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Detectan seis objetos extraños en el centro de nuestra galaxia

Los astrónomos han descubierto seis objetos extraños en el centro de nuestra galaxia, alrededor del agujero negro supermasivo Sagitario A*

Astrónomos  de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) han descubierto una nueva clase de objetos extraños en el centro de nuestra galaxia, no lejos del agujero negro supermasivo llamado Sagitario A*, según informan en un artículo publicado en la revista Nature.

Los objetos extraños parecen gotas de gas mucho más masivas que la Tierra, pero se comportan como estrellas que rozan la entrada del agujero negro supermasivo.

Los nuevos objetos se ven compactos la mayor parte del tiempo y se estiran cuando sus órbitas los acercan más al agujero negro. Sus órbitas oscilan entre 100 y 1,000 años, explica la autora principal Anna Ciurlo, investigadora de la UCLA.

Aparentemente, lo que han observado los astrónomos es un episodio astronómico relacionado con la dinámica de los agujeros negros supermasivos, que son los que tienen una masa del orden de millones o decenas de miles de millones de masas solares.

Estos agujeros negros, como Sagitario A *, están constantemente en una dinámica que atrae estrellas y todo lo que encuentra en su entorno, formando un conglomerado estelar de dimensiones colosales.

En ese entorno turbulento, todos los cuerpos celestes atrapados por la gravedad del agujero negro supermasivo buscan un espacio en el que colocarse y compiten con las demás estrellas para conseguirlo.

Es en este entorno turbulento en el que los astrónomos han identificado al menos seis objetos que no se corresponden con los demás elementos del entorno. Ellos son esas gotas de gas que se comportan como estrellas y los han llamado G1, G2, G3, G, G5 y G6.

Buscando sitio para aparcar

Los astrónomos consideran que esos objetos extraños son a la vez gas y estrellas porque están también buscando un espacio en el que colocarse en las proximidades de Sagitario A *.

En realidad, según estos investigadores, los seis objetos G serían cada uno de ellos dos estrellas binarias que giran una alrededor de la otra.

Serían el resultado de un episodio que habría tenido lugar hace millones de años, cuando esas estrellas binarias fueron aplastadas por la gravedad del agujero negro.

El aspecto que tienen en la actualidad, entre gotas de gas y estrellas, sería lo que el agujero negro supermasivo está expulsando todavía como consecuencia de esa antigua colisión.

"Las fusiones de estrellas pueden estar ocurriendo en el universo con más frecuencia de lo que pensábamos, y probablemente son bastante comunes", explica Andrea Ghez, otra de las investigadoras.

“Los agujeros negros pueden estar impulsando a las estrellas binarias a fusionarse. Es posible que muchas de las estrellas que hemos estado observando y sin comprender puedan ser el producto final de esas fusiones, que ahora están tranquilas. Estamos aprendiendo cómo evolucionan las galaxias y los agujeros negros. La forma en que las estrellas binarias interactúan entre sí y con el agujero negro es muy diferente de cómo las estrellas individuales interactúan con otras estrellas individuales y con el agujero negro", añade.

5 millones de años

Para reforzar su hipótesis, los investigadores han calculado que el número de objetos G observados se corresponde con el número de estrellas binarias que podría haber en el centro de la galaxia.

Añaden otro dato interesante: esos objetos extraños, que han sido conocidos en diferentes momentos de la exploración astronómica, entre 2002 y 2014, pudieron originarse hace unos 5 millones de años, cuando se produjo la última formación de estrellas cerca Sagitario A *.

Para confirmar esta posible explicación, los investigadores se proponen estudiar más estrellas binarias que habrían terminado unidas por un agujero negro, para ver si en algún momento de su remoto pasado fueron también fugaces gotas de gas, como lo son ahora los objetos G.


Referencia bibliográfica:

A population of dust-enshrouded objects orbiting the Galactic black hole. Anna Ciurlo et al. Nature volume 577, pages, 337–340(2020).

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