Fecha
Fuente
El Mundo
Autor
Víctor Martínez

"La transición ecológica no puede hacerse por decreto"

Entrevista a Carlos Mataix, Director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid

Carlos Mataix es director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid, institución que integra a más de 200 investigadores, profesores y estudiantes para abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Su misión es impulsar desde el ámbito académico la colaboración de empresas, administraciones públicas y organizaciones sociales para la aceleración de la sostenibilidad.

¿Qué ha cambiado para que la transición ecológica se haya posicionado hoy en el centro de la estrategia de Gobiernos y empresas?

La transformación no es un capricho, sino una necesidad de poder afrontar el futuro. Está impulsada por la evidencia de que el actual modelo de interacción con el planeta es muy peligroso y puede abocarnos al colapso. Es cierto que ha traído mucha prosperidad, pero es un modelo que no tiene en cuenta que vivimos en un planeta finito. Esto lo sabíamos desde hace mucho tiempo, pero es muy difícil cambiar de trayectoria. La transición hoy ya no es una opción, es una necesidad.

¿Existe entre las personas esa disposición a transformarnos de forma tan integral?

La conciencia ante esta necesidad ha aumentado muchísimo. Hay un deseo de que el cambio se produzca. Hay que hacer ver que la transformación, además de protegernos frente a los efectos del cambio climático y de la destrucción de los ecosistemas, es una gran fuente de oportunidades para mejorar nuestra vida y nuestra convivencia. Estamos ante la necesidad de gestionar un cambio profundo, que es lo más difícil en la vida. Y el cambio siempre parte de la conciencia de que las cosas no van a seguir siendo como hasta ahora, y de un relato de deseabilidad. Cuando hay conciencia y hay deseo, la preparación forma parte del proceso. Nadie está preparado para afrontar una conmoción, pero cuando te metes porque no tienes más remedio te acabas preparando. Para culminar esta transformación tiene que haber un liderazgo.

¿Qué tipo de liderazgo?

Afrontar un cambio tan complejo como el actual, que incluye la transformación de sistemas enteros, no se puede hacer únicamente mediante inversiones en grandes proyectos, ni puede hacerse por decreto... Las formas de liderazgo tradicional concentrado en una persona o en un polo de decisión son insuficientes. Hacen falta liderazgos más distribuidos. El liderazgo no es solo una propiedad de individuos concretos, de políticos o empresarios; es también una propiedad de los grupos y de las sociedades. La transformación a la que nos hemos comprometido en acuerdos como la Agenda 2030, París o el Green Deal, demanda niveles de colaboración como no hemos vivido hasta ahora. Es necesario generar un entorno que favorezca la colaboración y nuevas formas de liderazgo que permitan aprender y avanzar más rápido.

¿Ve posible ese consenso en la España de hoy en día?

No veo alternativas. Hay que conseguirlo, y para ello podemos mirar más allá de lo que sucede en el Parlamento. Existe un tejido de social civil muy amplio donde hay mucho margen y mucha conciencia. Las políticas públicas serán claves en este cambio y veo espacios muy prometedores para llegar a amplios a acuerdos, como por ejemplo ha sucedido en Madrid con los Acuerdos de la Villa. El fangal en el que a veces se desarrolla el debate político puede ocultar que sí somos capaces de llegar a acuerdos audaces. Tenemos un marco global que en Europa se ha ido decantando en el Green Deal. Se está produciendo un cambio en los criterios de los inversores, que se está abriendo paso muy rápidamente. Tenemos el ámbito de la innovación y de la ciencia, donde hay una conciencia total de que las inversiones tienen que seguir orientándose a estos asuntos. Por último, los jóvenes son conscientes de que no el modelo de vida que les entregamos no es sostenible. Además, la digitalización es una fuente increíble de oportunidades. La transición no significa partir desde cero. Para este viaje, contamos con un equipamiento importante que, no lo olvidemos, es el legado material, institucional y cultural que hemos construido durante generaciones.

Estos serían los alicientes, pero... ¿cuáles son las principales barreras a la descarbonización?

Hemos construido un orden institucional y un imaginario de valores de lo que significa el éxito y el liderazgo para un mundo donde primaban las relaciones de competencia. Nos ha permitido competir globalmente, tener un sistema fabuloso con un acceso a bienes y servicios como nunca y, hasta hace poco, aumentar la esperanza de vida. Nos hemos preparado para competir, y no nos hemos preparado para colaborar. Lo que a menudo enseñamos en en las aulas de las universidades y las escuelas de negocio es que la competición es la única fuente de progreso. Yo creo que los mecanismos de competencia y de mercado son muy importantes para asignar los recursos eficient: "emente, pero son insuficientes para abordar los problemas de desigualdad y deterioro ambiental. Necesitamos un orden institucional nuevo que estimule la colaboración. Hace falta invertir económicamente y en recursos de conocimiento e institucionales que realmente estimulen la colaboración. Un ejemplo es el reto demográfico. No se va a resolver si confiamos a que la solución se diseñe desde un despacho. Tampoco se va a resolver solo por la acción de unos emprendedores muy activos vinculados a un territorio. Se precisa de nuevos dispositivos de colaboración público-privada y social que permitan interpretar las aspiraciones de la gente que vive en dichos territorios, y comenzar a interconectar iniciativas de cambio, acelerando el aprendizaje y el impacto. Cuando decimos que hay que innovar en las políticas públicas y fomentar la colaboración público-privada estamos hablando de esto.

En el ámbito de esa España despoblada la tecnología parece que lleva siempre a recorte de puestos de trabajo. Se cierran fábricas, minas... ¿Cómo se puede visibilizar la transición energética justa?

Las empresas y las administraciones tienen la responsabilidad de que la transición sea justa y apoyar a aquellas comunidades que se vean perjudicadas por el abandono de los combustibles fósiles. Cabe preguntarse cómo lograr que ese apoyo sea sostenible, y contribuya a que el tejido socioconómico salga fortalecido. ¿Por ejemplo? Lo primero es escuchar y activar a los territorios. Esto significa preguntar y conocer las historiales reales que la gente cuenta sobre su realidad, relevando visiones, temores y potencialidades que con frecuencia no son bien entendidos. La escucha debe estar conectada con las inversiones y los proyectos en las regiones, lo cual, cuando sucede, sabemos que aumenta el impacto de las inversiones y su sostenibilidad..

La justicia ha tumbado recientemente Madrid Central ¿Son reversibles estos cambios en las grandes ciudades?

Lo inaceptable es que estemos respirando un aire en las ciudades que sabemos que nos quita años de vida y que muchos días al año supera los límites que plantean las autoridades nacionales. Nadie aceptaría, por ejemplo, que saliera agua del grifo que nos hiciera daño. Estamos ante un problema no solo ambiental, es también un problema de salud pública. Ahora bien, el cambio del modelo de movilidad, para reducir drásticamente las emisiones, no se va a producir solo por aumentar el número de vehículos eléctricos. Va a implicar acuerdos muy grandes que incluyan el teletrabajo, la flexibilidad horaria, el urbanismo, la introducción de naturaleza en la ciudad y, sobre todo, modificaciones en hábitos y comportamientos... Los cambios obviamente son para la ciudadanía, pero tienen que realizarse con la ciudadanía. ¿Cuáles son las oportunidades para atajarlo? Eso es lo que está en discusión. Por ejemplo, los cálculos que hemos hecho con programas europeos importantes a partir de la inversión necesaria para convertir Madrid en una ciudad saludable generaría 150.000 empleos netos.

¿Hay dinero para hacer ese cambio?

Sí, porque hay un apetito inversor muy grande público y privado. La inversión pública y la generación de un contexto regulatorio adecuado es insustituible. Pero una ciudad que se plantee en serio la neutralidad climática es atractiva para los inversores privados. Generará prosperidad. La transición ecológica de las ciudades hacia la neutralidad climática es una oportunidad enorme para proteger a la gente y generar oportunidades de empleo. Así lo ven los responsables políticos de diferentes colores. Estoy convencido de que vamos a ver una aceleración de las políticas de sostenibilidad en nuestras ciudades y en nuestros territorios. Hay barreras, es cierto, pero se ha abierto una ventana de oportunidad que tenemos que aprovechar.

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