PATRIMONIO  LUGARES DEL SABER  Real Observatorio: historia
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Se realizaron observaciones celestes, se redactaron textos y descripciones de fenómenos, se construyeron instrumentos e incluso llegó a proyectarse una Historia celeste carolina, una descripción detallada de las observaciones astronómicas realizadas conjuntamente desde allí y desde otros puntos de la península.

Pero quizás el mejor ejemplo del esfuerzo científico por incorporarse a las mejores instituciones europeas sea el encargo a William Herschel, el mejor constructor de instrumentos de la época (y descendiente de una famosa saga de astrónomos), de un telescopio que, sin duda, fue el objeto más preciado del Observatorio.

Era un telescopio de enormes dimensiones (25 pies de longitud y dos pies de diámetro del espejo), un instrumento realmente extraordinario.

 


CIRCULO MERIDIANO DE REPSOLD (1853)

 

Su solo encargo manifiesta el interés oficial por alumbrar un centro de rango internacional. El telescopio fue traído desde Londres en 1802 y sin embargo su actividad resultó efímera. Las tropas francesas ocuparon el Observatorio y muchos de los libros y los instrumentos -incluido el telescopio de Herschel- fueron pasto de las llamas.

Sólo nos quedan reproducciones del magnífico telescopio, entre las que sobresalen los dibujos y grabados elaborados por Mendoza y Ríos, marino, astrónomo y matemático que redactó los trabajos para su instalación y manejo. En lugar del anteojo del telescopio, durante los primeros años del siglo XIX sobre el templete del Observatorio sobresalía un gran cañón, símbolo de los duros tiempos y del colapso intelectual que supuso la Guerra de Independencia y la reacción conservadora que le sucedió.

Convertido en un improvisado polvorín, Gil de Zárate, primer comisario regio del observatorio, ya dejó escrito que con la invasión había sonado "la hora de su ruina cuando se acercaba la hora de su completa organización". Y así fue, en efecto, pues durante la primera mitad de siglo XIX se produjo una diáspora de sus hombres hacia otras instituciones como el Museo de Ciencias Naturales o los Estudios de San Isidro.

 


ANALES DEL REAL OBSERVATORIO DE MADRID

 

En 1854 se montó el anteojo meridiano de Repsold, el instrumento que ocupó el lugar del telescopio de Herschel y que presidió las observaciones celeste durante casi un siglo.

A finales del siglo XIX Barraquer, un gran gedodesta, también midió en el Observatorio la aceleración de la gravedad con unos péndulos reversibles. El pilar donde fueron montados los péndulos sirve aún como base origen en campañas de gravimetría. También durante gran parte de su existencia el Observatorio sirvió para las lecciones de la cátedra de astronomía de la universidad madrileña.

En la actualidad sobrevive como centro de investigación y museo. Posee una rica biblioteca y colecciones de instrumental de gran valor.

Aunque eclipsado por otros observatorios más modernos y equipados, le sigue distinguiendo su espléndido edificio, una arquitectura de una belleza singular ubicado entre la que fue la fábrica de cerámica del Buen Retiro y el Jardín Botánico.

Hay que recordar que el edificio está inmerso en el plan de actuación urbanística del Reformismo Borbónico, que quiso crear y creó un denso entramado institucional dedicado a las ciencias en los aledaños del actual Paseo del Prado, en la llamada Colina de las Ciencias.

Juan de Villanueva diseñó una estructura de planta cruciforme que tiene mucho de templo helénico, con un pórtico corintio en la entrada y coronado por un templete circular. La geometría precisa y serena de sus líneas parece evocar la estructura geométrica del cosmos.

El correlato entre su función astronómica y las formas neoclásicas adoptadas en su arquitectura posee resonancias dentro del lenguaje matemático y musical que tanto complació siempre a los sucesores de Pitágoras y de Kepler.

   

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