Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
Rubén Rodriguez

¿El origen de la vida en la Tierra? Estas ya inexistentes islas pueden tener la respuesta

Un estudio sugiere que la vida pudo comenzar en estanques calientes, acumulaciones de agua en islas primigenias que surgieron desde el fondo marino hace 3.500 millones de años

Alo largo de los años, los científicos han tratado de entender cómo llego a surgir la vida en la Tierra. Intentar comprender por qué nuestro planeta es el único —al menos del que tenemos conocimiento— en el que existen diferentes formas de vida no solo es importante para tratar de conocer nuestro origen, sino también para entender qué es necesario en otros planetas para que el milagro de la vida se produzca. Se han llevado a cabo muchos estudios para tratar de entender cómo surgieron los primeros organismos unicelulares y, ahora, una nueva investigación sugiere que podrían haber nacido en remotas islas.

Los estudios de los expertos han determinado que la vida confirmada más antigua de la Tierra tiene unos 3.500 millones de años, lo que indicaría que estos organismos habrían aparecoido 'solo' unos 1.000 millones de años después de la formación de nuestro planeta. Sin embargo, una serie de restos biológicos hallados en rocas podrían indicar que el nacimiento de la vida incluso podría haber sido anterior de esta fecha confirmada, fechándola entre 3.700 millones de años y 3.950 millones de años. Pero ¿de qué manera podrían haber aparecido? Un nuevo estudio podría dar explicación a este misterio.

La principal duda que hay sobre el nacimiento de vida tiene que ver con las propias condiciones para que esta situación se produzca. Los aminoácidos y los nucleótidos reaccionan químicamente para formar moléculas complejas, que son las que terminan convirtiéndose en proteínas o incluso en ADN o ARN. A partir de ahí, es necesario que se desarrollen diferentes cadenas moleculares para dar lugar a organismos más complejos, lo que se llama polimerización. Sin embargo, muchos expertos convienen que, además de unas condiciones atmosféricas o de temperatura determinadas, es necesario la presencia de tierra firme para que se produzca.

Desde tiempos inmemoriales, son diversas las teorías que se han puesto sobre la mesa para explicar el nacimiento de la vida en la Tierra. Algunos expertos sugieren que la vida microbiana pudo nacer en respiraderos hidrotermales, pero otros creen que por ellos se elimina demasiado calor y que sería imposible permitir la vida microbiana; por ello, otros, defienden que la vida podría haber nacido en el borde de estanques poco profundos, donde sí se darían todas las condiciones para el nacimiento de estos organismos. Sin embargo, esta teoría tiene un problema: haría falta tierra firme para que se produzcan estas 'piscinas calientes'.

Es ahí, precisamente, donde toma importancia un nuevo estudio publicado en 'Nature' llevado a cabo por los científicos Jun Korenaga, de la Universidad de Yale, y Juan Carlos Rosas, del Centro Ensenada de Investigación Científica y Educación Superior de México. En su análisis, partieron de la base de que fuera posible que la vida microbiana hubiera nacido en estanques de la superficie terrestre, pero, para ello, necesitaban investigar si hace casi 4.000 años existían zonas de tierra firme emergidas de los océanos en las que pudiera tener lugar el nacimiento y mantenimiento de vida microbiana.

De esa manera, comenzaron a trabajar en una serie de modelos computacionales con los que recrear cómo eran las condiciones de la tierra hace 4.000 años. Cuál fue su sorpresa cuando, al comenzar a analizar las características del manto y de la corteza terrestres, descubrieron que sí existía la posibilidad de que hubieran emergido una serie de islas por encima del nivel del mar. Basándose en la estructura terrestre primigenia y en el calentamiento radiogénico —es decir, la energía térmica liberada como consecuencia de desintegraciones nucleares espontáneas—, hallaron que los montes submarinos sí podrían haber aparecido por encima del mar, formando islas.

Esta situación habría provocado que, al emerger los montes submarinos, la propia orografía de las montañas hubiera llevado adherida agua submarina, pudiendo generar estanques naturales tanto por el agua oceánica agregada como por las lluvias que se producen sobre la sobre la Tierra. A continuación, la propia acción del Sol habría calentado ese agua, generando unas temperaturas ideales en aguas poco profundas y situadas sobre la superficie donde la vida microbiana podría haber nacido y haberse consolidado de manera importante. El paso de los años habría permitido que se mejoraran sus cadenas evolutivas para, posteriormente, convertirse en organismos pluricelulares mucho más desarrollados.

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