Itinerario geológico por el norte de la Comunidad de Madrid 


 Parada 3

Alrededores de Torrelaguna.

Acceso

La parada se realiza después de pasar Torrelaguna, en lo que se conoce como el Puerto de Arrebatacapas (¿será por lo ventoso?), en torno al km. 6 de la M-131 entre Torrelaguna y El Berrueco.

Mapa parada3

El vehículo se puede aparcar junto a la carretera: si es autobús entrando un poco en el camino que sale a la izquierda justo en la curva (indicado con una estrella amarilla en la foto aérea), y si es un coche algo más adelante en un pequeño ensanchamiento. Después de disfrutar la espectacular vista que se nos ofrece hacia el norte, andaremos por la cuneta de la carretera hacia el nordeste.

Vista hacia el noroeste desde el mirador

Material y edad

Primero arenas, areniscas y dolomías del Cretácico superior (95-85 millones de años), y al final pizarras del Ordovícico inferior (480-460 millones de años).

Imagen: Vista hacia el noroeste desde el mirador.

Características

Esta parada es la más interesante de todas, pues aparte de ver muchos tipos de rocas y de diferentes edades, se disfruta también una espectacular vista del entorno de la sierra. Es el sitio ideal para ver cómo cada tipo de roca o sedimento da lugar a un tipo diferente de paisaje. Esto es porque el sustrato geológico, o sea, las diferentes rocas y sedimentos, originan un tipo de relieve y un tipo de vegetación en función de su composición y resistencia a la erosión, entre otros factores.

Desde el mirador (indicado con una estrella amarilla en la foto aérea) hasta la siguiente curva, la carretera corta capas de dolomía, arenisca, y arenas, fundamentalmente. Deberemos fijarnos en el tamaño de grano, composición, y grado de consolidación y resistencia.

Al final del recorrido, pasando la curva siguiente, veremos otro tipo de roca totalmente diferente: pizarras. Se trata de una roca metamórfica que es el resultado de enterrar arcilla y limo a gran profundidad (varios kilómetros), con lo que se ve sometida a elevadas presiones y temperaturas.

Con el enterramiento, los minerales de la arcilla se adaptan a las nuevas condiciones y se producen transformaciones: aumenta el tamaño de los granos (se pueden ver con la lupa), y además se orientan siguiendo planos paralelos. Esto es lo que da lugar a la pizarrosidad, esa propiedad característica de lasAreniscas y dolomías del Cretácico pizarras que permite utilizarlas para techar casas, e incluso para hacer pizarras como antes, ¡de pizarra!

Imagen: Areniscas y dolomías del Cretácico.

Origen

Las dolomías y arenas s se depositaron hace más de 80 millones de años, en el Cretácico superior. Evidentemente, el paisaje de entonces era completamente diferente: la zona estaba ocupada por amplias playas y marismas, con un mar somero y cálido bajo clima tropical. En la lejanía, hacia el oeste, se verían pequeños relieves que quedaban de la erosión de una cordillera antigua, y hacia el este, el ancho océano. En este tipo de ambiente se acumularon las arenas procedentes del lejano oeste, removilizadas por el oleaje y las mareas. Por eso son de tamaño de grano pequeño, y bastante bien redondeadas en comparación con las de la Parada 1.

Pizarras del Ordovícico

Imagen: Pizarras del Ordovícico.

En cuanto a las pizarras, proceden de un antiguo sedimento de arcilla y limo que se depositó en el fondo del mar. Lo sabemos porque en ellas se han encontrado fósiles de organismos marinos, algunos de ellos ya extinguidos desde hace mucho tiempo, como los graptolitos o los trilobites, y que además nos permiten saber cuándo se depositaron.

Las pizarras son bastante impermeables y silíceas, dando relieves alomados. En este tipo de rocas los únicos resaltes son algunas intercalaciones de cuarcita o vetas de cuarzo. Al otro lado del valle, las dolomías que se ven son muy resistentes a la erosión, pues están bien cementadas. Esto es lo que hace que sean frecuentemente utilizadas en las construcciones urbanas, y que originen importantes relieves como los que vemos en esta parada.

La dolomía y la caliza están hechas respectivamente de dolomita y de calcita, dos minerales de carbonato que son lentamente disueltos por el agua. Al disolverse estas rocas va quedando un residuo formado por componentes insolubles en agua, como arcillas, cuarzo, etc. Descontando las fracturas, las rocas carbonáticas no suelen ser porosas, como las arenas o areniscas, así que no pueden retener el agua de lluvia o de escorrentía, que inmediatamente se infiltra por las fracturas. Además, el agua que las disuelve se vuelve gorda (dura), y todo esto hace que la vegetación tenga que estar especialmente adaptada. Un buen ejemplo de adaptación es el árbol que está cerca de la curva con el pie protegido por un muro. Se trata de una sabina albar, especie de árbol protegida en la Comunidad de Madrid por su escasez, y que está especialmente adaptada a ambientes extremos: muy frío en invierno, muy caluroso en verano, y escasa agua disponible.

 

Imprimir Cerrar ventana Subir