UNA
ENERGÍA PELIGROSA
LA CATASTROFE NUCLEAR DE CHERNOBIL
El 26 de abril de 1986 tuvo lugar una catástrofe sin precedente
en la historia de la industrialización. El reactor nº 4 de la
central nuclear de Chernóbil en Ucrania sufría un grave accidente
con fusión del núcleo que provocó el lanzamiento de toneladas
de material altamente radiactivo a la atmósfera. La cantidad
de radiactividad desprendida es equivalente a 200 veces la que
se liberó durante los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki
(considerados conjuntamente).
Los elementos
radiactivos expulsados a la atmósfera (entre otros: iodo
131, cesio 137 y 134, estroncio 90 y plutonio 239) crearon
masas de aire contaminado: la nube radiactiva. Esta, arrastrada
por el viento, no sólo afectó a la zona próxima a la central
sino que esparció su radiactividad por casi toda Europa. La
nube radiactiva alcanzó incluso a España, especialmente a Cataluña
y Baleares.
Una parte
importante de las emisiones de radiactividad (un 25%) se produjo
en las 24 horas que siguieron a la explosión que tuvo lugar
en el reactor; el resto fue emitido en el transcurso de los
nueve días siguientes que duró el intenso incendio que se declaró.
En la extinción del fuego y otras tareas de urgencia en los
días inmediatos al accidente, intervinieron cerca de 800.000
personas (los llamados "liquidadores"). Estos, trabajaron
apenas sin protección y sin que se controlara las elevadas dosis
de radiación que recibían. Como confirman los datos proporcionados
por los Gobiernos bielorruso, ucranio y ruso, el accidente de
Chernóbil está ya cobrándose muchas víctimas entre los liquidadores.
Según
datos oficiales, más de 400.000 personas se han visto forzadas
a dejar sus hogares. Otros muchos centenares
de miles no han sido evacuados por falta de presupuesto. En
general, la evacuación se realizó de forma ineficaz y con gran
retraso. Así, la totalidad de la población de la franja de 30
Kms. alrededor de la central (la zona de exclusión) no fue evacuada
por completo hasta el 21 de mayo de 1986.
A pesar
de ello, dentro del territorio de la antigua Unión Soviética,
9.000.000. de personas siguen viviendo en zonas altamente contaminadas.
Una superficie de unos 160.000 Km2 (una cuarta parte de la extensión
del Estado español, o el equivalente a tres veces Bélgica) ha
quedado contaminada irreversiblemente con altísimos niveles
de radiactividad.
El peligro no ha pasado. Más de 100 toneladas de combustible
nuclear y más de 400 kilos de plutonio (material
altamente radiactivo) continúan en el interior de las ruinas
del reactor accidentado. Para confinarlo y evitar la liberación
de más radiactividad se tuvo que realizar una construcción de
acero y hormigón de 50 metros de altura: el sarcófago. Construido
apresuradamente, en condiciones muy difíciles, y sin las estructuras
necesarias para soportar su carga extra, el sarcófago está en
condiciones lamentables. Está dejando escapar radiactividad
de forma continuada por sus 200 m2 de grietas, pero este problema
es insignificante si lo comparamos con la radiactividad que
se liberaría si algunas secciones del sarcófago se derrumbaran.
CONSECUENCIAS DE LA CATÁSTROFE
Los efectos
de la catástrofe de Chernóbil todavía se sienten por todo el
continente europeo. Naciones Unidas calcula que el área contaminada
es de 160.000 km2, lo que equivale a casi un tercio de la extensión
del territorio del Estado español, o más de tres veces el tamaño
de un país como Bélgica.
Los daños
a la salud pública causados por la radiactividad que actualmente
se conocen parece que sólo serán la punta del iceberg, puesto
que muchas enfermedades pueden tardar décadas o incluso generaciones
en manifestarse.
La Organización
Mundial de la Salud calcula que se producirán, sólo en territorio
de la antigua Unión Soviética, más de 500.000 muertes en los
próxi mos 10 a 15 años. En 1995, el Ministerio de Salud ucranio
declaró que, desde 1989, se habían producido ya 125.000 víctimas
mortales entre los afectados por Chernóbil aunque no se aclaró
suficientemente las causas de defunción. Según estas fuentes,
en 1993 y 1994, entre el 60 y el 70% de las defunciones tuvieron
que ver con los efectos de Chernóbil.
La combinación
de vivir en una tierra contaminada y el consumo de alimentos
afectados por la radiactividad está incrementando y agudizando
los daños sobre la salud.
Además
de las víctimas mortales, ya mencionadas, y las malformaciones
congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones,
están apareciendo entre la población nacida después del accidente
(los Niños de Chernóbil), los índices de diversas enfermedades
están aumentando en todo el área afectada.
El coste
económico de la catástrofe se ha cifrado en más de 40 billones
de pesetas. P. ej. el Gobierno de Bielorrusia destinó en 1995
el 13,5% de su Producto Interior Bruto a intentar paliar las
consecuencias del accidente, aunque necesitaría al menos el
40% del mismo para cubrir todas sus necesidades
ALGUNAS LECCIONES DE CHERNORBIL
Como
hemos visto, las consecuencias ecológicas, sanitarias y económicas
de una catástrofe como la de Chernóbil son muy elevadas, con
seguridad incalculables.
El
accidente de Chernóbil ha demostrado también que la energía
nuclear es una amenaza que no conoce fronteras, ya que
la radiactividad liberada a causa del accidente contaminó lugares
situados a miles de kilómetros de la central siniestrada.
Las autoridades
ucranias reconocen la existencia de amplias zonas fuera del
área de exclusión de 30 kms. de radio declarada alrededor de
la central mucho más contaminadas radiactivamente que otras
del interior de la misma. Este hecho incuestionable deja en
evidencia la inutilidad de los planes de
NO NECESITAMOS LA ENERGÍA
NUCLEAR
Ningún
reactor nuclear es seguro, da igual que su diseño sea
soviético o de tipo occidental. La energía nuclear es intrínsecamente
insegura.
Los reactores nucleares que funcionan en Occidente
tampoco son seguros. El siguiente accidente en gravedad, tras
Chernóbil, ocurrió en 1979 en la central de Three Mile Island
(Harrisburg, Estados Unidos), donde también se produjo una fusión
del núcleo. En España, en 1989 nos libramos por muy poco de
una tragedia similar en Tarragona, a causa del accidente acaecido
en la central Vandellós-I, que obligó a su cierre definitivo.
La energía
nuclear sólo proporciona un 5% de la energía primaria que se
consume en el mundo.
Sin embargo,
la energía, en su mayor parte se despilfarra. Está ampliamente
demostrado que podemos ahorrar más de un 50% de la energía que
se consume en la actualidad, sin que disminuya la calidad ni
la cantidad de los servicios que la energía nos proporciona:
calor, frío, iluminación, movimiento... No necesitamos más y
más kilovatios-hora o termias, necesitamos aprovecharlos mejor.
En Dinamarca,
Austria, Estados Unidos y otros países se lleva a cabo desde
hace años una planificación energética más racional basada en
la eficiencia energética y las energías renovables: la verdadera
energía limpia.
Si esto
se hiciera en España, en muy poco tiempo podrían cerrarse, sin
ningún problema, todas las centrales nucleares, evitando así
grandes riesgos, la generación de peligrosos residuos radiactivos
y la continuación de un negocio altamente ruinoso que sobrevive
a costa de la factura de la luz de todos los ciudadanos.
EXPOSICIÓN "NIÑOS
DE CHERNOBIL"
La exposición
"Niños de Chernóbil" muestra una serie de imágenes
tomadas por el fotógrafo bielorruso Vitaly Barzdyka, de la agencia
de prensa Novosti.
Esta exposición
revela uno de los aspectos más duros de aquella tragedia pues
muestra el efecto que la radiactividad liberada en el accidente
de Chernóbil está produciendo entre la población infantil, en
niños y niñas nacidos, muchos de ellos, varios años después
del accidente.
Estas
fotos han sido mostradas anteriormente en varios países, como
Bélgica, República Checa, Eslovaquia, Reino Unido... y llegaron
a España en octubre de 1992, donde desde entonces se han expuesto
ya en muchos lugares gracias a las personas u organismos que
se han ofrecido a colaborar con Greenpeace ayudando a su divulgación
NOTA
Somos
conscientes de que la visión de estas fotografías puede herir
profundamente la sensibilidad de muchas personas, esa es también
nuestra esperanza.
Querer
olvidar u ocultar que niños como estos existen es la forma más
segura de conseguir que haya muchos más como ellos en el futuro...
No es nuestra intención recrearnos en la miseria y en el dolor.
Nuestro objetivo es conseguir que esto no vuelva a repetirse,
que no haya nunca más una exposición de fotografías como éstas.
Si
tu conciencia se sacude al contemplar estas imágenes, es que
sigue habiendo un motivo para continuar con nuestro trabajo.