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SINC

Habla un hueso tallado hace 51.000 años: los neandertales fueron artistas pioneros

Una falange de ciervo gigante encontrada en una antigua cueva de Alemania apoya la teoría de que estos humanos ya eran capaces de crear expresiones simbólicas de ‘arte’

Hace 51.000 años, en una cueva del norte de Alemania, alguien talló un hueso de ciervo con unos extraños símbolos. No fue uno de nuestros antepasados directos, pues los Homo sapiens no llegarían al norte de Europa hasta hace unos 45.000 años: el autor fue un neandertal (Homo neanderthalensis). El hallazgo, publicado esta semana en la revista Nature Ecology & Evolution, añade nuevas evidencias a la teoría de que esta especie era capaz de crear arte simbólico.

“Es una evidencia más que indica que los neandertales modificaban objetos de su entorno con objetivos diferentes a lo más esencial y mundano como comer, buscar refugio o tallar piedras”, explica a SINC el investigador de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Rodríguez. Son hallazgos, asegura, cada vez más frecuentes, pero siguen siendo controvertidos por su “escasez y singularidad”. En otras palabras, a estos humanos todavía se los considera como menos desarrollados.

Los investigadores encontraron una falange de ciervo gigante (Megaloceros giganteus) que había sido trabajada a conciencia. El artista prehistórico raspó el hueso y, probablemente, lo hirvió antes de grabarlo con símbolos similares a los chevrones heráldicos, apilados y realizados con diferentes técnicas. Su obra quedó abandonada para la posteridad en Einhornhöhle, más conocida como la cueva del Unicornio, situada al suroeste de lo que hoy conocemos como Berlín.

El resultado, según escribe la investigadora del Museo de Historia Natural de Londres Silvia Bello en un artículo que acompaña al estudio, es “una de las expresiones artísticas más complejas creadas por neandertales conocidas hasta la fecha”. Rodríguez, por su parte, destaca que el hueso es “único” en todo el registro fósil.

Los autores del estudio, procedentes de varias universidades alemanas, teorizan que escoger las falanges de un ciervo gigante no fue casual: estos mamíferos eran enormes, sus cornamentas eran impresionantes y, para entonces, ya eran difíciles de encontrar. Todo esto, según Bello, “sugiere la elección de un animal especial con un significado simbólico”.

“El hueso grabado demuestra que la imaginación conceptual, un prerrequisito para componer líneas individuales en un diseño coherente, estaba presente en los neandertales”, escriben los investigadores alemanes en su artículo. “Por lo tanto, es muy probable que fueran conscientes del significado simbólico y que fueran capaces de crear expresiones simbólicas antes de que el Homo sapiens llegara a Europa Central”.

“La aparición de grabados sobre distintos soportes es recurrente en el mundo neandertal”, añade Rodríguez. Pone ejemplos de marcas abstractas sobre paredes, huesos y piedras. “No tenemos ni idea de su significado, pero este arte prefigurativo apareció hace unos 300.000 años y se hizo bastante común hace unos 70.000”. El investigador se pregunta si esto fue el “preludio” que anunció el surgimiento de un “mundo simbólico complejo”.

Una ventana única a la mente neandertal

El hueso tallado, al ser único, es también un misterio. “Las garras de águila [talladas] están en diez yacimientos de un área muy concreta y hemos encontrado unas 24, por eso proponemos su uso simbólico: tenían un significado, eran unidades de comunicación no verbal que transmitían un mensaje sobre el portador a los receptores que compartían el código”, comenta Rodríguez.

“Los símbolos están determinados por su arbitrariedad y convención”, aclara Rodríguez. “Además, funcionan en un contexto en el que se repiten y usan”. En otras palabras, no tienen un significado lógico (como la señal de prohibido el paso), pero todos estamos de acuerdo en su significado. Si las falanges de ciervo gigantes eran también un objeto simbólico, ¿por qué no hemos encontrado más? Es una pregunta que, de momento, queda sin respuesta.

También queda en el aire la posibilidad de que fueran nuestros antepasados los que enseñaran a los neandertales. De la misma forma que compartimos genes, podríamos haber compartido cultura y conocimiento. Bello cree que esto no quita un ápice de valor al hallazgo: “La capacidad de aprender, integrar innovación en la cultura propia y adaptarse a nuevas tecnologías y conceptos abstractos debería ser reconocida como un elemento de complejidad”.

Rodríguez considera que debemos ser cautos a la hora de comparar la frecuencia de los hallazgos. “El mundo simbólico del Homo sapiens está dominado por la materialidad: insuflamos alma a objetos cotidianos. Quizá el mundo simbólico de los neandertales estaba dominado por la cultura inmaterial: canciones, palmas, historias y cuentos”. Cabe la posibilidad de que fuera “tan rico como el nuestro, pero que no dejara registro arqueológico”.

Es una posibilidad que también deja caer Bello en su texto: “El hueso tallado de Einhornhöhle acerca el comportamiento neandertal todavía más al comportamiento moderno del Homo sapiens”.

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