ENERGÍA NUCLEAR Y CAMBIO CLIMÁTICO


Angustiada por su situación de pronunciado declive, la industria nuclear está buscando desesperadamente una justificación que les permita renovar las ayudas y subsidios estatales que ha estado recibiendo desde sus orígenes.


Así, la industria nuclear viene pretextando cada vez más insistentemente que como las centrales nucleares no emiten dióxido de carbono (CO2, el principal gas de efecto invernadero), el único camino para reducir las emisiones de CO2 sin cambiar radicalmente los patrones de consumo es substituir las centrales térmicas de combustibles fósiles por centrales nucleares.

Sin embargo, hasta el análisis más superficial de este asunto demuestra que la energía nuclear no puede jugar ningún papel para tratar de solucionar el problema del cambio climático mundial (incluso dejando al margen la imposibilidad de financiar económicamente una expansión masiva de la energía nuclear).
Esto es tan evidente que en el Protocolo acordado en la Cumbre Mundial de Kioto sobre el Clima, la energía nuclear ha sido excluida de entre las políticas y medidas propuestas para combatir el cambio climático (Artículo 2 del Protocolo de Kioto).

Las interesadas demandas de la industria nuclear acerca de la necesidad de utilizar energía nuclear para aliviar el cambio climático deben ser rechazadas porque no son otra cosa que peligrosas fantasías que sirven sólo a sus propios intereses. Tenerlas en cuenta sólo conduciría a empeorar el ya de por sí grave legado de mortíferos residuos radiactivos, a agravar el riesgo de sufrir accidentes nucleares catastróficos y también a incrementar la amenaza de la proliferación de armas nucleares.

Al margen de su inaceptable impacto medioambiental, el elevado coste económico de la energía nuclear impide su uso para combatir de forma efectiva el calentamiento global. La energía nuclear evidentemente no es la más barata de las alternativas energéticas que no son combustibles fósiles, y desde luego sí es la más sucia y peligrosa de todas.

Además, invertir recursos para tratar de desarrollar la energía nuclear como intento de solución al cambio climático inevitablemente detraería importantísimos recursos de las auténticas medidas efectivas para reducir la amenaza del calentamiento global del planeta: el ahorro y la eficiencia energética, y las energías renovables.

Imitemos el ejemplo de Suecia, país que ha puesto en marcha un plan energético para el cierre progresivo de sus 12 centrales nucleares. Según el Acuerdo sobre Política Energética Sueco: "La energía nuclear será sustituida por medidas de ahorro de energía, conversión a fuentes de energía renovable y por tecnologías de producción de electricidad medioambientalmente aceptables

   
 
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