Fecha
Autor
Carr, Nicholas. Editorial Taurus, 2011. 344 páginas.

Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?

UNA PROFUNDA REFLEXIÓN SOBRE EL PAPEL QUE JUEGA INTERNET EN NUESTRAS MENTES <br> Reseña realizada por Pedro Alonso<br> Consejería de Educación y Empleo<br>Comunidad de Madrid

En la película de 1951,”Esa pareja feliz”, del tándem Berlanga-Bardém, se contaban las andanzas de la pareja formada por Elvira Quintillá y Fernando Fernán Gómez que intentaban salir de sus penurias de realquilados y encontrar su pedazo de felicidad en el mundo. Para ello, una de sus máximas esperanzas estaba puesta en un curso por correspondencia, que hacía Fernán Gómez, de lo que se suponía sería una profesión de futuro y que tenía como lema: “A la felicidad por la electrónica”.

¿Cuál podría ser el equivalente al lema anterior pasados 50 o 60 años? Uno de los candidatos más firmes, sin duda, podría ser el de “A la felicidad por Internet”. Cuesta, en efecto, no acabar completamente seducidos por tantos halagos y parabienes que se hacen a Internet, a la que se atribuye sin duda alguna que nos aportará soluciones prácticamente a todo, que nos hará la vida más fácil y feliz y que, tanto, aumentará nuestra productividad.

Pues bien, aquí tenemos un libro que de forma razonada y amena pone en duda y cuestiona tanta felicidad, y alerta frente a algunos fenómenos que pueden estar ocurriendo en nuestras mentes ante una utilización indiscriminada y masiva de Internet. “Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?” es un libro de Nicholas Carr, que fue finalista del premio Pulitzer en Estados Unidos y que se publicó a principios de 2011 en España por la editorial Taurus.

El libro comienza con una reflexión personal del autor, en referencia a cómo empezó a notar que su mente estaba cambiando en el sentido de notar una pérdida de concentración y una mayor dificultad para leer textos largos de forma reposada y reflexiva. (Por cierto; quien esto escribe, adquirió el libro en abril de 2011. Lo hojeó, le pareció bien, pero – acaso con el mismo problema que Nicholas Carr - después de varios intentos lo dejó y fue siete meses después cuando, no sin esfuerzo, acabó leyéndolo). La reflexión e indagación sobre el por qué le sucedía este fenómeno y el papel de Internet en ello, constituyen el origen del libro.

Hay que decir que el autor no es un retrógrado tecnológico sino que se trata, más bien, de un amante de las nuevas tecnologías con una trayectoria reconocida en Estados Unidos como periodista y ensayista en este campo. Su tesis es que el uso de Internet está produciendo cambios profundos en el funcionamiento de nuestro cerebro: potenciando, por una parte, ciertos tipos de conexiones cerebrales o creando otras nuevas, y, por otro, anulando conexiones o haciendo disminuir la eficacia de muchas de las existentes. Se basa, para ello, en dos grandes argumentos que describe e ilustra con minuciosidad y gran profusión de detalles al comienzo del libro.

En primer lugar, pone encima de la mesa la formidable capacidad de plasticidad del cerebro (re)descubierta en los últimos 25 años, por la cual no es cierto, como se pensó mucho tiempo, que, tras un periodo de desarrollo, el cerebro se quedaba totalmente formado a una cierta edad adulta, a partir de la cual ya apenas se producían transformaciones ni nuevas conexiones sinápticas. Lo cierto, según parece demostrado, es que el cerebro a cualquier edad y en cualquier momento tiene una formidable capacidad de cambiar y regenerarse.

En segundo lugar, repara en cómo, a lo largo de la historia, el invento o aparición y el uso de nuevas herramientas y tecnologías han producido cambios profundos en el cerebro del hombre. Así, va repasando los efectos en la mente de la aparición de las primeras formas de escritura y su evolución posterior, el invento por los griegos del primer alfabeto fonético con el que se produce el cambio de una cultura oral a una literaria, la separación de las palabras en la escritura que se produjo en la edad media… Por otra parte se repasan las acomodaciones tecnológicas para la forma de escritura y la aparición de otros medios de comunicación que han contribuido a cambiar nuestro cerebro: Tablillas, papiros, pergamino, la invención del libro y posteriormente la invención de la imprenta de Gutenberg lo que constituyó, con su masiva difusión una auténtica revolución en las forma en que la sociedad civilizada occidental hizo evolucionar su forma de pensar, de aprender, continuando hasta el siglo XX con la aparición de otras herramientas y medios de comunicación. (A este respecto, es impresionante la anécdota de Nietzsche, el cual cambia, no sólo su forma de expresarse y redactar, sino también su propio pensamiento al verse impelido, por enfermedad, a tener que utilizar en 1881 una de las primeras máquinas de escribir, una Writing Ball Mailing-Hensen).

Planteadas estas dos premisas: que el cerebro puede ser modificado y cambiar su plasticidad; y que las diferentes tecnologías han cambiado la mente del hombre, la idea de tratar de indagar acerca de si Internet nos está modificando el cerebro, y la manera en la que lo está haciendo, es obvia.

Para ello, se relata un gran número de estudios y experimentos realizados en los ámbitos de la Psicología y la Neurología relativos a la utilización más o menos intensiva de Internet y los resultados obtenidos al respecto en cuanto a la mejora o no de variables tales como la atención, la memoria, la concentración..etc. Por otro lado, el libro explica en detalle la creación, crecimiento y desarrollo de Internet y sus paradigmas de funcionamiento habitual con su irremediable, a lo que parece, “googlelización”, con lo que ello implica de promover, por encima de todo, la navegación cada vez más rápida, ya que a más páginas visitadas, más negocio por ingresos provenientes de la publicidad.

La conclusión que Clark obtiene es clara. A la pregunta: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?; la respuesta resumida sería: Nos está haciendo más superficiales.

El libro está – como suele ocurrir con muchos excelentes libros de ensayo y divulgación científica americanos - repleto de datos, historias y de referencias, por lo que resulta muy entretenido y útil y creo que merece, tanto por sus fundamentos e intención como por los muchos detalles y datos que en él se contienen, una lectura reposada y atenta a la que animo vivamente.

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