PATRIMONIO  RUTAS  JARDINES > El Real Jardín Botánico
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El Real Jardín Botánico se fundó en 1755, durante el reinado de Fernando VI, como una institución nueva, de tintes reformadores, vinculada a la enseñanza de una disciplina eminentemente práctica: la Botánica. Su gestación debe contemplarse dentro de la política borbónica, preocupada por la creación en nuestro país de establecimientos técnicos y científicos al modo de la Europa ilustrada. Su primera ubicación fue el Soto de Migas Calientes, mas pronto habría de trasladarse al nuevo Paseo del Prado, formando parte del entramado científico creado en el nuevo eje madrileño de la ciencia.


Puerta del Rey

Los primeros proyectos de instalación del Real Jardín en el Prado fueron diseñados por el arquitecto real Francisco Sabatini, a él se debe la traza del perímetro hexagonal, el aterrazamiento en tres planos para salvar el desnivel entre los límites del Buen Retiro y el futuro Paseo del Prado, y parte del cerramiento, en particular la "Puerta del Rey", la que se abre hacia el Paseo. La distribución tardo-barroca propuesta por F. Sabatini para el espacio interior fue rechazada, por no acomodarse a las funciones científicas y docentes del Centro, y sustituida por otra, de organización más clásica, elaborada por Juan de Villanueva, en colaboración con los botánicos al servicio del Real Jardín, en especial de su primer catedrático, Casimiro Gómez Ortega (1741-1818). Las nuevas instalaciones del Prado fueron inauguradas en el otoño de 1781; pocos años después, en 1794, se ultimaría la construcción del "Pabellón Villanueva", inicialmente destinado a la impartición de la docencia y como contenedor de los herbarios y la biblioteca del Real Jardín.

A mediados del siglo XIX, bajo la dirección de Mariano de la Paz Graells (1809-1898), se modificó el nivel superior del Jardín, el "Plano de la Flor", alterándose su trazado, hasta entonces organizado en cuadros, como el resto del Real Jardín. De estas fechas data el estanque central y el busto de Carlos Linneo que lo preside, también de estos años es la "estufa de las palmas" y la instalación, en el paseo alto, de las cuatro estatuas en las que se representan a los botánicos José Quer (1695-1764), Simón de Rojas Clemente (1777-1827), Mariano Lagasca (1776-1839) y Antonio José Cavanilles (1745-1804), todos ellos vinculados a la historia de este establecimiento científico.

El edificio de investigación, con entrada propia desde la calle de Claudio Moyano, fue construido en los años sesenta del pasado siglo XX; de los años noventa data el actual invernadero de exhibición. El Real Jardín goza de la calificación de jardín artístico desde octubre de 1942.

La actual estructura del Real Jardín, recuperada tras las restauraciones iniciadas en 1978, mantiene, en sus dos terrazas inferiores, la organización neoclásica con la que fue concebido en sus inicios: el rectángulo que configura cada una de estas terrazas queda simétricamente dividido en cuadrados de diez pies de lado, en cuyo centro se inserta un fontín de piedra berroqueña del que mana agua; las plantas se disponen en arrietes, dentro de estos cuarteles, quedando enmarcadas por un seto de boj (Buxus sempervirens L.). La terraza superior mantiene la ordenación romántica que recibió a mediados del XIX, la simetría que predomina en los planos inferiores se ve aquí sustituida por espacios donde los árboles se apoderan del entorno, venciendo el rígido academicismo de las terrazas inferiores.

La entrada al Real Jardín se realiza por la "Puerta de Murillo", que se abre a la plaza de igual nombre, diseñada por Juan de Villanueva e inaugurada en septiembre de 1789; la "Puerta del Rey" queda reservada para el acceso exclusivo de la Familia Real.

 

La entrada nos enfrenta con el "Paseo de Quer", central del nivel inferior o "Terraza de los Cuadros"; en dieciséis cuarteles se exponen las plantas aromáticas y ornamentales: flores de temporada, plantas medicinales, especies protegidas, plantas de huerta y otras de usos industriales completan ese espacio; en los cuadros 7 a 10 se muestra la colección de rosas, una de las joyas vivas del Real Jardín y, en los límites del paseo, lindando ya con la cuesta de Claudio Moyano, una rocalla de granito sirve de acomodo a las plantas rupícolas.

Entre esta terraza baja y la terraza media corre el "Paseo de Gómez Ortega", construido en dos niveles, separados por una línea de sillería granítica y delimitado por un seto de mirto (Myrtus communis L.) recortado; en el que quedan situadas las cuatro estatuas de los botánicos españoles a las que antes nos referimos.


Estatua de Carlos III

La terraza intermedia, la de las "Escuelas Botánicas", presenta los vegetales ordenados de acuerdo a criterios taxonómicos; en los doce cuadros que la componen se muestra, hoy, una agrupación de las plantas por familias, siguiendo criterios filogenéticos. No siempre fue así, en los primeros años se destinaron veinticuatro de los cuadros del Real Jardín (empezando por los de la terraza inferior) a mostrar las clases linneanas; luego se ordenaron las plantas en quince cuadros, según el sistema propuesto por A.J. Cavanilles; en 1848 se adoptó la ordenación sugerida por A.P. De Candolle, utilizando para ello trece cuadros; en 1927 se reordenaron las colecciones de acuerdo a los principios clasificatorios de Engler; la actual distribución data de 1981 y sigue el orden evolutivo de G.L. Stebbins. En esta terraza, donde son frecuentes los tejos (Taxus baccata L.) hasta formar –en ocasiones- un auténtico túnel vegetal, se conservan algunos de los árboles más antiguos del Real Jardín, desubicados frente a la organización evolutiva que marca esta terraza; en la escuela cinco crecen un soberbio olmo del Cáucaso (Zelkova carpinifolia Dippel.) y un palo de jabón (Quillaja saponaria Molina) de procedencia chilena; en la escuela siete, la dedicada a las Rosidae, queda fuera de lugar un añoso madroño (Arbutus unedo L.), resto de una ordenación anterior, cuya copa supera los seis metros; un viejo olmo (Ulmus minor Miller), "el pantalones", cuyas dos gruesas ramas principales recuerdan a un pantalón invertido, se enseñorea de la escuela ocho; y en la escuela once, junto a una colección de bambúes y gramíneas, crece un soberbio cedro del Himalaya (Cedrus deodora (D. Don) G. Don fil.). En el centro mismo de la terraza, presidiendo toda la composición del Real Jardín, se levantó, en 1981, con motivo del bientenario de la inauguración, una estatua en bronce de Carlos III, ocupando así el lugar que le había estado reservado desde la fundación misma del Real Establecimiento.

La terraza superior, el "Plano de la Flor", queda separado de las inferiores por una baja barandilla de hierro; se marca así una separación entre los espacios didácticos –los de los planos inferiores- y éste, dedicado al paseo y al disfrute estético. La masa arbustiva presenta aquí una distribución irregular, sólo abierta en su parte central para permitir la visión en perspectiva del "Paseo de Carlos III", central en el Real Jardín, mediante el que se une la "Puerta del Rey" con la entrada del "Pabellón Villanueva", defendido, en su frente, por un estanque en cuyo centro se eleva el busto de Carlos Linneo y en cuyas cercanías crecen un par de cipreses de los pantanos (Taxodium distichum (L.) L.C.M. Richard). A ambos lados del estanque central quedan sendas plazas en cuyos centros permanecen dos fuentes semienterradas; más alejadas del eje central, pero conservando cierta simetría frente a él, se configuran las recoletas plazuelas de los tilos (Tilia platyphyllos Scop.).


Pabellón Villanueva

 En los laterales de esta terraza, y aún por detrás del "Pabellón Villanueva", hoy dedicado a exposiciones temporales, corre un emparrado, construido bajo la dirección de S.R. Clemente en 1820, donde se muestra una colección de vides. Entre los árboles y arbustos más llamativos de este "Plano de la Flor" figuran los árboles de Júpiter (Lagerstroemia indica L.), cedros del Líbano (Cedrus libani A. Richard), parasol de la China (Firmiana simplex W.F. Wight), pacana (Carya illinoensis C. Koch) y, entre otros muchos, una palma canaria (Phoenix canariensis Hort.), centrada frente a la puerta principal del "Pabellón Villanueva", quizás el árbol más fotografiado de todo el Real Jardín por su estética ubicación.

El Real Jardín cuenta con cuatro invernaderos; uno, anejo al edificio de investigación, construido en 1987, queda destinado a los fines propios del edificio; los otros tres se sitúan en el lado norte. El más antiguo, la "estufa de las palmas", fue construido en 1852 y muestra una colección de plantas tropicales. Junto a él se sitúa el moderno "invernadero de exhibición", concluido en 1993; en donde se recrean tres ambientes: tropical húmedo, subtropical y tropical seco, permitiendo así reconstruir el hábitat adecuado para plantas de procedencia africana, asiática y, especialmente, sudamericanas, de las que el Real Jardín tiene una magnífica colección; la energía que permite el mantenimiento de estas condiciones es de origen solar. Por último, en el plano de la terraza de las "Escuelas Botánicas", queda el "invernadero del jardincillo", dedicado a la multiplicación, levantado en 1976.


Glorieta de Linneo


Vista general desde la Puerta del Rey

El Real Jardín es un museo vivo, un remanso de tranquilidad en el centro de la Ciudad y el último testimonio de lo que fuera la egregia Colina de la Ciencia pergeñada por los españoles ilustrados.

 

Para saber más