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¿Existe la dieta mediterránea tradicional en el Siglo XXI? 

Iniciado el 8/5/2007  y finalizado el 5/6/2007    
Dentro del número casi ilimitado de dietas que podemos encontrar en las diferentes culturas y países, sólo se han estudiado de manera científica y con detalle determinados patrones de hábitos alimentarios.

Dentro del número casi ilimitado de dietas que podemos encontrar en las diferentes culturas y países, sólo se han estudiado de manera científica y en detalle los siguientes patrones de hábitos alimentarios:

  1. los de los países occidentales mal llamados desarrollados: se corresponden con las dietas "occidentales" o Western type
  2. los hábitos alimentarios vegetarianos, que de manera creciente se siguen por poblaciones de diferentes países.
  3. las dietas semivegetarianas, también consideradas como "dietas prudentes", y que se caracterizan por el consumo frecuente de productos vegetales y con menos frecuencia, de productos animales.
  4. la Dieta Mediterránea.
  5. de manera emergente, las dietas del Arco Atlántico Europeo, fundamentalmente por el elevado consumo en las mismas de pescado y marisco, y la mayor protección de los hábitos alimentarios tradicionales.

Es cierto también que cada vez se interrelacionan más estos tipos de dieta, que la dieta se ha globalizado, de manera que en la actualidad en Europa se presentarían los siguientes patrones y tendencias:

a) la Europa del Norte , dónde hasta hace apenas una generación la dieta se caracterizaba por:
  • consumo frecuente y abundante de carnes rojas y sus derivados.
  • Consumo elevado de féculas, patatas, y productos de repostería con hidratos de carbono refinados y grasa animal o grasa hidrogenada.
  • Consumo elevado de productos lácteos, nata y mantequilla.
  • Consumo escaso de frutas, hortalizas, cereales integrales y legumbres.
  • Consumo bajo o alto de alcohol, pero de forma episódica y concentrado en los fines de semana.

Pues bien, este tipo de hábitos alimentarios se relacionaba con unos excelentes índices sanitarios: muy baja mortalidad infantil, talla elevada, baja incidencia de enfermedades infecciosas, baja frecuencia de epidemias, etc. pero también se asociaba con una incidencia muy alta de enfermedades crónicas como cardiopatía isquémica, y una elevada incidencia de cáncer de diferente etiología. Los efectos de los diferentes componentes de la dieta, pero sobre todo, del conjunto de la dieta y los estilos de vida asociados, parecen bien demostrados, cuando se comparan con las dietas vegetarianas, las dietas semivegetarianas y la dieta mediterránea. En los países nórdicos hace ya unos años se decidió intervenir nutricionalmente en sus poblaciones, procurando de adquirieran hábitos mediterráneos, ya que el seguimiento de una dieta mediterránea tradicional o ancestral se había asociado epidemiologicamente con una muy baja incidencia de enfermedades crónicas degenerativas. El resultado de aplicar esas políticas de intervención nutricional ha sido espectacular: así, si hoy visitamos Finlandia, nos encontramos con un país mediterráneo desde el punto de vista de la dieta, con una mejoría muy significativa.

b) la Europa del Este, con un empeoramiento muy acelerado en los últimos 20 años. Partían de unas dietas típicamente occidentales, llega la caída del muro de Berlín, que va a tener consecuencias negativas desde el punto de vista nutricional, ya que en la mayoría de esos países va a producirse un incremento en el nivel de vida, que supone una mayor ingesta aún de alimentos ricos en grasa, principalmente saturada, y ricos en proteína de origen animal. Es un ejemplo claro de cómo partiendo de dietas parecidas, los países nórdicos se hacen mediterráneos, y los del Este se alejan aún todavía más.

c) La Europa Mediterránea, con un empeoramiento progresivo muy preocupante. Efectivamente, de ser el modelo de países con una dieta a imitar por sociedades muy alejadas de este mar, como es el caso de los ya nombrados países nórdicos o de California o Estados Unidos, hemos pasado a una muy próxima como la ya definida como Western diet, con consecuencias muy negativas: por ejemplo, Grecia, patria original de este modelo de dieta, tiene actualmente las mayores tasas de obesidad del mundo después de Hawai, y pisándoles los talones nos encontramos países como Italia o España.

Paradójicamente, hasta hace poco tiempo, la forma de alimentarse de los países europeos ribereños del Mediterráneo no tenía demasiado prestigio. Nuestra talla en una época en que este parámetro era tenido como óptimo de salud, sería un ejemplo de nuestra "pobre alimentación". El consumo de algunos alimentos, base de esta dieta como el aceite de oliva o el pescado, no tenían buena reputación y hoy por el contrario son las verdaderas "estrellas" de la Nutrición.

Fue en Estados Unidos, paradójicamente, donde se pudo demostrar por primera vez, en el llamado Estudio de los Siete Países, que en los países mediterráneos la mortalidad por enfermedades cardiovasculares era mucho menor que en otros. Esta línea de investigación abriría una fuente de información valiosísima ya que demostraba que la Dieta Mediterránea era, en gran parte, la responsable de esta situación beneficiosa. Conviene sin embargo advertir que, en nuestra opinión, aun siendo indudables las ventajas de esta dieta, este hecho no nos debe hacer caer en la creencia de que se trata de una especie de "dieta panacea", "que va bien para todo", porque no existen "dietas mágicas" ni buenos o malos alimentos. Tampoco se debe olvidar el papel en ella de otros factores no dietéticos relacionados con la cultura mediterránea: vida más tranquila, menor estrés, siesta, etc. ¿es posible en nuestra sociedad actual seguir estos estilos de vida saludables?

Permítaseme a continuación recordar muy brevemente la evolución de nuestra Dieta Mediterránea, que se ha convertido ya en la Europa Mediterránea en un auténtico mito. Hoy podemos referirnos a dos tipos de dieta mediterránea: la ancestral, que era una dieta pobre y limitada, donde predominaban los vegetales y se consumía poca leche y esta además era de cabra; la actual, que se caracteriza por un elevado consumo de carnes, huevos, pescado, lácteos, frutas, dulces y bollería, bebidas alcohólicas y aceite de oliva, en definitiva, consumir más de casi todo, excepto precisamente cereales y legumbres. ¿Se parecen en algo estos dos tipos de dieta? ¿podemos seguir llamando mediterránea a la que seguimos la mayoría en la actualidad?

Más aún, si atendemos al Índice de Adecuación Mediterránea, el cumplimiento de la pirámide alimentaría que se promueve y recomienda repetidamente, supondría un Índice de 2,1. La realidad es bien diferente: la dieta media española equivale actualmente a un Índice igual a 1,2, bien alejado de las recomendaciones. Necesariamente surge una pregunta: ¿es realista la pirámide alimentaría que diseñamos y recomendamos los que nos dedicamos a la nutrición?. ¿Puede ser un objetivo a cumplir?

Otro dato significativo de nuestra rápida evolución es el caso del llamado perfil calórico de la dieta, es decir, el aporte calórico de macronutrientes y alcohol si se consume, a la energía total de la dieta, expresado como porcentaje. Recuérdese que el recomendado por consenso en los diferentes países es el siguiente: un 55-60% de la energía de la dieta debe aportarse por los hidratos de carbono, un 30-35% por la grasa, y la proteína un 12-15%. Pues bien, este era prácticamente el perfil calórico de nuestra dieta española en los años 60 del pasado siglo XX? hoy la realidad es de nuevo muy diferente: los hidratos sólo aportan un 40% de la energía de la dieta, la grasa aporta hasta un 45% y la proteína un 15%. Ante esta situación tan diferente entre el perfil calórico recomendado y la realidad de nuestra dieta, de nuevo es necesaria la reflexión y pregunta: ¿Es posible cumplir con este perfil por parte de la gran mayoría de nuestra población?. Me temo que no, y casi me atrevería a decir que únicamente colectivos como los deportistas de élite con la dieta intervenida, o igualmente la población diabética, se acercan hoy a este perfil calórico.

Hoy, cuando conocemos mucho más sobre Nutrición, no sólo no hemos avanzado sino que hemos retrocedido, y estamos inundados de todo tipo de "soluciones" procedentes del mundo de la alimentación que tratan de hacernos más felices. Hemos pasado en muy poco tiempo De lo bueno, bonito y barato, a lo sano, seguro y saludable. Las dudas, exageraciones, medias verdades sobre alimentos y dietas son una constante, y ninguno estamos ajenos a ellas. Los medios de comunicación se hacen eco de problemas, riesgos, accidentes y más aspectos negativos de los alimentos... la trascendencia para la salud de una alimentación suficiente, variada y equilibrada no es noticia. Pero también debemos preguntarnos: ¿Quién sigue una dieta equilibrada y variada a lo largo de toda su vida?

Lo cierto es que hay más información sobre alimentación, nutrición y salud, pero hay muchas dudas sobre lo que es bueno o malo para comer. Existe una gran desconfianza hacia la tecnología e industria alimentaría, mientras que en otras facetas de nuestra vida creemos en los avances de la tecnología, casi sin dudas: desde los automóviles hasta nuestros electrodomésticos caseros. La respuesta desde la perspectiva científica es rotunda: Los alimentos de hoy son los más seguros de la historia, aunque los consumidores no lo perciben.

Hay, por el contrario, una gran confianza en las dietas o alimentos "milagro" que "prometen la luna". Este es un hecho desgraciado y muy característico de la ciencia de la Nutrición: cuando más avance científico se ha logrado, más mitos y magia nos rodean. Esto no ocurre con otras ramas de la ciencia, y de nuevo surge la pregunta: ¿no es un cierto fracaso colectivo para los que modestamente nos dedicamos a la nutrición?

Debemos reconocer retrospectivamente qué hemos hecho mal, cómo el inevitable cambio en la forma de pensar sobre determinados tipos de alimentación o alimentos específicos, han contribuido o no al estado de confusión reinante. En definitiva, qué ha sucedido para que nuestros "vecinos" del Norte de Europa hayan creído firmemente en la Dieta Mediterránea Tradicional, la sigan y promocionen, al mismo tiempo que nosotros la hemos prácticamente abandonado. ¿Es ya Historia?. Dos pinceladas significativas: Italia, país mediterráneo por antonomasia, ha creado recientemente el Museo Viviente della Dieta Mediterránea, y ya se sabe cuando algo está ya depositado en un Museo; Cataluña, por su parte, tiene la intención de solicitar que se declare a la Dieta Mediterránea como Patrimonio de la Humanidad, lo que nos llevaría a la reflexión si realmente continúa estando viva, porque desde luego los alimentos que la constituyen continúan siendo tejidos vivos.



Gregorio Varela Moreiras
Fundación Española de la Nutrición
Universidad San Pablo-CEU

 

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