En el siglo XIX comienza a plantearse la extensión de la sanidad a los más necesitados desde instituciones benéficas públicas y privadas. Doña Dolores Romero y Arano, viuda de Francisco Curiel, crea en 1906 una fundación benéfica consagrada a San Francisco de Paula. En un solar de su propiedad, delimitado por las calles Treviño, Alenza, Maudes y el antiguo paseo de Ronda, encarga a Antonio Palacios la construcción de un hospital para la asistencia gratuita a los jornaleros. Aprovechando la luz y los vientos saludables de la zona, Palacios diseña un edificio basado en el modelo panóptico de las cárceles españolas y en el esquema tradicional de los hospitales del siglo XVI. Constituido por cuatro naves dispuestas en aspa que giran en torno a un patio con una fuente en el centro, este diseño posibilitaba la iluminación, ventilación y se beneficiaba de mínimos recorridos. El espacio quedaba cerrado por un muro, que delimitaba el solar y contenía las tierras.
Planta del Hospital de Jornaleros.
1. Iglesia y dependencias
2. Pabellón entrada
3. Pabellones enfermería
4. Pabellón aislamiento
5. Consulta y operaciones
6. Galerías y escaleras
7. Mortuorio
A. Patio central
B. Patio de entrada
C. Patio de luces
D. Patios ingleses
Pieza pétrea de la balaustrada, con sus caras vistas almohadilladas.
El edificio presenta un fuerte desarrollo en la horizontal, con alternancia de macizos y vanos, compensado por el movimiento que otorgan los diversos planos que se adelantan respecto al plano principal de fachada, y por el despiece de los paramentos en muy diversos volúmenes pétreos. El tratamiento superficial de los paramentos, conseguido mediante el acabado tosco de las superficies y el almohadillado de las piezas, responde al gusto de Palacios por mostrar al máximo las cualidades naturales de los materiales y a la necesidad del abaratamiento de la construcción. El almohadillado de una pieza consiste en el desbastado de sus caras laterales y en el tallado hacia los bordes de unas tiradas de mayor o menor anchura. Una pieza almohadillada es una pieza inacabada, donde su cara vista queda rugosa, sin desbastar, tal cual viene de la cantera o resulta del corte de los bloques de partida, más o menos realzada en relación a las aristas.
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