El Esparto: Trabajo e Industría en Villarejo de Salvanés 


 Protagonistas

Francisco Garnacho
Francisco Garnacho, maestro espartero de Villarejo junto
a un antiguo mazo de picar esparto. Villarejo de Salvanés.
(P. Candela, 1998)

Francisco Garnacho nació en Villarejo en 1922 y con la edad de ocho años, siendo el mayor de siete hermanos, entró a trabajar de pinche en una fábrica de esparto de la localidad donde ganaba una peseta de jornal. Poco a poco fue aprendiendo el oficio, de aprendiz pasó a oficial hasta terminar convertido en un auténtico maestro hilador que transmitiría sus saberes a muchos artesanos locales. En 1947, su profundo conocimiento del oficio y las buenas expectativas que ofrecía el sector, le permitieron establecerse por su cuenta montando su propio taller con 8 empleados fijos.

Como Francisco, otros muchos vecinos de Villarejo, veteranos en el oficio, recuerdan las experiencias vividas alrededor del mundo del esparto. Fueron años de fatigas en los que se comenzaba a trabajar desde muy niño "un par de años dándole a la rueda", hasta que se tenían 12 o 13 y se pasaba a aprendiz de hilador dedicándose a la cuerdas pequeñas. Más tarde, la edad y la experiencia, siempre bajo la supervisión del maestro, te ascendían a la categoría de oficial accediendo al hilado de sogas grandes.

En el año 1948, por ejemplo, un hilador bien adiestrado podía llegar a ganar 14 pesetas al día trabajando jornadas de 8 y 9 horas.

El oficio se aprendía viendo y escuchando las enseñanzas de los demás:

 

"Sabíamos por la experiencia que una veta perdía un 30% de largo, es decir que una cuerda perdía un tercio de su longitud y, también, que había que echar cuenta del grosor de la soga ya que las medidas eran en pulgadas"

Testimonio de Justo Pérez, recogido en Encomienda Mayor de Castilla, 2001, p. 15

Entre las décadas de los años 1940-1950, el esparto, tutelado por el Estado, vivió la época de mayor esplendor en nuestro país y Villarejo llegó a contar con más de cincuenta pequeñas fábricas registradas oficialmente. En su mayoría eran trabajadores autónomos que se unían para sacar un mejor precio en la venta de sus productos.

A partir de 1960, el avance del mercado de la cordelería de plástico y de las fibras sintéticas, significó una competencia invencible que acabó definitivamente con la industria espartera de nuestro país, principalmente en regiones como Madrid, donde el esparto se mantenía como una actividad de carácter complementario. En Villarejo, esta crisis desencadenó el cierre de la mayoría de las fábricas y el declive definitivo de esta industria. Estos años, conocidos como los de la "hecatombe del esparto”, arruinaron uno de los principales recursos económicos del pueblo obligando a emigrar a un importante número de vecinos.

Cuadrilla de hiladores de Villarejo de Salvanés
Cuadrilla de hiladores de Villarejo de Salvanés. Años 50. (Colección Justo Pérez. Archivo de la Encomienda Mayor de Castilla)
Dos jóvenes hiladores de Villarejo con las maromas de soga al hombro
Dos jóvenes hiladores de Villarejo con las maromas de soga al hombro. (Colección Justo Pérez, Archivo de la Encomienda Mayor de Castilla)

 

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