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Mapa de la Erosión del Suelo por Viento en EE.UU. Fuente: Problem of Wind Erosion

En una entrevista para ScienceDaily ,el edafólogo norteamericano Nick Comerford, ofrece una valoración económica de la pérdida de recursos edáficos en USA. Según este experto, tal proceso viene a costar aproximadamente 44 billones anuales de dólares (recordar que un billón de dólares suele equivaler a los mil millones en lengua española, los conocidos millardos que aún desconocen numerosos periodistas) es decir 44.000 millones de dólares al año. Se trata del precio asignado (según una determinada metodología, que desconozco) a la  erosión del suelo de 1,7 millardos o 1.700 millones de en cada ciclo anual. Maticemos que en estos datos se incluye la subsidencia de suelos orgánicos o turberas.  La buena noticia, según el mentado investigador deviene que las prácticas de conservación de suelos llevadas a cabo durante los últimos 25 años han recudido la pérdida de suelos aproximadamente  en un 40% del mentado país. Seguidamente Comerford nos vuelve a espetar la desiderata de siempre, archiconocida por los lectores de esta bitácora. Cabe recordar aquí, que según la Unión Europea, la degradación y pérdida de los suelos en Europa cuestan a esta mancomunidad de países unos 38 billones de Euros (esta vez sí que billón  podría entenderse como billón, aunque cuesta creerlo). Obviamente ambos cálculos son distintos por ya que en USA tan solo hablan de erosión y en Europa de erosión, sellado y degradación. La cifra europea resulta ser pues muy superior a la de USA, a no ser que la noticia fuera destinada para ser consumida en EE.UU. (entendiendo mil millones por billón), en cuyo caso resultarían ser semejantes.

En cualquier caso, este tipo de valoraciones económicas me generan bastantes dudas.  Por un lado conviene que el ciudadano tome conciencia de la dimensión del problema y otra bien distinta creerse que las cifras publicadas corresponden a cálculos fidedignos. Por mi actividad laboral y profesión, hoy por hoy, no dispongo del tiempo necesario para cotejar bibliografía y elaborar unos cálculos más críticos. Ahora bien, personalmente tengo la impresión de que sumamos las cifras publicadas acerca de las pérdidas  económicas inducidas por el calentamiento climático, erosión de la biodiversidad, desastres naturales, contaminación del aire, efecto sobre la salud de la degradación ambiental, etc. etc. podríamos alcanzar cifras que superen ampliamente el P.I.B. Global. Siempre se podrá objetárseme que unos datos solapan con otros, ya que, por poner un ejemplo, los desastres naturales inducen pérdida de suelos por avalanchas, deslizamientos,  etc. Dicho de otro modo, una cifra global del deterioro o perdida de los recursos naturales no podría obtenerse mediante un mero proceso aditivo de las cifras publicadas. También seamos conscientes que los expertos de una determinada disciplina, ayudados, por una prensa que lo infla todo (más que la superinflación cósmica),  a menudo nos colocan ante el peor de los escenarios, omitiendo estos “minúsculos detalles”.

No dudo de que la humanidad se encuentra dilapidando desenfrenadamente el capital que significan los recursos naturales del Planeta. Por lo tanto, si la ciudadanía y políticos se encontraran debidamente informados tales cálculos serían a todas luces innecesarios. Sin embargo, distamos mucho de encontrarnos ante este idílico “escenario”.  Vivimos en una economía de mercado en donde la “pasta” rige el presente de la sociedad, por lo cual, y para nuestra desgracia, hay que impactar y sensibilizar la opinión de unos y de otros apelando a su “presunto” valor monetario. Francamente no me creo tales cifras, ni por altas ni por bajas, sino sosteniendo que valor de los recursos naturales es sencillamente incalculable, debido a que no disponemos de nuevos inventarios, y mil asuntos más que lo impiden. Cada cual que piense lo que quiera. Os dejo pues con la noticia (…)

Juan José Ibáñez        

Where has all the soil gone? Focusing on soil loss important to researchers

Date: June 18, 2014

Source: American Society of Agronomy (ASA), Crop Science Society of America (CSSA)

Summary: During these times of high drought and potential dust storms (or torrential rain and flash flooding), focusing on soil loss is important. Soil erosion is expensive. It costs the United States about $44 billion per year. Preventing erosion means taking care of the soil. That means protecting it with mulch and plants, not plowing on steep slopes, and maximizing the amount of water that enters the soil while minimizing the water that runs over the soil

This concrete post was driven to bedrock in 1924 in the Everglades by University of Florida staff. The soil has subsided more than 6 feet in 90 years. Luckily, the rate of soil loss has been cut in 1/2 due to best management practices.

Credit: Ramesh Reddy, University of Florida

You may hear the phrase: «We are losing our soil.» Sounds serious…but how do we lose soil? Nick Comerford, a member of the Soil Science Society of America (SSSA) and professor at the University of Florida, provides the answer.

Soil erosion is the movement of soil by wind or water, and it’s through erosion that soil is «lost.» If it is an organic soil, we also lose it by subsidence which happens when an organic soil is drained and its organic matter decomposes.

We lose about 1.7 billion tons of soil per year from just our cropland. That is a lot, but it’s better than it used to be. Over the past 25 years we have reduced soil erosion by over 40%, mainly by conservation practices such as conservation tillage, terracing, cover crops, and grass waterways. It can take roughly 500 to 1000 years to form one inch of soil, depending on the climate and the material from which soil forms.

With that in mind it is not hard to see that soil is a non-renewable resource and worth protecting. Since the soil is the source of water and nutrients for plants as well as a bioreactor to purify and filter water, it is crucial to our quality of life.

Soil erosion occurs when the soil is not protected from the elements. Remove the plants and mulch from mineral soil and things start to happen. Raindrops can break apart the soil making it easier to move it by wind and water. The water’s ability to enter the soil is reduced and more water now can flow over the top of the soil. Unfortunately, water is powerful and can carry away soil particles if it flows overland. Since water flows downhill, that’s where the soil goes once water erosion begins.

Where does the soil end up? It might end up at the bottom of a hill, or it might end up in a river or stream or in the ocean, or it might end up in a reservoir. If the soil ends up in reservoir, it limits the space for water and has to be removed by a very expensive process called dredging. If the soil dries out while it is unprotected, then wind can pick it up and move it downwind.

Organic soils can be drained. When drained, they decompose and this is called subsidence. In the Everglades area of Florida where soils have been drained for agriculture, organic soils have lost as much as five feet or more of their organic matter. Organic soils are preserved by not draining them. Letting them stay saturated with water allows them to continue to build over time.

Soil erosion is expensive. It costs the United States about $44 billion per year. Preventing erosion means taking care of the soil. That means protecting it with mulch and plants, not plowing on steep slopes, and maximizing the amount of water that enters the soil while minimizing the water that runs over the soil.

Story Source: The above story is based on materials provided by American Society of Agronomy (ASA), Crop Science Society of America (CSSA). Note: Materials may be edited for content and length.

Cite This Page: American Society of Agronomy (ASA), Crop Science Society of America (CSSA). «Where has all the soil gone? Focusing on soil loss important to researchers.» ScienceDaily. ScienceDaily, 18 June 2014. <www.sciencedaily.com/releases/2014/06/140618163922.htm>.

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Un comentario

  1. Magnífico aporte para quienes estamos preocupados por la pérdida de suelo a nivel mundial, de cara a la consecuente reducción de la capacidad productiva de los suelos.

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