Las apps de salud: ¿son realmente el futuro de la medicina digital?

Actualmente, encontramos aplicaciones para smartphones, los conocidos teléfonos inteligentes, que están diseñadas para todo tipo de funciones. En el ámbito médico, se han lanzado varias que pueden ayudar a controlar sus enfermedades a pacientes de diabetes, de presión arterial alta y de problemas cardíacos.

Sin duda, esto puede parecer un gran avance que ayudaría a reducir los costos del cuidado de la salud a largo plazo. Sin embargo, un estudio reciente no ha encontrado grandes diferencias entre los costos en la atención a pacientes que utilizan estas aplicaciones respecto a los que no lo hacen. Entonces, ¿vamos por el buen camino?

Antes de lanzarnos a sacar conclusiones precipitadas, debemos de ser conscientes de que un simple estudio no significa que la medicina digital esté condenada. Al menos, eso cree el Doctor Eric Topol, cardiólogo y director del Instituto Scripps de Ciencia Traslacional en La Jolla, California. Topol fue el responsable de llevar a cabo este estudio que se publicó este mismo año en la revista PeerJ.

“Fue más una experiencia de aprendizaje que tratar de hacer una declaración sobre el impacto de la medicina digital en nuestro sistema de atención de salud” afirma Topol. Y esto puede parecer bastante obvio, puesto que el estudio apenas duró seis meses, tiempo insuficiente para medir el verdadero impacto de estas aplicaciones en la economía del modelo sanitario de cualquier país.

De hecho, el equipo de investigación se enfrentó inicialmente con varias dificultades para poder llegar a publicarse, sobre todo debido a sus resultados negativos. Sin duda, esto es una muestra de todos los intereses que se mueven en este terreno.

De todos modos, sí que podemos destacar ciertos puntos interesantes de este estudio. De entrada, se trata del primer estudio de la medicina digital en el que se aplicó el gran estándar de la investigación científica: un ensayo controlado aleatorizado. Para poder realizar esta investigación, los participantes se reclutaron a partir de una lista de 3.998 candidatos elegibles asegurados en el sistema americano Scripps Health. De las casi 4.000 personas elegibles, 160 se inscribieron y 130 completaron todo el proceso del estudio.

Durante el tiempo que duró la investigación, se centraron en medir dos resultados principales para el grupo de intervención, aquellos que utilizaban aplicaciones iphone o android para el control, y para el grupo de control, los que no las utilizaban. Por un lado, los investigadores analizaron el uso de los recursos sanitarios según las reclamaciones de seguros de salud y las visitas al hospital. Por el otro, se controlaba la propia autogestión de la salud de los pacientes. Esta era una medida de confianza de una persona, habilidad y conocimiento en el manejo de su propia salud.

Tras estos seis meses de estudio, se pudo comprobar que el uso de los recursos sanitarios no cambió de manera significativa entre ambos grupos de pacientes. Sin embargo, los investigadores no han tardado en subrayar que este resultado no debería acarrear el fin del desarrollo de las aplicaciones para los smartphones. Además, también se apresuraron a destacar el aspecto positivo que pudieron encontrar con este estudio: se pudo ver que los pacientes que utilizaban la monitorización de su estado de salud a través de aplicaciones móviles tenían una mayor sensación de bienestar y de control sobre sus condiciones.

Este último punto también nos puede conducir hacia otra conclusión positiva. Muchos expertos creen que si los pacientes tienen más datos sobre su propia salud, esto podría suponer un mayor desperdicio de los recursos sanitarios, sobre todo debido a viajes innecesarios al hospital o a urgencias. Así pues, se pudo ver que las personas que tenían más datos sobre su salud no hicieron un mayor consumo de recursos.

Finalmente, Topol también ha logrado otro objetivo con todo este debate: conseguir una mayor financiación para un estudio más trabajado y desarrollado. En este sentido, Topol está convencido que con mayores recursos se podrá obtener más datos y un mayor compromiso con los pacientes, por lo que quizá se pueda obtener una respuesta diferente.

Lo que es evidente es que este es un sector que tiene aún mucho recorrido y que este no será el único estudio que veamos al respecto. Quizá el próximo, con más medios (y más inversión implicada), sí que da resultados verdaderamente positivos.

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