Fecha
Fuente
La Razón
Autor
Javier Gallego

“Esperamos probar nuestra vacuna contra el coronavirus en humanos a finales de año”

Entrevista con el doctor e investigador Felipe García, responsable de la sala de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clinic de Barcelona

El doctor Felipe García, responsable de la sala de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clinic de Barcelona, está en primera línea de respuesta a la epidemia del nuevo coronavirus (Sars-Cov-2) tratando pacientes. En paralelo, ha puesto todo su bagaje en el ámbito de la investigación al servicio de la lucha contra la Covid-19. Tras una dilatada trayectoria en la batalla contra el VIH, se ha volcado ahora en la búsqueda de una vacuna y tratamientos que venzan al Sars-Cov-2.

La epidemia del coronavirus ha empezado a remitir, ¿cómo se encuentra el Hospital Clínic en estos momentos?

Las primeras semanas fueron especialmente duras porque el número de pacientes que llegaba era muy importante y, entre ellos, había un número muy importante que caía muy enfermo y había que trasladarlos a la UCI. Hubo una presión muy importante, pero, ahora y desde hace prácticamente tres semanas, la situación ha mejorado bastante. El número de pacientes que viene ahora es bastante menor y muy asumible.

¿Los pacientes que llegan ahora presentan cuadros graves o ahora ya son mayoritariamente leves?

Nosotros solo ingresamos pacientes con neumonía o si tienen alguna enfermedad que pueda agravarse con el virus. A las personas con síntomas leves, les visitamos en urgencias, pero le damos el alta y los mandamos para casa.

Usted, además de estar en primera línea de lucha contra el coronavirus, también lidera un proyecto de vacuna.

Pusimos en marcha un proyecto de vacuna hace unas semanas. Está financiado por la Generalitat y el Instituto de Salud Carlos III y forman parte varios centros de investigación. Nuestro objetivo es desarrollar dos vacunas. La primera, que es la más importante, de ARNm, que es un ácido ribonucleico -parte del material genético que tenemos en nuestro cuerpo-. Estas vacunas, que se inyectan, son muy fáciles de fabricar y en pocas semanas podemos tener resultados y saber si puede funcionar. La segunda vacuna será MVA, que es un virus al que le insertas parte de otro virus y cuando vacunas a una persona queda protegida frente a las dos infecciones. Si vemos que con la primera vacuna no produce una suficiente respuesta contra el coronavirus, aplicaremos la segunda de refuerzo.

¿Qué plazos se han marcado para tener lista la vacuna para probar en personas?

Si la vacuna de ARNm funciona, es muy rápida de fabricar y podremos tener resultados muy rápidos. Cuando se hace una vacuna, tienes que demostrar que funciona en animales –inducir respuesta en animales- y luego pasar filtros de seguridad -aplicar dosis muy alta de la vacuna para certificar que en animales es segura y en humanos también-. Nosotros tenemos un modelo de vacuna muy parecida probada en humanos para la infección VIH y ha sido segura, pero no es exactamente la misma. Por eso, ahora tenemos que probar si es segura en modelos animales y no enferman, que esperamos que no. Esperamos antes de finales de año tener una vacuna lista para hacer pruebas en humanos.

Y en caso de que no funcionara solo con la vacuna de ARNm, ¿cuánto se podría retrasar?

Si tuviéramos que usar las dos vacunas complicaría la situación y hasta principios de año que viene no empezaríamos a probar en personas. Con el desarrollo de la segunda vacuna, hemos hecho un plan de contingencia por si una sola vacuna no funciona. A finales de verano esperamos tener la vacuna probada en animales y, tres meses después, empezar en humanos.

¿Cuál es el proceso de desarrollo?

En el Hospital Clínic hacemos el diseño, junto al Instituto de Investigación de Biomedicina de Barcelona, la Universidad de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra. Se hace mediante sistemas computacionales y tardamos entre 3 y 4 semanas. Después, lo enviamos a la Universidad Libre de Bruselas, donde entre 2 y 4 semanas fabricarán la vacuna. A continuación, iría a la Universidad de Santiago de Compostela, donde la encapsulan para darle estabilidad. Finalmente, la probamos en animales en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Madrid y en células en nuestro centro.

¿Cree posible, por ejemplo, que la Universidad de Oxford pueda tener disponible una vacuna en septiembre?

Yo lo veo difícil. Soy optimista, pero una vacuna lleva su tiempo y a mí me cuesta pensar que en un corto periodo de tiempo podamos tenerla. Una vacuna tiene que ser eficaz en toda la población y hay que garantizar que no genera efectos secundarios para aplicarla de forma masiva. Yo puedo tener una vacuna que funcione en modelos animales, pero eso no es garantía de que sea eficaz en toda la población. En el caso del prototipo de vacuna de la Universidad de Oxford, ahora van a tratar a 500 personas para saber si es segura e induce defensas. Es difícil que con 500 personas se sepa si es efectiva para evitar la infección. Tampoco sabemos cuántas defensas necesitamos para protegernos del coronavirus. No tenemos un marcador que lo indique. A finales de año sabremos si hay vacunas que son inmunogénicas, es decir, que son capaces de hacer que se desarrollen defensas en las personas. Luego tendremos que saber si esas defensas que se han desarrollado en las personas son capaces de proteger a las personas. Y, finalmente, tendremos que ver que esas vacunas son seguras, que no generan efectos secundarios.

No hay ninguna vacuna efectiva del resto de coronavirus, ¿no?

Bueno, ahora se van a publicar en la revista Lancet un par de ensayos clínicos sobre inmunogenicidad –la capacidad de inducir defensas- sobre una vacuna contra el Mers. Son resultados muy prometedores. Pero faltará la tercera pata: parecen seguras, prometedoras –aumentan las defensas-, pero hace falta ver si protegen a las personas frente a la infección. Esta tercera pata es la más complicada porque depende del número de personas infectadas que haya. Si tengo que demostrar que una vacuna es eficaz, tengo que tener un número de personas infectadas importante. Es decir, cuanto más riesgo tiene la población de infectarse, menos personas necesito para demostrar la eficacia de la vacuna. Si tengo un riesgo de transmisión muy bajo, necesito millones de personas que se pongan la vacuna para demostrar que es eficaz. Y en la mayoría de países en las que se está probando la vacuna del nuevo coronavirus (Sars-Cov-2), la epidemia va rebajada o está llegando a su pico -el número de infecciones en España es mucho menor-. Por tanto, demostrar que la vacuna es eficaz es complicado, como ocurre con el Mers, que hay pocos casos, y el Sars, que no hay ningún caso. Sabemos que las vacunas son inmunogénicas y seguras, pero no podemos saber si son eficaces.

Usted trabaja en el desarrollo de vacunas contra el Sida, ¿qué complejidad reviste el desarrollo de una vacuna para un coronavirus de estas características?

Desarrollar una vacuna nunca es fácil. Igual que desarrollar un medicamento tampoco es fácil. Por lo tanto, cuantos más prototipos de vacunas tengamos en paralelo, más rápidamente podremos llegar a una vacuna. Actualmente hay entre 80 y 110 vacunas o prototipos en desarrollo. Creo que es bueno porque, si alguno no llega a tener una vacuna adecuada, lo tendrá el otro. Y segundo, si en nuestra vacuna nosotros fracasamos, el resto de la comunidad científica sabrá que la aproximación que hemos hecho no es adecuada y por lo tanto hará que esa persona pueda buscar una vacuna más fácilmente. Esto es un mensaje importante. Dicho esto, la vacuna es difícil y es muy importante que haya muchos prototipos. Este virus muta bastante, pero menos que el del VIH, y esto previsiblemente hará que –no en el desarrollo de la vacuna en sí- probablemente sea más fácil encontrar una vacuna contra este virus que el del sida. Se ha publicado ahora un experimento en China de vacuna con virus inactivado en macacos a los que infectaron: los anticuerpos que generaron estos macacos demostraron que son capaces de neutralizar al Sars-Cov-2 que circula en China y la mayoría que hay en el resto del mundo. Esto es una buena noticia. Y nos anima a decir que probablemente sea más fácil encontrar antes la vacuna.

En este sentido, en caso de que el virus mute, ¿se debería de desarrollar de cero una vacuna o se puede readaptar sobre la base de las investigaciones realizadas hasta ahora?

Las dos cosas. En principio, si tú tienes un virus que ha mutado mucho de forma natural, escapará a la vacuna. Un virus suele mutar a raíz de una presión farmacológica, es decir, cuando tú le tratas con un medicamento y las defensas del organismo no son capaces de controlarlo del todo –cuando la eficacia de los tratamientos, vacunas o respuesta natural no es suficiente-. Ahora no sabemos si el virus está escapando a los tratamientos, por eso no sabemos si son eficaces o no. Potencialmente es un virus que está bastante conservado por lo que no tendríamos que partir de cero y tendríamos solo que adaptarnos. Es decir, si tuviéramos que hacer una segunda vacuna, partiríamos de parte del desarrollo que ha habido hasta ahora. Es lo que pasa con las vacunas de gripe cada año. No partimos de cero, pero no sirve la vacuna del año anterior. Pensamos y esperamos que las vacunas sean eficaces no solo a corto, sino a medio y largo plazo.

Además de la vacuna, en el Hospital Clínic también están inmersos en la búsqueda de tratamientos efectivos contra el coronavirus.

Aparte de este proyecto de vacuna, estamos buscando mecanismos dentro del Hospital Clínic para tratar a los pacientes o prevenir la infección sin vacuna. En esto, estamos haciendo investigación: intentamos descubrir cuáles son los mejores antivirales que hay para las distintas fases de la infección y los antiinflamatorios para evitar que los pacientes empeoren e ingresen en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). También estamos investigando cómo prevenir la infección con medicamentos.

¿Y cuándo cree que tendrán resultados de las pruebas?

Algunos estudios están ya bastante avanzados y esperamos tener los resultados en las próximas semanas, tanto con antivirales como con antiinflamatorios. Aunque estos estudios dependen un poco de cómo vaya la epidemia: como ahora ha habido, por suerte, este parón de pacientes, podemos tardar más en tener los resultados.

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