Fecha
Autor
Levy, Steven. Alianza Editorial, 2002. Madrid. 366 pp.

Cripto. Cómo los informáticos libertarios vencieron al gobierno y salvaguardaron la intimidad en la era digital.

COMO PIRATAS, PERO MÁS CORTESES<br> La revolución informática ha contado con sus héroes y sus ?capillas? secretas. No ha estado dominada, como se cree, por las grandes corporaciones. Una lucha sorda ha existido entre las compañías y los ?héroes? dedicados a minar el poder de aquéllas y de los gobierno. Reseña realizada por Ángel L. Rodríguez<br> Servicio de Informática,<BR>Centro de Humanidades, CSIC

No hay mejor historia que la que suministran unos personajes que parecen sensacionales, definitivos. Desde la perspectiva que nos ofrecen estas dos obras, los ciudadanos del tercer milenio, estaríamos asistiendo a uno de los grandes acontecimientos de la Humanidad, una transformación tan profunda, que mientras nos moldea como individuos, alumbra una sociedad que apenas vislumbramos: el tránsito desde la sociedad industrial a la sociedad red. Como quienes presenciaron las revoluciones burguesas en la era del imperio, los ciudadanos de la era de la información, vivimos en la incertidumbre de una situación caracterizada por la volatilidad del proceso. Esta contigüidad con los hechos, la inmersión en el proceso aludido, plantea dudas razonables sobre qué pintamos todos nosotros, como individuos pero también como ciudadanos, en el mundo que se nos avecina. Y a eso vamos, pues los dos libros son un notable y audaz ejemplo por desvelar las claves de un presente tan contemporáneo que aún esta por venir.

Muchos pensadores tratan de rasgar el velo de lo cotidiano, y ofrecernos una visión que, aunque a veces sea demasiado retórica, siempre es necesaria. Este es el sentido de las obras de Himanen y Levy. Ambos ofrecen una perspectiva, a mi gusto, excesivamente individualista, posición que, más que restarles interés, refuerza la sensación de proximidad a los hechos que se relatan. Aquí es donde las intenciones y las formas de presentarnos los acontecimientos divergen: el primero ofrece una perspectiva filosófica y el segundo más bien periodística.

Levy construye un compendio tecno-ácrata del origen informático de la criptografía. Su libro relata minuciosamente algunos acontecimientos que dieron origen a la criptografía de clave pública. Su estilo consiste en hilvanar muchas historias contadas por los protagonistas para demostrar que los científicos y técnicos que estaban en el ajo de estas problemáticas formaban una comunidad libertaria ansiosa por sacudirse el control de las corporaciones y, desde luego, del estado. La mera consulta del índice deja clara la intención seductora de los autores, siempre dispuestos a forzar nuestra simpatía hacia protagonistas: criptoanarquistas solitarios que dicen actuar como justicieros llaneros solitarios de la programación. Algunos de los impulsores del programa de cifrado creado por Zimmermann, la famosa PGP (Pretty Good Privacy), tenían como objetivo impedir que con las computadoras aumentara el poder del gobierno. Hackers como Tim May, John Gilmore o Eric Hughes dedicaron mucho tiempo a organizar reuniones y conferencias en los que se leían manifiestos provocadores: el Manifiesto Criptoanarquista de May terminaba con un sugerente: "¡Mundo, levántate, no tienes nada que perder salvo las alambradas!" Intentaban horadar las fronteras que tradicionalmente habían impedido el flujo de información. Fue así como nacieron los cyberpunks, asociados a comienzo a un uso antigubernamental de la Red: "A los cyberpunks no les preocupa si gusta o no el software que escriben. [...] pues saben que un sistema muy disperso no puede ser eliminado". Pues su propósito era derribar el monstruo orweliano mediante la alquimia matemática de una criptorrebelión.

Desde supuestos parecidos surge la reflexión de Himanen, quien también argumenta el origen idílico y socializado de las ideas que conformaron la informática: conocimientos compartidos en una especie de academia platónica. Los autores están tan encantados con esos orígenes y la idea de progreso que, con seguridad, algunos de los protagonistas del libro se sonrojarían, pues todos conocen la responsabilidad, para lo bueno y para lo malo, de estas tecnologías en los procesos de globalización.

Himanen cree en los héroes, y quiere una sociedad en la que la conciencia hackers puede contrarrestar la amenaza que representa el Leviatán tecnológico. Este holismo "pirata" es presentado como si se tratase una respuesta ciudadana espontánea natural capaz de frenar el creciente predominio de lo técnico en detrimento de lo político. Y así, como por arte de magia, lo que comienza siendo una reacción individual acaba provocando una transformación social. Uno de los puntos importantes de esta argumentación se apoya en el auge del free sotfware o, con más propiedad, del Open Source. Ciertamente, en sus páginas se presenta la comunidad Open Source como paradigma de la nueva ética que cimentará la sociedad red. En su conocido ensayo "La catedral y el bazar", Eric Raymond, nos recuerda Himanen, subrayó que la verdadera innovación de Linux (uno de los puntales del código abierto) no fue informática sino social pues, al menos para algunos, lo más relevante tiene que ver con el impulso a las estructuras abiertas, a esa sustitución del modelo de la catedral por el del bazar.

Esta argumentación, difícilmente rebatible debido al tratamiento heterodoxo del tiempo que hila la narrativa, se basa en la conducta de algunos de los líderes de este movimiento, pero lo cierto es que sus opiniones no son las más seguidas ni tampoco las más representativas. Himanen sugiere que la existencia de nuevas empresas Open Source es una prueba incontrovertible del cambio ético, pero olvida el detalle de que casi todas están a punto de desaparecer. Muchos hackers, como Stallman, ya no ven la red como algo manejable y, en la marea electrónica en la que vivimos, han ido derivando hacia tecnologías peer-to-peer o del tipo grupos de noticias.

Es cierto que una parte importante de la orden de los caballeros originarios de la informática posee un halo libertario. Levy propone que fueron un puñado de tecnólogos cocidos en el horno de los acontecimientos norteamericanos de los sesenta quienes inventaron la libertad en la nueva era, mientras que Himanen predice que la libertad está por llegar y que será modulada por la ética hacker, el nuevo espíritu que recorrerá la sociedad red. Himanen es audaz al proponer que el informacionalismo, teoría que Castell resume brevemente, es explicable con una narrativa hecha de pintorescos fragmentos del hackerismo primitivo. En cualquier caso, se trata de un menú literario de sabrosa y ligera digestión, y no niego haberlo disfrutado.

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