Fuente:
 

 

 

 
 
El dopaje
 
  | ¿Qué es el dopaje? | Una vieja historia | Positivos en los juegos | Productos "estelares" | La lista del COI | La Agencia antidopaje | Muertos por dopaje | Los controles en Sydney | La EPO | Un asunto de estado(s) | La larga lista 1999/2000 | La bomba Ben Johnson | Los productos | Los controles antidopaje | Los laboratorios | Los dopados | Dopaje de estado en la RDA | China bajo sospecha |  

Una vieja historia

Si doparse significa para un atleta consumir productos para mejorar sus resultados, hay que admitir que esta práctica se remonta a tiempos muy antiguos.

Los estimulantes ya eran utilizados por los atletas de la antigüedad, así como por los soldados. Pero fue durante las primeras décadas del siglo XIX cuando el dopaje conoció un crecimiento considerable, paralelamente a los progresos de la medicina y al nacimiento del deporte moderno.

La morfina hizo su aparición en las carreras de caballos, en boxeo y en las disciplinas de resistencia como el ciclismo. El primer fallecido por dopaje conocido fue el ciclista galés Arthur Linton, muerto a los 29 años, dos meses después de haber ganado la carrera Burdeos-París de 1896.

En cuanto a la cocaína, los militares bávaros la utilizaron a partir de 1883 para estimularse. En el Tour de Francia de ciclismo de 1924, se supo que algunos corredores la utilizaban en forma de pomada, que ponían sobre la parte de su pantalón en contacto con el sillín, para atenuar el dolor.

Las anfetaminas en 1936

La efedra servía de base para la síntesis de la benzedrina en 1931. Se trataba de la primera de las anfetaminas que permetía disminuir el cansancio, cortar el hambre y estimular el sistema nervioso.

Diversas versiones aseguran que las anfetaminas aparecieron como sustancia dopante en los Juegos de Berlín en 1936. Este producto fue la estrella de los estimulantes durante varias décadas y fue el responsable de numerosos accidentes y muertes en particular en el ciclismo.

En 1958, la industria farmacéutica creó el famoso Dianabol, que fue experimentado en algunos atletas. En 1960, se comenzó a sospechar que los anabolizantes habían permitido mejorar algunos de los récords del mundo en atletismo.

Los deportistas recurrieron después a las hormonas, que podían ser proteicas o esteroides.

Las hormonas anabolizantes aumentan la masa muscular sin incrementar el peso. Cuatro de estas hormonas se incluyeron entre las favoritas por parte de los deportistas y sus entrenadores: la testosterona (y los esteroides derivados), la gonadotrofina coriónica (producida naturalmente por las mujeres embarazadas), la insulina y la hormona de crecimiento.

La llegada de la EPO

Entre el arsenal de sustancias dopantes que los deportistas pueden utilizar, figuran también la inhalación de oxígeno y la electroestimulación, que consiste en el uso de la corriente eléctrica para hacer "trabajar" los músculos, así como los corticoides. Estos últimos, que provienen naturalmente de las glándulas suprarenales, tienen un gran efecto antiinflamatorio, antialérgico y antiestresante.

Pero un nuevo producto sintético entró de forma explosiva en el mercado: la eritropoyetina o EPO. Normalmente producida por los riñones, esta hormona proteica se fija en la médula de los huesos, donde estimula un aumento de la producción de glóbulos rojos, incrementando con ello el aporte de oxígeno en los músculos.

Para borrar las huellas de sustancias prohibidas, existen varios productos que sirven para enmascararlas, como los diuréticos, el café o la creatina, un derivado nitrogenado muy de moda en los ámbitos deportivos y en el fútbol en particular. Sintetizada naturalmente en los riñones y en el hígado, juega un papel clave en el almacenamiento y la liberación de la energía.

Hormona de crecimiento, nandrolona, EPO, creatina: nadie puede ignorar estos productos que en los últimos años han creado numerosos interrogantes sobre el porvenir del deporte.

A pocas semanas del comienzo de las competiciones, el Comité Olímpico Internacional (COI) validó los controles de la EPO pPara los Juegos de Sydney. Dos métodos fueron aceptados: uno a partir de análisis de sangre, puesto a punto por un laboratorio australiano, el otro a partir de análisis de orina, elaborado por un laboratorio francés.

ANTERIOR | SIGUIENTE