Esta institución tiene su antecedente en la Junta Para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, organismo creado, en 1907, en el contexto del movimiento regeneracionista que vivió nuestro país tras el Desastre del 98.

En su ánimo estaba la reforma de la Universidad española y el fomento de la investigación científica, objetivos que tratarían de canalizarse a través de un sistema de pensionados en el extranjero, capaz de formar adecuadamente a profesores e investigadores, y del establecimiento de instituciones y centros científicos, desde donde se pudiesen llevar a cabo las iniciativas investigadoras del colectivo científico. La Junta creó nuevos establecimientos científicos pero, también, incorporó a su organigrama instituciones y laboratorios ya existentes; todos ellos se vertebraron alrededor de dos grandes organismos: el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales.

Sus iniciativas tuvieron un marcado sesgo centralista; apenas si tuvieron difusión más allá de Madrid, donde se agrupó buena parte de su infraestructura en torno a un nuevo espacio para la Ciencia: los altos del Hipódromo o "Colina de los Chopos", en las proximidades del Paseo de la Castellana.

Allí se instalaron edificios e instituciones tan importantes para la Ciencia del siglo XX como los que se agruparon en torno al Palacio de las Artes y de la Industria, la Residencia de Estudiantes o el Instituto de Física y Química Rockefeller (actualmente Instituto de Química-Física Rocasolano).La Junta para Ampliación de Estudios fue disuelta en 1938. Un año más tarde nacía el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, edificado sobre el patrimonio dejado por la JAE.

VISTA AÉREA DEL COMPLEJO INSTITUCIONAL EN SERRANO

Sin embargo, y a pesar de ser el heredero del legado de la Junta, el CSIC era un organismo muy lejano a los postulados ideológicos y a la actitud aperturista, y próxima a la Universidad, que caracterizaran a la JAE; en este sentido, el Consejo era una institución antagónica a la JAE, como bien puede comprobarse en sus propios textos legales fundacionales y en los testimonios dejados por sus más firmes baluartes: el ministro José Ibáñez Martín y el todopoderoso Secretario de esta institución, José María Albareda y Herrera.

JOSE Mª ALBAREDA, PRIMER PRESIDENTE DEL CSIC

El primero definía a los hombres de Ciencia como "estudiosos en obediencia a vuestro mandato [el de Franco], en servicio al ideal que nos habéis enseñado, ESPAÑA, en cumplimiento del deber individual que a ella nos liga y nos conduce a Dios"; y así opinaba sobre las relaciones que habría de tener el CSIC con el exterior: "sin xenofobia ni extranjerismos, había que despojar a nuestra cultura de su pasado servilismo a modelos extranjeros".