¿Se puede frenar el Cambio Climático?

Aunque “siempre” ha habido cambios climáticos, el actual es el más rápido, y relativo a su rapidez, el más intenso de los últimos tres millones de años. No hay la menor duda de que este cambio climático no está causado por las oscilaciones de Milankovitch, ni por la actividad solar, como el de la “La Pequeña Edad del Hielo”.  No cabe la menor duda, al menos para aquellos que lo quieran estudiar con rigor, de que está causado por el aumento de concentración en la atmósfera de gases poliatómicos que absorben la radiación infrarroja que sale de la superficie de la Tierra, forzando un aumento de la temperatura de esa superficie para alcanzar un nuevo equilibrio térmico. 

El aumento de la concentración de estos gases deriva de la quema masiva, y acelerada (y que se va a acelerar aún más con la quema de carbón debida a la guerra de Ucrania) de carbono fósil en forma de carbón, derivados del petróleo y gas natural como suministradores de energía libre (útil) a partir de sus energías potenciales químicas. 

El ser humano es un ser vivo, y los seres vivos son, en última instancia, máquinas que buscan energía libre de forma  intensa y constante: No hay más que mirar una mañana temprano los aviones y vencejos volando como locos buscando alimento (energía química) y las hormigas corriendo sin parar para llevar esa energía a sus hormigueros. 

El ser humano ha buscado constantemente energía, primero mediante la caza y la carroña, luego cultivando unos, y robando lo recolectado otros. Pero la cantidad de energía que se obtenía era muy pequeña. La fotosíntesis es un proceso de muy baja eficiencia en la captura del energía solar (dependiendo de la especie, entre el 0.5 y el 2%, y esto último solo para la caña del azúcar). La razón de esto la vemos en los bosques tropicales, llenos a rebosar de vegetación porque tienen agua. Una mayor eficiencia fotosintética mataría por superproducción la vida donde hay agua, y donde no hay agua, esa mayor eficiencia acabaría con los nutrientes.  

La vida humana ha sido miserable desde su comienzo hasta mediados del siglo XIX en ciertas partes del planeta, y hasta hoy otras partes. (Los “paraísos” de Rousseau solo existían en su imaginación. Incluso en las zonas más fértiles los niños morían por desnutrición y enfermedades, y por sequías y calamidades meteorológicas periódicas).

A principios del siglo XIX, en Inglaterra, con capacidad para un transporte muy sencillo y barato, se pusieron en explotación masiva las minas de carbón. En España se intentó, pero el transporte era muy difícil y muy caro. Ahora bien, la energía que se obtiene al quemar carbono es unas 1000 veces mayor que la que se obtiene al capturar directamente la energía solar mediante la fotosíntesis, pues se quema en un día lo que la fotosíntesis produjo en 1000. De la miseria hemos pasado a la riqueza, para todos, aunque algunos no lo quieran reconocer, sobre todo los que rechazan aprender historia. La idea de un estado del bienestar era impensable antes del siglo XX.

Y este es el problema del Cambio Climático. Todos queremos un estado del bienestar, hasta hay algunos que quieren que se viva sin producir. Pero eso depende de un sistema masivo, fácil, barato y sencillo de conseguir energía, lo que hasta el momento solo lo produce la quema de carbono fósil. 

El problema es masivo. La disponibilidad de energía barata en cantidades inmensas permite distribuir los antibióticos y alimentar a los niños. El control de la población que la naturaleza ha realizado siempre mediante la mortalidad infantil (eliminando reproductores antes de la edad fértil) ha desaparecido en la especie humana. Estamos cerca de los 8.000 millones de individuos muy grandes (las hormigas pesan realmente muy poco, un humano sería equivalente a 100.000 hormigas) camino de los 10.000 millones y todos queremos un estado del bienestar similar al europeo, cuando no queremos la riqueza de los billonarios para todos. 

La energía solar se puede capturar con muchísima mayor eficiencia que la de la fotosíntesis, mediante celdas fotovoltaicas, concentradores solares y molinos de viento. La fotovoltaica tiene ahora, en forma comercial, una eficiencia del 20%, y pronto tendrá la eficiencia que se alcanza en los laboratorios del 40%. Y puede tener esas eficiencias porque no necesita agua. Toda la energía eléctrica que usamos en España se puede obtener con una superficie de un millón de hectáreas, un 2% de la superficie española, y ser instalada en los desiertos de que disponemos, nunca en zonas agrícolas. Y hoy día es muy barata. Pero, ¿cómo almacenarla para su uso por las mañanas, por las tardes y por las noches? Lo mismo ocurre con el viento y los concentradores solares. Unos 15 millones de viviendas y otros tantos metros cúbicos de oficinas, almacenes, fábricas y talleres, más 20 millones de vehículos, exigen una capacidad de almacenamiento enorme. Y a esto hay que añadir la fabricación de cemento, acero, y fertilizantes que, de momento y por varias décadas, exigen gas natural. 

En Europa somos unos 600 millones de personas. Quizás Europa podría sustituir el carbono fósil por energía solar. Quizás. En China hay 1.400 millones del personas. Pongamos que 600 tienen acceso a algo parecido al “estado del bienestar”. Hay que proporcionar esa calidad de vida a otros 800 millones de personas, y eso exige muchísima energía y muy deprisa. La situación es peor en India, en el sureste asiático, en la América por debajo del Rio Grande, y al norte de Río Grande para muchos millones de estadounidenses, en África,  aquí con la complicación añadida de que el Sahel con millones de habitantes se está desecando.

Estamos a 28 años de 2050. Para esa fecha habrá 2000 millones más de habitantes de la Tierra, que necesitarán un estado del bienestar. ¡En 28 años! Los cultivos para ese nuevo número de personas solo pueden producir alimento mediante inyecciones masivas de nitrógeno, que solo se puede obtener, de momento, con gas natural.

Se está trabajando mucho para obtener hidrógeno de forma masiva. Nos faltan catalizadores para que esa producción funcione a la velocidad que se necesita para el bienestar de unos 10.000 millones de personas (pensemos por un momento, si queremos, lo que está costando eliminar el carbono fósil en España y en Europa).

Añadamos la incertidumbre de pestes (hoy se llaman “pandemias”), plagas, guerras, migraciones, desertización y pérdida del biodiversidad. 

Ni la Unión Europea ni España introducen la incertidumbre en sus cálculos, de hecho no tenían protocolos preparados para hacer frente a esos fenómenos, y por lo que sé, a día de hoy no se han montado oficinas o instituciones que analicen los posibles problemas de los fenómenos inciertos, como los cambios meteorológicos de la situación de una Tierra, y unos Polos cada vez más calientes. Cuando llegan esos “Jinetes del Apocalipsis” las administraciones se quedan paralizadas (COVID, heladas, inundaciones, fuegos, oleajes, sequías masivas en el Sahel …). 

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2 comentarios

  1. Hay muchas incertidumbres sobre el tema, pero no se ven programas claros que pueden ayudar a mejorar ese problema que tarde o temprano nos va a terminar afectándonos.
    Saludos.

  2. No, no hay programas claros, con fechas clave, actuaciones, financiación, control, ni a niveles europeos, ni mucho menos, internacionales. Se hacen anualmente las COP, pero de ellas no sale ningún plan de actuación concreto. Así que la temperatura media global del planeta continuara aumentando, y se dispararán los fenómenos extremos, heladas, inundaciones, olas de calor, sequías, …

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