El primer emplazamiento de la Biblioteca Real fue la Torre Dorada o Torre Alta del desaparecido Alcazar de Madrid. Es el antecedente de la época de los Austrias de la Biblioteca Real borbónica en la misma medida en que el propio Alcazar lo es del Palacio Real. Y así como el origen de la Biblioteca Nacional es la Biblioteca Real borbónica, ésta, la del Alcazar, debe considerarse su antepasado más remoto, su primer vestigio en una época histórica -la del Antiguo Régimen- en que la figura del Rey acogía tras de sí cualquier noción primitiva de lo que hoy entendemos por "pública" o "nacional".

En efecto, originalmente la biblioteca fue concebida como la librería personal del rey Felipe IV, su "Animi Medicamentum", sus "medicinas del alma", tal y como rezaba un viejo mote que figuraba en su entrada. En cierto sentido, el embrión de lo que mucho más tarde sería la gran Biblioteca pública del estado español comenzaría por ser una suerte de estudio.

INDICE DE LIBROS QUE TIENE SM EN LA TORRE ALTA DE ESTE ALCAZAR (163)

ALCAZAR DE MADRID

Felipe IV quería tener una colección accesible y cercana para su uso cotidiano. Sobra decir que no pretendía rivalizar con la Laurentina, la moderna Biblioteca de Alejandría con que Felipe II había tratado de resumir y compendiar todo el saber de su tiempo.

Al contrario: ésta era una biblioteca dispuesta en torno a los gustos privados del monarca, menos ambiciosa que la del Escorial, desprovista de las grandes colecciones de clásicos en latín, griego y hebreo. Vicente Carducho la describe en sus Diálogos de la Pintura (1634) como una biblioteca en lenguas castellana, francesa e italiana.

Al parecer, sus libros estaban lujosamente encuadernados de manera uniforme en estantes dorados. Estaban divididos en materias, con gran protagonismo para la historia y la poesía, pero también con secciones correspondientes en Arquitectura, Esfera y Cosmografía.

REAL BIBLIOTECA EN LA PLAZUELA DE LA ENCARNACIÓN

FRANCISCO PÉREZ BAYER (1711-94), BIBLIOTECARIO MAYOR

Los especialistas hablan de dos bibliotecas dentro del Alcazar y, en todo caso, lo que es seguro es que los libros ocupaban estancias privilegiadas, compartiendo techo con otras colecciones reales de joyas, instrumentos científicos, "lo raro de la naturaleza del orbe", frescos de las Metamorfosis de Ovidio, pinturas y planos de los reales sitios.

Junto a la Torre Dorada estaba el propio despacho del Rey, un soberano que entendió y dio a entender que entre sus posesiones más preciadas y sus instrumentos de gobierno figuraban sus libros.