Los orígenes de la Bioinformática (I) La semilla

Desde hace unos meses tengo en la recamara de las publicaciones material relacionado con los origenes del EBI (gracias a Graham Cameron) y de la bioinformática en general (gracias a David G. Pisano). En este artículo empezaré a desgranar parte del material aportado por David, que es un artículo en Nature Reviews Genetics del año 2000 de Joel B. Hagen, titulado «The origins of bioinformatics».

Al principio la bioinformática no existía de la forma como la conocemos a día de hoy. No se había secuenciado el genoma de ningún organismo, ni había grandes bases de datos, ni text-mining, ni algoritmos de alineamiento de secuencias… Estoy hablando de los años 60, cuando empezaban a acumularse datos de la bioquímica de las proteínas. En aquella época el término más usado por los pioneros de la nueva disciplina en la que se usaban los ordenadores para ayudar a resolver problemas y enigmas biológicos era el de biología computacional, que a día de hoy se sigue empleando.

Hitos tempranos en la secuenciación de proteínas y péptidos¿Qué factores iniciaron el desarrollo de la biología computacional hacia lo que hoy conocemos como bioinformática? Uno de ellos fue la creciente colección de secuencias de aminoácidos y de estructuras de proteínas resultas, y el planteamiento de nuevos problemas que sólo podían ser resueltos gracias a la potencia de cálculo de los ordenadores. Otro, tal vez el más determinante, fue que el marco conceptual de la biología molecular empezó a incluir la idea de que las macromoléculas portan información, lo cuál hizo que cambiara la forma de pensar de muchos científicos. Desde ese momento dos disciplinas aparentemente no relacionadas como la biología molecular y la teoría de la información (una rama de la matemática) empezaron a estar ligadas entre sí. Y por último, la potencia computacional de los ordenadores desarrollados desde la Segunda Guerra Mundial con fines militares empezó a estar al alcance de los científicos fuera del ámbito militar. Obviamente no había una disponibilidad como la actual, en la que una persona puede tener en su bolsillo la potencia de un superordenador de aquella época, pero no estaba tan restringido el acceso.

Continuará…

Compartir:

Deja un comentario