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Paisaje Mediterráneo de Montaña. Foto: Juan José Ibáñez

Se presupone que la prensa tiene como una de sus principales misiones informar e instruir al ciudadano. Y como botón de muestra os enseñamos hoy una noticia ejemplar:  Un almacén de basura debajo de los árboles. Es decir, los suelos forestales pueden considerarse vertederos. Sin embargo, el título da lugar a una nota de prensa profusa en información, alguna de la cual puede ser válida para los expertos que “sepan” leer entre líneas con cuidado y mucha paciencia. La gravedad de los documentos de esta guisa  estriba esencialmente en extraer información relevante para exponerla, fuera de contexto, de forma desordenada hasta dar lugar a una narración carente de coherencia y repleta de errores mayúsculos. Eso sí “quizás, tan solo quizás”, los investigadores consultados sean parte del problema en sus ansias por aparecer en los medios de comunicación. Por esta razón, raramente acepto entrevistas a los medios de comunicación, y en ningún caso, sin leer el borrador del artículo que duna vez redactado por el «pumillas» debe pasar a imprenta. No me extraña, ante tanto show mediático, que algunos periodistas de una TV autonómica, se sorprendieran hace poco más de un año cuando tras impartir una conferencia en una hermosa localidad de los Serranos (Valencia, España) me propusieran una entrevista televisada, a lo que conteste “bajo ningún concepto” (ya os conozco, pensaba para mis adentros). Al menos esta bitácora me permite expresar opiniones personales sin pasar por la galería de los horrores, es decir, las narraciones de los plumillas y sus consejos de redacción. Reitero que algunos datos aportados en la noticia atesoran interés, como la revegetación de la Península Ibérica, debido primero a la desertización humana del ámbito rural y finalmente a la propiciada por el abandono de tierras que estimulaba la denominada PAC (Política Agraria Común de la Unión Europea). Empero aclaremos que revegetación no resulta ser sinónimo de reforestación, ganancia de biodiversidad y menos aún de freno a los procesos erosivos. Tales aseveraciones no resultan ser el producto de mi obsesión (según algunos ortodoxos) de llevar la contraria al establishment, sino que han sido contrastadas empíricamente por otros colegas. De hecho hace un decenio reuní a varios de ellos en el Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA)  con vistas a desmontar varios de los tópicos que diez años después siguen rellenando páginas, como los de esta noticia. Las sesiones fueron magníficas, cumpliendo mis expectativas. Sin embargo, las notas de prensa resultaron ser espeluznantes, soslayando todo lo relevante y rellenando los huecos, esta vez sí, “con basura. En consecuencia, protesté a la mentada fundación, pero “ni caso”, dándome cuenta de la verdadera vocación del CONAMA, perpetuarse año tras año, en base  a una información tan llamativa y políticamente correcta como científicamente impresentable, cuando fuera necesario. Nunca más volveré a caer en su trampa. Afortunadamente guardo toda la documentación en mi Researchgate, donde podréis disponer libremente de la misma (supera las 150 páginas con creces). Tan solo basta pinchar en los palabros que hipervínculo a continuación, con vistas a poder leer lo que mostraron los expertos invitados a ambos grupos de trabajo (Biodiversidad % Patrimonio Natural y Los Suelos en Europa y su Directiva).

Sería difícil clarificar tanto error, falacias y falsas verdades vertidas en la noticia que os exponemos abajo, por lo que tan solo explicaré algunas, a modo de ejemplo. El que los bosques de clima templado oceánico (los cuales no disciernen de los centroeuropeos, craso error) almacenen más carbono que los más xéricos del mediterráneo es algo natural y bien sabido desde hace decenios, por no hablar de siglos. También reiteramos que la materia orgánica no se almacena preferentemente en los 30 cm superficiales del suelo, como al parecer apunta alguno de los entrevistados (ver nuestra categoría “biomasa y necromasa” en donde hemos abundado sobre el tema en diversas entregas). Del mismo modo, se confunden bosques, masas forestales y matorrales arbolados cuando en realidad se trata de ecosistemas muy distintos en su estructura, naturaleza y gestión potencial. Buena parte de los denominados bosques mediterráneos levantinos, son en realidad matorrales con árboles amantes del fuego (pirofíticos). Otro entrevistado defiende que deben evitarse los fuegos, cuando en realidad son parte integral de la dinámica natural en el bioma mediterráneo. La noticia menta la obtención de los biocombustibles como alternativa, siendo en realidad una quimera, mucho menos eficaz que el pastoreo tradicional, ahora escaso debido a la desertificación rural. Comparar fuera de contexto la gestión de los bosques en los países nórdicos con la que demanda buena parte de los ambientes mediterráneos deviene en otra escandalosa barbaridad, ya que por sus dispares naturalezas demandan manejos muy diferentes (craso error de la política forestal española desde el franquismo hasta nuestros días). El fuego resulta ser un elemento de gestión en los ambientes mediterráneos, como bien saben y aplican en EE.UU. Es justamente la revegetación natural, en ausencia de población campesina (abandono de tierras), la causante de muchos incendios forestales, al margen de disminuir la biodiversidad natural de numerosos paisajes ibéricos. Tampoco debemos olvidar que esa sangría anti-ambiental llamada privatización de los servicios públicos, deviene justamente en que la gestión ambiental de lugar a un alarmante deterioro de la cobertura vegetal, como ya denunció, por ejemplo uno de nuestros corresponsales, amigo, biólogo y morador de paisajes azotados por los incendios forestales en la comarca de los Serranos en Valencia, que al margen de ofrecer beneficios a las compañías privadas y (me callo….), soslaya de cualquier compensación digna a  los habitantes de las zonas afectadas (abandono de tierras = incendios forestales en muchos espacios mediterráneos).

La noticia de marras también omite que, en la Península Ibérica la cobertura edafológica resulta ser muy somera, por lo que (cuando se tienen en cuenta los dos primeros metros del perfil edáfico) suele ser usual que los suelos agrícolas almacenen más materia orgánica que los forestales. Y podríamos seguir ad nausean. Más aun, a nivel global la relación entre productividad forestal y nutrientes del suelo, resukla ser inexistente. Sin embargo, para terminar tan solo me gustaría preguntar al plumillas que redactó la noticia esta sorprendente sentencia: Esta nueva visión modifica la que hasta entonces se tenía de que la capacidad de secuestrar carbono de los bosques dependía de la concentración de hidrógeno del terreno ¿¿?? Fastuosa erudición, pero que no la alcanzo a entender, a falta de una versión de esta nota de prensa para catetos, como es mi caso.           

Resumiendo: Lo dicho ,la labor de la prensa es informar e instruir al ciudadano ¿verdad?. Empero tal frase tan solo tiene sentido si los plumillas saben de lo que hablan, rara avis cuando se inmiscuyen en materia de ciencia y o medio ambiente. Os dejo con esta execrable noticia, ejemplar para instruir en clase a los alumnos sobre el periodismo nefasto, es decir casi todo.

Debo suponer que a David García y familia no se le ocurrirá pasear los fines de semana por esos hediondos vertederos forestales, sino que transitan sobre el dulcemente mullido asfalto urbano, mucho menos sucio y peligroso para la salud. Mejor para nosotros, los amantes de la naturaleza y sus basuras.  

 Juan José Ibáñez

Un almacén de basura debajo de los árboles El país 18 abril 2012

El suelo de las masas forestales españolas acumula el carbono equivalente a 29 años de emisiones de CO2

El clima y la gestión de los bosques son clave para evitar que salga a la atmósfera

David García Vázquez17 ABR 2014 – 18:28 CET12

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Los bosques son una de las grandes defensas naturales contra la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La biomasa de la floresta (troncos, hojas, raíces, etcétera) de España almacena alrededor de 635 millones de toneladas de carbono, lo que equivale al CO2 emitido de origen antrópico, aquel que se produce por la mano del hombre, producido en el país en más de siete años. Pero, además de las plantas, el suelo realiza un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. Según un estudio publicado en la revista Biogeoscience,las tierras de las masas forestales españolas mantienen unas reservas de 2.544 millones de toneladas de carbono. Es decir, el equivalente al dióxido de carbono emitido en España en 29 años, teniendo en cuenta la media que se expulsó en el país entre 2001 y 2010.

El estudio realizado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña y la Universidad Autónoma de Barcelona, expone también las variantes que determinan la capacidad que tienen un suelo para secuestrar el carbono: el clima y el tipo de vegetación. Los terrenos de árboles de hojas perennes son menos eficaces que los bosques mixtos. Y las altas temperaturas y los bajos índices de humedad, reducen la capacidad de almacenamiento. Esta variabilidad en la capacidad de absorción del suelo dibuja un cuadro heterogéneo de la concentración de carbono en la Península. En Galicia o Asturias se acumulan más de 11 kilos por metro cuadrado. Estas comunidades representan las zonas atlánticas, con bajas temperaturas, altos índices de humedad y una vegetación más típica del centro de Europa. En el lado contrario están Andalucía, Extremadura o Murcia, en las que la media de almacenamiento no llega a los siete kilos por metro cuadrado. Comunidades más calurosas y secas, y en las que predomina una vegetación mediterránea.

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EL PAÍS

Según el último informe del IPCC, el panel de expertos de cambio climático de la ONU, la temperatura en Europa podría subir entre 1,5 y 4 grados, dependiendo del nivel de emisiones, y se reducirán drásticamente las precipitaciones. “Si aumenta la temperatura en las zonas húmedas, como Galicia, probablemente los microorganismos del suelo trabajarán más rápido, consumirán más materia orgánica, y emitirán más CO2”, explica Enrique Doblas, investigador del CREAF, que ha participado en el estudio. Doblas matiza que este primer estudio es solo una “foto fija” de la situación actual, y que aún se desconoce si el suelo forestal ya ha comenzado a emitir carbono a la atmósfera.

El suelo es el mayor sumidero del mundo, capaz de almacenar tanto carbono como la atmósfera y la vegetación. Según el investigador del CREAF, a nivel mundial puede secuestrar hasta 145 veces las emisiones que se producen por la quema de combustibles fósiles y el cambio de usos del suelo.
A pesar de la importancia de la función mitigadora del suelo ante el cambio climático, hasta la fecha solo existe un estudio en el mundo que determine la pérdida del carbono almacenado en los terrenos forestales. Entre 1978 y 2003, los suelos de Gales e Inglaterra perdieron un 0,6% del carbono, según un artículo publicado en 2005 en la revistaNature. Los investigadores británicos relacionaron, independientemente del tipo de terreno, esta reducción por el ascenso de las temperaturas, provocado por el cambio climático. Doblas añade otro factor que afecta el almacenaje de carbono: la gestión de los bosques, una de las debilidades de las forestales españolas.

Los Bosques Españoles

España tiene 27,7 millones de hectáreas de superficie forestal, de las que 18,6 millones son arboledas, lo que equivale al 66,2% de la foresta del país.

  • §  Entre 1990 y 2010, el crecimiento de la superficie arbolada de España supuso el 40% del aumento de la UE.
  • §  El crecimiento de la superficie arbolada en el país fue del 2,19% anual, mientras que la media
    del resto de países de la UE fue de 0,51%.
  • §  Desde 1975 en España hay un 130% más de árboles, llegando a los 10.074.
  • §  La tasa de aprovechamiento de los bosques en 2009 fue del 40%, mientras que en Portugal y Suecia superó el 85%.
  • §  El fuego afectó a casi 450.000 hectáreas de superficie forestal en 1994. En 2008 no llegó a 60.000.
  • §  Los bosques seminaturales representan el 93,2%. El 6,8% restante son plantaciones gestionadas de forma intensiva y plantaciones de crecimiento rápido.
  • §  La contribución de los bosques al PIB español fue del 0,9%. En Suecia pasa del 3% y en Portugal supera el 1,5%.

En los últimos años, el éxodo rural ha provocado que la superficie destinada a la agricultura y a los terrenos de pastura en España se haya abandonado dejando vía libre para el crecimiento descontrolado de la masa forestal. Entre 1990 y 2005 la superficie forestal en España creció 4,4 millones de hectáreas, y en 2010 ya abarcaban más 27,5 millones, una sexta parte del total de la Unión Europea, y solo por detrás de Suecia, según el último informe de la Sociedad Española de Ciencias Forestales. Pero a pesar del crecimiento de la masa susceptible de almacenar carbono, las arboledas españolas tienen un gran problema: solo un 10,6% tenía en 2009 algún plan de gestión, lejos del 45% o más que tienen 22 países de la UE.

Si queremos mantener este carbono debajo de nuestros pies y no emitirlo a la atmósfera, tendremos que hacer una gestión forestal y territorial a medida, que asegure la conservación de estas reservas. Tenemos que ser conscientes de que su almacenaje natural es un proceso muy lento mientras que su liberación podría acelerarse a causa de una mala gestión”, advierte Doblas, que señala la facilidad con la que el carbono podría salir del subsuelo: “La mayoría de este carbono se encuentra a menos de 30 centímetros de profundidad, por lo que si removemos la tierra este estaría a la intemperie y podría salir a la atmósfera por el viento o el agua”.

“La sociedad valora los bosques, y estos producen una gran cantidad de servicios como el mantenimiento de la biodiversidad o la fijación de carbono, pero estos no tienen un precio de mercado, y por eso no estamos dispuestos a invertir en gestión”, advierte el catedrático en Gestión Forestal Felipe Bravo.

Jordi Martínez, profesor de Ecología en la Universidad Autónoma de Barcelona, incide en la gestión como medida de prevención, pero matiza que no solo se puede buscar una que vaya encaminada a la mejora del almacenamiento de carbono. “En los lugares donde la concentración es muy alta es mejor dejar todo tal y como está; son grandes sumideros que hacen su función y sería muy perjudicial perderlos. Y en las zonas donde se almacena menor cantidad de carbono hay que tener en cuenta otros factores como es la cantidad del agua”. Martínez apunta a los bosques mediterráneos: “En estas zonas la cantidad de agua disponible es menor por lo que hay que evitar el crecimiento descontrolado de los bosques, ya que podría tener otras implicaciones negativas. Lo más racional es hacer una gestión pensando en evitar incendios, por lo que habría que reducir la cantidad de biomasa en el sotobosque y la densidad de árboles”. En los últimos 40 años el número de árboles por hectárea en los bosques ha pasado de 656 a 975.

Doblas abunda en esta idea y recuerda que el 29% de los bosques, matorrales y prados de España se han formado entre 1985 y 2004. “A diferencia de los bosques viejos, que tienen una autorregulación ecológica, los recién formados lo han hecho en zonas agrícolas abandonadas que contenían muchos nutrientes acumulados, por lo que hay gran densidad de vegetación, y, aunque esto sea bueno para la acumulación de carbono, acarrea otros perjuicios”.

Las plantas perennes son menos eficaces que las caducas

En el libroConservar aprovechando, el CREAF apunta: “Es sabido que las masas forestales acumulan CO2 atmosférico, por lo que un manejo adecuado puede potenciar este efecto sumidero, siempre teniendo en cuenta otros factores como el consumo de agua. Aunque un gestor o propietario forestal a escala local no puede enfrentarse al efecto invernadero de manera individual”, y asegura que, “una gestión adecuada debe partir de las Administraciones”.

Una tercera parte de los bosques españoles pertenecen a la Administración, sobre todo a los Ayuntamientos. “Pero son los gobiernos autonómicos los que gestionan esta parte de los montes, y depende de los presupuestos, así que ahora mismo está bajo mínimos”, advierte Pablo Sabín, de Agresta, consultoría que asesora a propietarios forestales, que además advierte de otro problema: “Los gobiernos autonómicos invierten en la extinción de incendios, pero no en la prevención, y la mayoría de gestión forestal se hace sin planes”.

El mercado de la madera ha ido perdiendo fuerza en España. Mientras Suecia aprovechó en 2009 el 90% de los nuevos recursos generados por los bosques, España no alcanzaba el 45%. La nueva Ley de Montes, que modifica la de 2003 y acaba de terminar su periodo de exposición pública, “apunta a un empeoramiento de la gestión forestal”, denuncia Manuel Tapia, responsable de bosques en Ecologistas en Acción. “El Gobierno pretende favorecer el cultivo de especies de rápido crecimiento como el eucalipto. Este tipo de gestión busca el beneficio inmediato, el dinero al momento, sin pensar en la función del bosque como mantenedor de la biodiversidad y su función como sumidero de carbono”, explica Tapia.

Galicia y Asturias acumulan más de 11 kilos de CO2 por metro cuadrado

Abandonada la tala de árboles para la producción de madera, excepto en Galicia, donde en 2012 se obtuvo más de la mitad de la obtenida en España, según un estudio de la Sociedad Española de Ciencias Forestales, una de las alternativas, que en los últimos años han surgido para que los dueños de los bosques obtengan un beneficio de la gestión de los bosques, ha sido el aprovechamiento de la leña para la fabricación de biomasa. “Hicimos una prueba de gestión de bosques para la obtención de biomasa y el resultado medioambiental fue excelente, pero el económico no. El propietario no obtuvo beneficios. Sin ayudas públicas es difícil gestionar correctamente los bosques”, señala Anabel Martínez, técnica en la asociación de propietarios forestales de Murcia, donde solo se gestionan un 12% de las arboledas.

El suelo de los bosques no es solo importante por la cantidad de carbono que es capaz de secuestrar. Marcos Fernández, miembro del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), relaciona la capacidad que tiene la vegetación de almacenar carbono y los nutrientes de los que dispone en el terreno en un artículo internacional, publicado la pasada semana en la revista Nature Climate Change.Los bosques que no están limitados por la disponibilidad de nutrientes son capaces de secuestrar aproximadamente el 30% del carbono que reciben cuando realizan la fotosíntesis. Por otra parte, los bosques que viven en suelos infértiles, con poca disponibilidad de nutrientes, son menos eficientes en el uso del carbono y solo son capaces de acumular el 6% del carbono fotosintetizado”, explica Fernández. Esta nueva visión modifica la que hasta entonces se tenía de que la capacidad de secuestrar carbono de los bosques dependía de la concentración de hidrógeno del terreno: “Por las predicciones de reducción de precipitaciones, parece evidente que los bosques de la Península perderán poder de almacenamiento.

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