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Autor
Araceli Guede

El primer exoesqueleto infantil ya puede comercializarse: "Vamos a poder ayudar a 17 millones de niños"

El robot biónico, desarrollado en España, logra el distintivo CE, lo que permitirá su distribución internacional

Han tenido que pasar ocho años pero por fin el primer exoesqueleto pediátrico del mundo podrá salir del laboratorio y empezar a utilizarse en las terapias diarias de hospitales y clínicas de rehabilitación. Este invento español acaba de conseguir el marcado CE de manos de la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios y eso permitirá que comience a comercializarse. 

"No solo estamos hablando del hito de ser pioneros en la aplicación de la tecnología robótica a los niños sino que nuestro éxito lo es fundamentalmente porque vamos a poder ser útiles y ayudar a tener una vida mejor para 17 millones de niños en el mundo. Hemos sido capaces de hacer efectiva una solución tecnológica que nadie había pensado pero que hoy es un rayo de esperanza para miles de familias", ha señalado su creadora, Elena García Armada. Ella es la fundadora de Marsi Bionics, una spin-off que emergió del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que también trabaja. 

Por ello, la presentación este miércoles del certificado la presiden la presidenta de dicho organismo, Rosa Menéndez, y el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque. Este proyecto cuenta además con el apoyo de la Fundación ONCE a través del programa espacIA para apoyar proyectos empresariales que den respuesta a las necesidades de las personas con discapacidad.

El distintivo CE supone la homologación comercial del denominado Atlas 2030, lo que hará posible su distribución tanto a nivel nacional como en el resto de países del espacio económico europeo y aquellos que acepten los estándares de calidad de la UE. Años de ensayos clínicos han demostrado que su uso intensivo logra retrasar las complicaciones musculoesqueléticas asociadas a la atrofia muscular espinal (AME) y la parálisis cerebral. En España se estima que de la primera hay entre 300 y 400 afectados. La segunda la padecen entre 2 y 2,5 de cada mil nacidos.

Las diez articulaciones que componen el exoesqueleto pediátrico tienen la capacidad de interpretar la intención de movimiento del menor de forma no invasiva y responder a esta intención en cada paso. También puede trabajarse de forma pasiva, generando un patrón de marcha específico para cada paciente. "Esto permite realizar una terapia muscular integral de una forma lúdica con el niño y la familia mucho más motivadora y efectiva", explican desde Marsi Bionics. Según algunos estudios, en el caso de la AME por ejemplo el ejercicio físico puede aumentar un 50% la esperanza de vida así como su calidad.

"Por el momento es un dispositivo de rehabilitación que debe ser usado con supervisión clínica dentro de un programa de terapia pautado", apostilla García Armada cuando este diario le pregunta si sería posible que los pacientes pudieran utilizar el robot en su día a día. Lo que sí espera es que pueda estar disponible para todos los que lo necesiten y por ello han diseñado "un sistema de pago por uso que lo hace muy competitivo". "Para los hospitales y clínicas de rehabilitación el coste es muy inferior a cualquier equipo médico con tecnología robótica", incide y agrega que "sería muy oportuno" lograr que estuviera disponible para los niños con AME y parálisis cerebral en los hospitales públicos: "Ojalá encontremos buena disponibilidad por parte de las comunidades autónomas".

La vida de esta científica cambió en 2009 cuando conoció a Daniela, una niña tetrapléjica desde bebé por un accidente de tráfico. Fue entonces cuando dio un giro a sus investigaciones y se puso a trabajar en un exoesqueleto infantil. Cuatro años después, en 2013, lograba que la pequeña diera sus primeros pasos. 

Elena García Armada es doctora en Ingeniería Industrial e investigadora científica en el Centro de Automática y Robótica, un centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Madrid. Está reconocida como una de las treinta mujeres más destacadas en el campo de la robótica mundial y forma parte del jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

El siguiente avance se produjo en 2016, con la entrada del invento en fase preclínica y un ensayo en el que participaron una docena de niños. Entre ellos se encontraba Álvaro, un pequeño de entonces cinco años que se convirtió en la cara más visible de este avance de la ciencia española. 

En un primer momento, la empresa solicitó a la UE una ayuda para la industrialización del proyecto que no le fue concedida y puso en marcha una campaña de crowdfunding. Poco después sí recibió financiación del Instrumento para Pymes de la Comisión Europea, una aportación para lograr lo que hoy se ha conseguido: acreditar que cumple la normativa y poder así ponerlo en el mercado. 

En un recorrido que no ha sido fácil, los retos más inmediatos pasan ahora por esa comercialización para lo que sus promotores han emprendido una ronda de financiación. "Tenemos previsto buscar mayor músculo financiero", avanza García Armada, cuyo objetivo es que el exoesqueleto "esté disponible en todas las comunidades autónomas y a también a nivel internacional".

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