Por
vez primera desde la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno
británico ha decidido aplazar unas elecciones, en este
caso locales, previstas por ley para el 3 de mayo en
Inglaterra y Gales. La emergencia nacional en que se
ha escudado el primer ministro laborista, Tony Blair,
es la epizootia de fiebre aftosa, para combatir la cual
se han cerrado muchos campos.
La
nueva fecha elegida es el 7 de junio, lo que indica
que hay un estricto cálculo político tras la decisión
de Blair, pues es un secreto a voces que, desde su llegada
a Downing Street, su idea era adelantar las generales
para que coincidieran con estos comicios, aunque su
mandato pueda prolongarse hasta mayo de 2002. La posición
de Blair ha cambiado. Hace unas semanas defendía no
sólo que no había razón alguna para retrasar los comicios
locales, sino que hacerlo enviaría una mala señal con
vistas a las inversiones y al turismo extranjero. Ayer
explicó que las elecciones podían pero no debían celebrarse
en la fecha prevista. Ha querido demostrar que ha tomado
las riendas de la lucha contra esta enfermedad, que
se está traduciendo en enormes piras por todo el país.
Los
últimos datos oficiales británicos reconocen que se
han detectado más de 900 casos de glosopeda en el Reino
Unido, y menos de veinte, en el resto de Europa. Blair
pretende explicar así que su Gobierno se concentra en
esta emergencia nacional, aunque nada indica que para
el 7 de junio la epizootia haya remitido de forma significativa.
Pero es también consciente de que la crisis de las vacas
locas fue uno de los elementos que pesó en la derrota
de su antecesor, el conservador John Major. Con este
aplazamiento, para el que el Parlamento debe aprobar
unas leyes con carácter de urgencia, Blair asume riesgos.
Aunque
los conservadores carecen de credibilidad, sobre todo
por la mala imagen de su líder William Hague, la situación
puede cambiar. Blair ha sabido ocupar el espacio del
centro a la vez que el de la izquierda, pero el mayor
peligro para sus planes puede ser la abstención de los
seguidores del viejo laborismo.
Pese
a que el aplazamiento sea formalmente sólo de las elecciones
locales, nadie se puede llamar a engaño: la campaña
de las generales ha comenzado ya. Y quizá las hogueras
de animales pueden influir en el voto.