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El dopaje
 
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Con Ben Johnson estalló la bomba del dopaje

Eran las 03h53 del lunes 26 de septiembre de 1988 en Seúl (17h53 GMT), cuando un despacho de la Agencia France Presse procedente de Seúl cayó como una bomba en las redacciones de los medios de comunicación del mundo entero y en el centro de prensa principal de los Juegos, donde algunos periodistas concluían sus crónicas antes de irse a dormir.

Trueno

En el despacho, teniendo como base una "buena fuente", se informaba que en su informe a la comisión ejecutiva del COI, la única habilitada para tomar sanciones, la comisión médica anunciaba que la orina de Ben Johnson contenía residuos de un esteroide anabolizante de tipo "estanozolol", incluido en la lista de productos prohibidos.

La noticia, que se expandió como la pólvora por todo el planeta, retumbó como un trueno en el cielo olímpico de Seúl e hizo tambalear al COI. Era aún de noche en Seúl cuando Carole Anne Letheren, jefe de misión del equipo olímpico canadiense, recibió un mensaje del COI que le anunciaba que el análisis de la muestra "A" de la orina del atleta había dado positivo.

Descalificación

Una hora mas tarde, una delegación canadiense, en la que figuraba Charlie Francis, el entrenador de Johnson, llegaba al centro antidopaje de la universidad de Kiangi para el análisis de la muestra "B". El veredicto fue implacable: la orina de Ben Johnson contenían residuos de estanozolol, una hormona sintética fabricada en Estados Unidos.

Los representantes canadienses, aterrados por las dimensiones que estaba alcanzando el caso, defendieron como pudieron a su atleta, afirmando que era posible que hubiera sido dopado contra su voluntad. Pero el informe aseguraba que los análisis demostraban una utilización antigua y regular del producto.

La comisión ejecutiva, a la que se transmitió el informe, anunció rápidamente la descalificación del atleta. Johnson se vio obligado a devolver su medalla. La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) impuso al canadiense una suspensión de dos años y borró su récord del ránking.

Como un criminal

Destituido, humillado, Ben Johnson cayó de lo más alto del podio al que se había subido tras cruzar con el dedo levantado la línea de meta, dejando atrás a Carl Lewis, Linford Christie y Calvin Smith.

A las 10h38 del martes, rodeado de unos 20 guardaespaldas, Ben Johnson llegaba al aeropuerto Kimpo de Seúl. Llevaba una cazadora negra con la inscripción "África", en letras rojas, en la espalda. Los fotógrafos fueron mantenidos a distancia. No hubo ninguna declaración del atleta, que abandonó los Juegos por la puerta de atrás.

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