, y las públicas no necesariamente, porque está la rentabilidad social, que lo privado no lo tiene en cuenta nunca.

  3. La lucha entre lo público y lo privado enmascara la batalla por el poder y el control del dinero, vendiéndolo como servicio público. ¿Quién tiene el poder realmente? Quien controla el dinero, fundamentalmente las entidades financieras más que los gobiernos, que son las responsables de las bonanzas económicas como de las crisis. No se trata de dar mejor calidad del servicio público, ni dar libertad de elegir al ciudadano de quién quiere que le preste el servicio público, si no más bien se trata de conseguir controlar los presupuestos públicos para que cada uno pueda meter a los suyos. Cuando se transfiere dinero a una entidad privada o concertada en realidad lo que se está haciendo es transferir el poder a una persona física o jurídica privada, que decide quién está y quién no, quién cobra y quién no, y en definitiva quién vive y quién no.

    La izquierda apuesta siempre por lo público, por lo menos la más progresista, mientras la derecha por lo privado, con la justificación de que el servicio es más barato, mejor y más eficiente, pero claro, metiendo para llevarse el dinero cada uno a los suyos. Cuando se habla de salvar la educación y la sanidad pública por parte del progresismo, lo que se quiere decir es que se quiere salvaguardar una forma de repartir la riqueza pública a través de los salarios en los presupuestos, porque en el sector privado está todo en función de quien conoces y de quien eres hijo, de una forma descarada, independientemente de si estás en política o no.

    ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©

  4. Hola Juan,
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