Fecha
Autor
Martínez Pulido, Carolina. Madrid: Biblioteca Nueva, 2003. 554 pp

El papel de la mujer en la evolución humana.

SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE... Y LA MUJER<br> Exposición detallada de los datos sustanciales sobre la función de la mujer en la evolución humana, asunto relegado durante mucho tiempo hasta que las científicas entraron en el campo de la primatología y alcanzaron conclusiones tan reveladoras como polémicas Reseña realizada por Marta I. González<br> Instituto de Filosofía, CSIC

Sostenía Darwin que las mujeres estaban menos evolucionadas que los hombres al no estar sometidas a la presión de la selección sexual. Han sostenido y aún sostienen muchos paleoantropólogos contemporáneos que lo que hace única a la especie humana se lo debemos a los primeros homínidos varones que se dedicaban a la caza. Y todavía las reconstrucciones actuales (en museos, libros, documentales...) de la vida de prehomínidos y homínidos primitivos se recrean en los machos poniéndose en pie, inventando el lenguaje, descubriendo el fuego, dedicándose a la caza... mientras las hembras, en un discreto segundo plano, dan de mamar a las crías. No es de extrañar entonces que cuando a partir de los años 60 las mujeres comenzaron a investigar en paleantropología en mayor número, se preguntarán a qué se dedicaban las hembras de estos homínidos mientras ellos se enfrentaban a la dura tarea de evolucionar. Carolina Martínez Pulido decidió titular su libro El papel de la mujer en la evolución humana, y en primera instancia este título parece anunciarnos que se va a desvelar lo que está oculto en gran parte de los modelos planteados para explicar el camino que nuestros antepasados recorrieron en los últimos 4 o 5 millones de años: la importancia de las hembras, sus roles y actividades, para tratar de entender por qué los seres humanos somos como somos. Sin embargo, para llegar hasta ahí, nos hace recorrer un largo camino previo.
La autora entiende que abordar el complejo, fascinante y cambiante tema de la evolución humana desde una perspectiva de género requiere contextualizarlo en el marco más general del desarrollo de la teoría de la evolución biológica. Casi la mitad del libro está dedicado precisamente a ofrecer una panorámica general de la historia de las ideas científicas sobre la evolución en general y sobre la evolución humana en particular. Así, las dos primeras partes componen una exposición, clara y útil, del pasado y el presente de la teoría de la evolución y su instanciación en la especie humana; una exposición que, además, subraya las controversias de un campo particularmente polémico, sin ahorrarle al lector desacuerdos ni lagunas.
Y justo cuando empezábamos a preguntarnos por las mujeres, Martínez Pulido comienza a presentárnoslas, transformando ahora su libro en una exposición sobre "el papel de las mujeres en la investigación sobre evolución humana". Aparecen en primer lugar, y por derecho propio, las pioneras de la primatología (Jane Goodall, Dian Fossey, Biruté Galdikas), y a continuación varios capítulos sobre las investigaciones de algunas mujeres escogidas que suscitan asuntos tan polémicos como el de la interpretación de los datos procedentes del ADN mitocondrial (Rebecca Cann), el ritmo de la evolución y la relevancia del clima (Elizabeth Vrba), la clasificación de los restos de homínidos (Meave Leakey) o la desatendida hipótesis del simio acuático (Elaine Morgan).
Es en el último tercio del libro donde se tratan de forma explícita los temas que se corresponden propiamente a lo que el título prometía. En cuanto a éstos, se esbozan apenas algunos debates inevitables, como la discusión sobre la objetividad y la importancia de los contextos sociales y políticos para entender el desarrollo de las teorías de la evolución humana, aunque el libro ofrece material suficiente para repensarlos seriamente. La hipótesis del simio acuático de Elaine Morgan, por ejemplo, es un caso perfecto de cómo una teoría epistémicamente respetable puede ser ignorada por su excesiva heterodoxia, unida al carácter de "intrusa" en el mundo académico de su proponente y sus nexos con propuestas feministas. Un capítulo aparte hubiera merecido también quizá Sara Hrdy, a quien sólo se dedica un par de párrafos, y cuya osada "sociobiología feminista" resulta incómoda tanto para los enfoques mayoritarios como para una parte importante de las críticas feministas.
Aunque podría parecer que Carolina Martínez Pulido presenta tres libros en uno, su fuerza reside en las posibilidades de integración entre ellos para dar cuenta de cómo el creciente papel de las mujeres en la investigación sobre la evolución humana ha precipitado un papel igualmente creciente de las mujeres en la evolución misma. Un libro, en definitiva, para aprender ciencia y, sobre todo, aprender sobre la ciencia.

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