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Autor
Patricia Biosca

La carne no nos hizo humanos

Un estudio rechaza la idea de que Homo erectus desarrollara su gran cerebro y su cuerpo gracias a una dieta carnívora

Hace unos dos millones de años, nuestros antepasados cambiaron: su cerebro se agrandó, al igual que el resto de su cuerpo, que se acomodó para poder erguirse y caminar a dos patas. Surgió Homo erectus, la transición evolutiva clave hacia lo que somos hoy. Pero, ¿qué es lo que impulsó tales modificaciones? Una de las teorías más potentes hasta la fecha apuntaba a que fue un cambio en la dieta, concretamente el consumo de más carne, fue el factor determinante que 'nos hizo' humanos. Sin embargo, un estudio recién publicado en la revista ' Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) cuestiona esta hipótesis, afirmando que, en realidad, existe un sesgo muy importante en la investigación.

Esta idea basa su veracidad sobre todo en el enorme volumen de huesos de animales con marcas de cortes encontrado, lo que indicaría que, efectivamente, el H.erectus consumía este alimento.

Y mucho. Pero este antepasado no fue el primero en comer carne. ¿Qué hay de las pruebas que nos indican que sus antepasados también tenían ese gusto 'carnívoro'? El equipo liderado por Andrew Barr, profesor de antropología de la Universidad de George Washington y autor principal del estudio, se propuso comparar los registros existentes entre hace 2,6 y 1,2 millones de años en los principales yacimientos arqueológicos de África, comparando las pruebas que dejaron no solo los H. erectus, sino también los H. habilis o los H. rudolfensis, entre otros. Y se dio cuenta de que, en realidad, todo indica a que los investigadores se centraron en buscar ese tipo de rastro durante ese periodo concreto, posiblemente guiados por la creencia de que este cambio concreto en la dieta fue determinante para nuestra evolución.

«Generaciones de paleoantropólogos han ido a famosos yacimientos, como el de la Garganta de Olduvai (una de las candidatas a 'Cuna de la Humanidad'), en busca de pruebas directas e incontestables de que los primeros humanos comían carne, lo que fomentó que se encontrara una explosión de evidencias de su consumo hace dos millones de años -señala Barr-. Sin embargo, cuando sintetizas cuantitativamente los datos de numerosos lugares en el este de África para probar esta hipótesis, como hemos hecho nosotros, la teoría evolutiva de 'la carne nos hizo humanos' comienza a desmoronarse». 

A más investigación, más resultados

En concreto, Barr y sus colegas recopilaron datos publicados de nueve importantes yacimientos africanos, incluidos 59 niveles de sitios que datan de hace entre 2,6 y 1,2 millones de años. Utilizaron varias métricas para rastrear el 'gusto carnívoro' de los homínidos, teniendo en cuenta la cantidad de huesos de animales que tienen marcas de corte hechas con herramientas de piedra u otras, además de la cantidad de niveles estratigráficos encontrados por separado. 

Y los resultados fueron reveladores: en realidad no existe un aumento claro y sostenido de que el H. erectus comiera mucha más carne que otras especies, y que el aumento de pruebas es debido al incremento en la intensidad de los trabajos arqueológicos. Es decir, cuanto más tiempo y con más recursos se busca en un lugar concreto, más posibilidades de encontrar lo que buscamos, en este caso, huesos de animales con marcas de corte. Apuntando a esta hipótesis, los investigadores también descubrieron que el conteo de huesos modificados estaba «fuertemente correlacionado» con el hallazgo de herramientas de piedra asociadas. 

«He excavado y estudiado fósiles marcados con cortes durante más de 20 años y, aún así, estos resultados han sido una sorpresa», indica Briana Pobiner, investigadora del Programa Orígenes Humanos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian y coautora en el estudio. «Esta investigación cambia nuestra comprensión de lo que nos dice el registro zooarqueológico más antiguo sobre el consumo de carne prehistórico. También muestra lo importante que es que sigamos haciéndonos grandes preguntas sobre nuestra evolución, mientras continuamos descubriendo y analizando nuevas pruebas sobre nuestro pasado».

¿Qué pudo ocurrir en realidad?

Pero, si no fue la carne, ¿qué factor fue el que provocó que nuestros cerebros crecieran, nuestros intestinos se redujeran y que nuestra apariencia física tornara de 'salvaje' a lo que somos hoy? Existen varias teorías al respecto, como que aumentó el consumo de vegetales aportado por los recolectores o que el desarrollo y control del fuego fue una ocasión para sacar provecho de los nutrientes gracias a técnicas como la cocción. También se ha barajado la idea de que las relaciones sociales cada vez más complejas de nuestros antepasados contribuyeron a estos cambios. «Sin embargo, ninguna de estas posibles explicaciones tiene actualmente una base sólida en el registro arqueológico, por lo que queda mucho trabajo por hacer», señalan los investigadores.

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