Habiendo iniciado la marcha por dicha pista forestal, el camino se mantiene llano hasta llegar a una bifurcación, previamente indicada por la característica señal blanquirroja de una GR (senderos de Gran Recorrido), en este caso, el GR-10 que comunica Valencia con Lisboa. Torciendo hacia la derecha, la pista se empina por la Garganta del Arroyo de la Mina, que nace en el collado de la Albardilla y separa el cerro de la Braña del de la Porquizuela. La ladera sur del Cerro Cabeza Braña es el paraje conocido desde antiguo como Cuesta de la Plata.

En esta zona del camino, el suelo arenoso es sustituido por un lecho de guijarros sueltos que entorpecen la marcha. Si levantáramos la vista y miráramos al frente contemplaríamos una construcción cilíndrica. Es la Torre de la Mina. Apenas resta un cuarto de hora de ascenso

La Torre de la Mina ha sido considerada por algunos estudiosos como una más de las atalayas árabes que jalonan la zona y que pudieron servir de puestos de vigilancia en distintas localidades madrileñas (El Vellón, Puerto de Arrebatacapas, Venturada, El Berrueco)

Sin embargo, los restos de una rueda de molino de gran espesor, tallada sobre cuarzo, apunta a otra dirección. Fernando Sáez Lara afirma que es contemporánea a la explotación minera, indicando que "acaso sirviera como molino de viento para pulverizar el jaspe".

El diámetro interno de la torre es de 3,85 metros con un espesor de 0,9 metros de muro, todo ello construido a base de mampuesto. La altura inicial era de 6 ó 7 metros. Se ha perdido la techumbre y se aprecian los huecos de apoyo de las vigas de madera que soportaban dos plantas, así como una escalera de acceso a las zonas superiores. La puerta de acceso tiene 1,30 metros de ancho, observándose los huecos de dos ventanas laterales. En la primera planta existen restos de otras dos ventanas enfrentadas, al igual a lo que sucede en la tercera planta

La Torre de la Mina fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento Histórico en 1983.

Algunos datos históricos

Las primeras referencias a la Torre de la Mina se remontan a los primeros años del siglo XV. Fue entonces cuando se descubrieron minerales de plata. Dos siglos más tarde se concedieron permisos de explotación en cuatro minas ubicadas en los parajes que rodean a esta construcción.

De esta manera un tanto inconstante, a veces con explotaciones activas y otras sumidas en el olvido y el abandono, transcurrieron otros dos siglos. En los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX se trabajaron varias minas que buscaban, primero plata y luego arsénico (Documentación histórica en detalle)