PATRIMONIO  RUTAS  JARDINES > Los Jardines del Palacio Real de Aranjuez
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No es posible imaginar un Palacio Real, ni siquiera una casa de nobleza que se precie, sin la presencia conjunta e inseparable- de un jardín. No podía ser de otra forma en el Real Palacio de Aranjuez, cuya construcción fue iniciada por deseo de Felipe II; de ella se hizo responsable Juan Bautista de Toledo (1499-1567), el arquitecto real, mas tras su temprana muerte, las obras fueron continuadas bajo la direción de Francisco Gili y, poco después, por Juan de Herrera (1530-1597). El proyecto definitivo del Real Palacio, en el que la impronta herreriana está presente, contiene un par de jardines cerrados, parejos a otras tantas fachadas del edificio, y un jardín abierto de mayor extensión- ubicado sobre una isla artificial formada sobre el discurrir del río Tajo.


Palacio Real: vista aérea


Palacio Real: fachada principal y Plaza de Armas

El jardín de la fachada del meridión, terminado durante el reinado de Felipe II, recibiría el nombre de "Jardín del Rey" por su inmediata proximidad al "cuarto nuevo" del monarca; es éste, en cierta manera, una prolongación del propio "cuarto" del Rey; una amplia terraza soleada para su disfrute. Su suelo se muestra hoy formado por losas de piedra de colmenar y cuadros de guijarro, que bordean los parterres de boj recortado (Buxus sempervirens L.) ordenados en ocho cuadros; en el centro del jardín se dispone una fuente de jaspe verde, obra de Roque Solario, realizada en torno a 1580, ahora situada sobre doble zócalo de piedra de Colmenar. Los tres muros de cierre el cuarto lo constituye la propia fachada meridional del Real Palacio-, construidos en ladrillo visto, presentan unas singulares hornacinas, destinas a contener estatuas de ahí el nombre de "jardín de las estatuas" con el que también se conoce esta dependencia-, entre ellas una de Felipe II, obra en mármol blanco, de tamaño natural, debida al cincel de Pompeo Leoni ( 1610), que restaurada-, aún ocupa su primigenia ubicación; las restantes incluidos dos bajorrelieves de Carlos V y la emperatriz Isabel- se custodian en el Museo del Prado; los muros de cierre están coronados por unos paseaderos exteriores.


Jardín del Rey

El aspecto recuperado de este jardín, tras los trabajos de restauración emprendidos en 1986, nos muestra el espacio tal como fuera concebido a principios del XVII, tras las reformas realizadas por Juan Gómez de Mora (ca. 1545-1648) por decisión de Felipe IV.

Precediendo a la fachada del Real Palacio se encuentra el "Jardín del Parterre", construido sobre diseños del arquitecto francés Marchand, fechados en 1730, y desarrollado por Esteban Boutelou (1776-1814) a quien se debe, además de algunas modificaciones, la dirección de las plantaciones.

Fuente de Hércules y Anteo

La estructura que hoy contemplamos procede de una reforma posterior, realizada en 1872; frente a la disposición tradicional de un eje central que cruza el jardín, se optó aquí por un diseño de caminos y parterres sin aparente ordenación formal, un entramado algo confuso de macizos de flores junto a pies de cedros (Cedrus atlantica (Endl.) Carrière) y magnolios (Magnolia grandiflora L.), en el que se sitúan dos grandes fuentes ornamentales: Hércules venciendo al gigante Anteo, mandada levantar por Fernando VII, en 1837, sobre el lugar que ocupaba la antigua fuente del Tajo; en el estanque donde se ubica el conjunto obra de Isidro González Velázquez (1765-1829)-, y sobre dos promontorios rocosos, se elevan las columnas que acompañan al semidiós en la mitología.


Fuente de Ceres

El otro gran grupo escultórico, realizado en tiempos de Carlos IV y atribuido a Esteban Ágreda (1759-1842), representa a la diosa Ceres, sentada, con un haz de espigas en su mano derecha del que mana agua, a sus pies se sitúan un par de niños que portan el cuerno de la abundancia; dentro de su estanque este grupo ocupa una posición central, a ambos lados de él se ubican otros dos grupos, simétricos e iguales entre si, cada uno de ellos representa a tres niños sosteniendo un inmenso canasto del que brota el agua. Junto a éstas dos fuentes monumentales se encuentran otras menores, jarrones y algunos otros elementos decorativos en piedra.

Desde la fachada norte del Real Palacio, y a través de un puente de piedra con barandilla de hierro, las imágenes de Venus, Mercurio y Baco nos conducen al "Jardín de la Isla". Los primeros intentos documentados de su ajardinamiento datan del reinado de Felipe II, quien encargó a su arquitecto real, Juan Bautista de Toledo, la ordenación del espacio; desde 1561 queda constancia del trabajo de jardineros franceses y flamencos, y no queda descartada la posibilidad de que en el diseño final interviniera Juan de Herrera, de cuya mano quedan algunos planos del Real Sitio de Aranjuez. Durante los años centrales del siglo XVII el jardín se vio enriquecido con nuevas fuentes y estatuas, alterando la ordenación de las que entonces existían; las reformas corrieron a cargo del arquitecto Sebastián Herrera Barnuevo (1619-1671), quien en líneas generales- marcó la actual distribución de los elementos esculturales y suprimió el antiguo sistema de calles cubiertas por folías. El "Jardín de la Isla" tiene la consideración de jardín histórico-artístico por Decreto de 3 de junio de 1931.

El puente que salva la ría artificial que rodea el Real Palacio fue construido en 1774; al cruzarlo nos conduce a la fuente de Hércules y la hidra de Lerna, una obra atribuida al italiano Alejandro Algardi (1602-1654), colocada aquí en 1661, en sustitución de una Diana que ocupaba antes este lugar; el conjunto se ubica sobre un estanque octogonal. Se inicia aquí un camino, la "avenida de las fuentes" que atraviesa, de manera axial, toda la isla. En nuestro paseo nos encontraremos con un Apolo (Triptonemo), realizado en mármol blanco, obra atribuida al escultor napolitano Miguel Ángel Naccherino (1535-1622), datada a comienzos del XVII; la escultura se ubica en un pilón octogonal de mármol de Carrara, con magníficos bajorrelieves donde se muestran los trabajos de Hércules alternando con los escudos de las armas reales.


Fuente de Hércules y la Hidra


Fuente de Apolo

Luego nos acercaremos a un antiguo artilugio acuático, concebido como un reloj, capaz de avisar del paso del tiempo mediante sus chorros de agua. Le sigue la fuente de las arpías, un pilón cuadrado, en cuyas esquinas se yerguen cuatro columnas con sus correspondientes figuras femeninas, es obra de Juan Fernández y Pedro Garay, realizada entre 1615 y 1617; del centro se enseñorea un bronce, representando a un niño quitándose una espina, atribuido a Guglielmo della Porta (1500-1579). Nos sorprende, a continuación, una Venus sobre una doble taza de piedra. Más allá está Diana cazadora, en posición inclinada sobre un estanque. A continuación nos saluda, brindando, un Baco sobre su tonel; un bronce flamenco, realizado por Jackob Jonghellinck (1531-1606), colocado sobre un magnífico pie de mármol toscano, obra de Juan de Bolonia, realizado entre 1566 y 1570. Por último, ya hacia la izquierda de nuestro paseo, se sitúa la fuente de Neptuno; en su centro el rey del mar, armado con un tridente, aparece montado sobre un carro en forma de concha tirado por tritones; en un nivel inferior, dentro del mismo pilón y erguidas sobre sus pedestales marmóreos, se presentan Cibeles y Ceres, ambas en carros tirados por leones cuyas bridas quedan sujetas por niños; otros dos pedestales hoy vacíos- servían de base a sendas esculturas mitológicas, probablemente Júpiter y Juno; todos ellos bronces esculpidos por Alessandro Algardi en 1621.

Esta "avenida de las fuentes" estuvo antaño siglos XVI y XVII- cubierta de folías, una construcción efímera de origen flamenco, que permitía el crecimiento dirigido de enredaderas, formando una auténtica bóveda vegetal; en ella se ubicaba antes de alcanzar el emplazamiento de la fuente del reloj- un juego de "burlas", pequeños surtidores, situados a ambos lados del camino, desde los que saltaba el agua a la altura del pecho de los paseantes.

Desde este camino principal se teje, a ambos lados de su recorrido, toda una red viaria que permite recorrer la totalidad de la isla. En el espacio ajardinado se alternan praderas con macizos de flor, parterres de boj recortados (Buxus sempervirens L.) y manchas de arbolado, donde predomina los caducifolios: fresnos (Fraxinus angustifolia Vahl), álamos negros (Populus nigra L.), tilos (Tilia plathyphyllos Scop.), arces (Acer campestre L.), almeces (Celtis australis L.) y plátanos de paseo (Platanus hispanica Miller) entre una amplia variedad vegetal. Los lados sur y oeste de esta isla artificial están bañados por el Tajo, del que se separa el jardín mediante un pretil y una verja de hierro.


Fuente de Baco

Los jardines del Real Sitio de Aranjuez son espacios para el paseo detenido, la contemplación pausada de un vergel entre el agua domesticada de sus fuentes y el caudal libre del Tajo; un sitio para la diversión y la fiesta, en el "Jardín del Parterre" o el "Jardín de la Isla", un lugar íntimo en el "Jardín del Rey". Diferentes escenas para un mismo marco, el que fija el esplendor de la monarquía.

 

Para saber más