Cuando las señales son muy confusas

En estos últimos días, mientras me dedicaba a partes iguales a lo burocrático y a lo científico, he recibido señales muy confusas sobre la «salud laboral» de la ciencia. Por un lado Elena (muy amiga de Gonzalo, Ángel y Edu) está pendiente de un hilo tras llevar aproximadamente un año buscando trabajo tras la lectura de su tesis. Por otro lado mi vieja amiga Sandra me escribe desde el otro lado del charco para que difunda un par de ofertas bioinformáticas del nuevo laboratorio en Alemania de una amiga suya. Ana, una no tan antigua alumna del máster de bioinformática, que ahora mismo está en USA, pregunta si hay becas de algún tipo para poder asistir a las Jornadas de Bioinformática 2010.

De mi viejo amigo Juan Antonio recibo más ofertas a difundir sobre puestos relacionados con la bioinformática, en este caso en Málaga. Otra Sandra, más cercana en el espacio y que en un mes va a leer la tesis, cuenta en cierta red social a sus colegas que su jefe, por los recortes presupuestarios, se ha quedado sin dinero para poder mantener todos los ratones de laboratorio que tiene, y les va a dar ‘matarile’.

Con la cercanía de la negociación de los presupuestos generales del estado para el año que viene he escuchado rumores de todo tipo, tanto en la prensa como en los pasillos: que si recortes del 10% para el año que viene, que si van a ventilarse casi todas las becas de investigación de cierta comunidad autónoma al noroeste, etc… Y a ello se suma la entrevista que le han hecho a Cristina Garmendia en el programa de radio de La Brújula de Onda Cero.

A eso de las 22:00 estaba conduciendo para llegar a casa, cuando en la radio, tras hablar y criticar las señales confusas que da nuestro gobierno (recortes, mini-inversiones, recortes, mini-inversiones, …) de pronto anuncian que van a hacerle una entrevista a Cristina Garmendia. La primera pregunta fue la que estaba en boca de todos, sobre los rumores de si quería abandonar el gobierno. Pero la segunda es la que por lo que me atañe me interesaba más: si era verdad lo del recorte en I+D+i. Su respuesta fue que se estaba todavía negociando, pero que no iba a haber «recorte», y que se iba a quedar aproximadamente estancado el presupuesto de I+D+i con respecto al año actual.

Independientemente de que intentara venderlo como un gran logro y una victoria (recordad que el año pasado ya se produjo un recorte, y el ministerio de Ciencia e Innovación tuvo que recurrir a unos remanentes de reserva para que no se desplomara aún más la inversión en ciencia en España), esto es sólo una muestra más de que: casi toda la clase política española no tiene ni idea de qué se consigue de la investigación y desarrollo científicos; de que por esa razón tampoco saben cómo monetizar esos logros científicos (patentes, traslado del conocimiento a PyMEs, etc…); y de que tampoco saben bien cómo gestionar el frágil tejido científico de España para que no se larguen o desperdicien los talentos cultivados ni el dinero. Desde mi punto de vista, los mecanismos existentes son por un lado insuficientes, y por otro lado están oxidados.

Una de las grandes verdades que contó la ministra en la entrevista fue que en España hay una grandísima carencia de inversión privada en I+D+i. Hoy ha salido publicado en ‘El País’ la noticia ‘El modelo económico sueco vence la crisis’, en la que se cuenta cómo la inversión en I+D+i (el triple a nivel porcentual del PIB que la de España) continuada ha servido para sacar a flote la economía sueca. En esa noticia también destaca el dato de la cantidad de patentes anuales registradas en Suecia, y del porcentaje de PIB proveniente de las empresas innovadoras, lo que indica que sí se ha sabido gestionar allí el traslado de los descubrimientos en ciencia e innovación al mundo empresarial. Eso lo han conseguido con un apoyo continuado (sin altibajos), coherente (nada de cambiar de opinión según para dónde sople el viento) e integral al I+D+i

El final que tendrán las pequeñas historias entrelazadas por la ciencia que he esbozado aquí (y otras que me he callado) puede que ya esté escrito. Todavía queda saber en qué va a terminar la Ley de Ciencia, y si alguna vez algún gobierno sabrá seguir los pasos a nivel de I+D+i de gobiernos como el alemán o el sueco, aunque sólo sea a medias. Pero las señales confusas normalmente no me traen muy buenos augurios.

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