PATRIMONIO  RUTAS  JARDINES > Los Jardines de El Retiro
 [Imprimir] [Añadir a Favoritos] [Cerrar]
 

La iglesia de los Jerónimos, edificada en el siglo XVI, contaba –anejo a ella- con "El Cuarto", una propiedad real, rodeada de huertas, en la que la familia real pasaba algunas temporadas por luto o recogimiento religioso; un lugar de retiro, en definitiva.

Por iniciativa de Felipe II se ampliaron estas dependencias y se dio nueva forma, "a la inglesa", a los jardines que la bordeaban. Felipe IV ampliará notablemente el espacio de estos jardines, adquiriendo propiedades colindantes y levantando, sobre el viejo Cuarto, un nuevo palacio, el del Buen Retiro, del que aún perviven dos cuerpos: el Salón de Reinos, donde se asienta aún el Museo del Ejército, y el Casón, éste dedicado a exponer fondos del Museo del Prado.

Los jardines anexos al Palacio del Buen Retiro fueron, ante todo, un lugar de descanso; a su primigenio uso como lugar de retiro espiritual se uniría pronto el de esparcimiento festivo. El Palacio fue utilizado como residencia real mientras se efectuaban las obras del nuevo Alcázar madrileño, tras el destructivo incendio de 1734.

Este carácter híbrido, de espacio para la reflexión espiritual y la diversión cortesana, se resuelve en las propias construcciones del parque: un buen número de ermitas, pero también un teatro, el mandado levantar por Felipe V para disfrute de la ópera italiana, en especial de la de su protegido Farinelli, capaz de animarle en sus frecuentes depresiones.

El jardín fue dotado de su balaustrada de hierro por Carlos III, quien también permitió la entrada del público, siempre que se respetasen unas normas de indumentaria y comportamiento cívico; durante su reinado se construyó, sobre la ermita de San Antonio de los Portugueses, una fábrica de porcelana, activa desde 1760 y destruida en 1812 por las tropas inglesas. Un triste epílogo de lo que había sido la destrucción de ermitas y palacios por las tropas napoleónicas, al instalar el general Murat su cuartel general en el Palacio del Buen Retiro.

Entrada a El Retiro por la puerta de la Independencia

En 1815, con la llegada de Fernando VII, comienza la lenta reestructuración del parque; no se levantaron las viejas edificaciones, pero sí se construyeron algunas nuevas: una casa de fieras, una montaña artificial –la "montaña de los gatos"- destinada a cubrir una vieja noria, y algunas pequeñas casas de reposo, de las que sólo se conserva la "del pescador". Serían los ministros de Isabel II los encargados de dotar de nuevo arbolado a estos jardines, de remodelar sus cañerías, de abrir nuevos caminos y de instalar algunas estatuas –las sobrantes de la fachada del Palacio Real-. En 1865 la Reina vendió al Estado una franja occidental de esta posesión, prácticamente un tercio; se abrió entonces la calle de Alfonso XII, límite del nuevo Retiro, como antes lo había sido el Paseo del Prado.

En noviembre de 1868 el Buen Retiro deja de ser propiedad de la Corona para pasar a manos del Ayuntamiento de Madrid; en 1874, se construyó un paseo de coches, sobre el cauce del antiguo Río Grande. Entre 1905 y 1918 el jardín quedó definitivamente aislado del Paseo del Prado con la construcción de un conjunto de edificios, entre ellos el Palacio de Correos y Telecomunicaciones. Desde los años setenta se asiste a un cambio en la estructura paisajista de estos jardines, con espacios más amplios, menos arbolados, que invita más a la contemplación y al paseo. Hoy este parque ocupa una superficie aproximada de 118 hectáreas.

 

Puerta de la Independencia

A los jardines de El Retiro se puede entrar por cualquiera de sus catorce puertas; nosotros iniciaremos nuestro recorrido por la de la Independencia, en la confluencia entre las calles de Alfonso XII y de Alcalá; es ésta una de las puertas monumentales del Jardín, construida en 1885 sobre restos de la rejería que Juan de Villanueva diseñó para el viejo Casino de la Reina; nos reciben algunos olmos de hojas pequeñas (Ulmus pumilla L.) y unos pies de unos árboles exóticos, de grandes hojas, nativos del Lejano Oriente (Sterculia platanifolia L.fil.), algo más adelante nos sorprenden unas moreras papeleras (Morus papyrifera L.) mezcladas con acacias japonesas (Sophora japonica L.) y un pie de pinsapo (Abies pinsapo Boiss.), a la derecha de nuestro camino dejamos un buen conjunto de tilos (Tilia platyphyllos Scop.).

El camino nos conduce a la fuente de los galápagos, diseñada por José de Mariategui, en 1832, con motivo del nacimiento de Isabel II; el agua la vierten cuatro figuras de bronce: dos galápagos y dos ranas –éstas piezas anteriores a la construcción de la fuente, quizás las primeras fundidas en Madrid, obra de Sánchez Pescador-; la fuente se situó en su actual emplazamiento en 1879. A su izquierda queda un templete de música, bordeado de pinos carrascos (Pinus halepensis Miller), plátanos de paseo (Platanus hispanica Miller) y tilos (Tilia platyphyllos Scop.). En las cercanías de la fuente de los galápagos se hacen visibles algunos pies de arces (Acer campestre L.).

Estanque

 

Nuestra vista se centra ahora en el amplio estanque y, en particular, sobre el monumento a Alfonso XII, asentado sobre el antiguo embarcadero de Fernando VII; un proyecto de José Grasses, iniciado en 1901, inaugurado en 1922 y convertido en una extraordinaria muestra de la escultura española del XIX; la estatua ecuestre del rey es obra de Benlliure. Tras este monumento –de visita obligada- se encuentran algunas encinas (Quercus ilex L.), olivos (Olea europea L.) y árboles del amor –también llamados de judas (Cercis siliquastrum L.), de espectacular floración rosa que precede a la salida de las hojas.

 

En las proximidades se encuentran los Palacios de Velázquez y de Cristal, obra ambos de Ricardo Velázquez –a quien debe su nombre el primero-, construidos para albergar, respectivamente, la Exposición de Minería y Bellas Artes, celebrada en 1883, y como invernadero de la de Filipinas, organizada cuatro años después. El de Velázquez presenta fachada de ladrillos a dos colores, con azulejos de Daniel Zuloaga realizados en los hornos de La Moncloa. El de Cristal tiene a su frente un pequeño estanque con cisnes, patos y cipreses de los pantanos (Taxodium distichum (L.) L.C. Richard). Ambos edificios son hoy centros de exposiciones dependientes del Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía. En el camino que media desde el estanque a estos edificios nos topamos con castaños de indias (Aesculus hippocastaneus L.), acacias de tres puntas (Gleditsia triacanthos L.) y algún seto de boj (Buxus sempervirens L.). Entre ambas edificaciones crecen olivos y encinas mezclados con algunos pies de sáucos (Sambucus nigra L.), cipreses (Cupresus sempervivens L.) y sauces llorones (Salix babylonica L.).

Palacio de Velázquez (fachada principal)

Hacia la calle de Alfonso XII, desde donde puede accederse por la puerta de Felipe IV, se encuentra una zona especialmente delimitada, conocida como "el parterre", un jardín geométrico, con setos bajos, entre los que se encuentran algunas cupresáceas enanas. El espacio, inicialmente conformado como un bosque ochavado, fue convertido en jardín "a la francesa", con marcado diseño geométrico, por deseo de Felipe V; muy dañado por las tropas francesas, sólo permanece de su antigua plantación un ciprés calvo (Taxodium mucronatum Ten.), de origen americano, el más viejo de los árboles de El Retiro, ramificado en forma de candelabro, que se sitúa a la izquierda de la entrada; la estructura actual del "parterre" data de tiempos de Isabel II. La puerta fue inicialmente construida como entrada para Mariana de Austria, esposa de Carlos II; luego pasó a ocupar este lugar. Como en otros espacios de El Retiro, aquí se acomodan un par de las estatuas construidas para el Palacio Real las de Sancho IV y Enrique II- junto a algunos monumentos, entre ellos los dedicados a los Jacinto Benavente (padre e hijo) y al doctor Pulido. La vegetación queda conformada por acacias de tres puntas y un muro de cipreses

 

Parterre

 

La mayor acumulación de las estatuas destinadas al Palacio se presenta en el paseo que comunica la Puerta de España con el estanque. Esta puerta, la principal del parque, es obra de José Urioste; se sitúa en la calle de Alfonso XII y porta la fecha en que el parque pasó a ser propiedad del pueblo de Madrid. Los árboles que ladean este camino son conocidos como cedros de Oregón o cedros de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana (A. Murray) Parl.)

Fuente de la alcachofa

Fuente de los galápagos

En el lado opuesto de El Retiro se encuentra la antigua casa de fieras, hoy ajardinada y convertida en paso hacia los jardines de Cecilio Rodríguez, quien fuera jardinero jefe de estas instalaciones y cuyo busto fue levantado en 1949; estos jardines son el espacio más cuidado de todo El Retiro, ricos en fuentecillas y canales donde flotan nenúfares y se pavonean patos y pavos; el arbolado lo componen setos de boj, laureles (Laurus nobilis L.) y moreras (Morus alba L.), con las que alternan algunos pies de madroños (Arbutus unedo L.) y de ginko (Ginkgo biloba L.).

La lista de fuentes y monumentos ubicados hoy en este parque madrileño es bastante extensa; de los cinceles de Mariano Benlliure salieron los bronces con que se recuerda al general Martínez Campos; Victorio Macho dio forma a los monumentos dedicados a Santiago Ramón y Cajal y a Benito Pérez Galdos; Lorenzo Coallunt Vera esculpió a Ramón de Campoamor y algunos de los personajes de sus obras; A. del Rosal realizó el bronce en el que se recuerda al pintor Romero de Torres, José Ortells diseñó el busto de Tolosa Latour, P. Estany representó al músico Churruca; Julio Antonio representó a Ruperto Chapí; Miguel Blay realizó el monumento al doctor Cortezo y, junto a Benlliure, Juan Cristóbal y Francisco Asorey diseñaron la fuente dedicada a la República de Cuba. La lista es aún más extensa, pero si hubiera que seleccionar sólo una de las muchas piezas de arte que guardan estos jardines habría que señalar el monumento al ángel caído, obra de Ricardo Bellver, instalada en 1880, bajo la dirección técnica de J. Urioste: ocho cabezas de dragones de bronce rodean a una figura enroscada en una serpiente; la obra, premiada en la Exposición Internacional de París celebrada en 1878, es –quizás- la única escultura pública dedicada al demonio.

Paseo de Argentina

Vista desde la puerta de Hernani

Mas para conocer el Retiro nada mejor que pasearlo, con la tranquilidad que en él se respira, y admirar sus obras de arte, las de creación humana y las propias de la naturaleza.

 

 

Para saber más