LUCES Y SOMBRAS DE LA DIFERENCIA<br>
Se abordan los complejos problemas que suscitan la heterogeneidad y la voluntad de las minorías de no ser discriminadas. No hay soluciones fáciles
Reseña realizada por Miguel García-Posada<br>
Según reconoce el autor, Jacob T. Levy, al final de esta obra, el presente no es un libro alegre ni esperanzado. Pero <<si la posibilidad de los grandes males siempre está con nosotros, los propios males no >> (página 322). Por eso arguye que el miedo y la esperanza son compatibles .Así, se entiende bien el mensaje problemático que su la obra lanza: la dificultad de encajar la situación de las minorías en un mundo complejo y condicionado por la cultura europea occidental.
El libro se divide en tres partes: la teoría política en un mundo multiétnico (I); ¿es importante moralmente ser miembro de cultura (II); categorías y casos (los derechos culturales) (III). Como da a entender esta enumeración, la densidad y alcance de los temas tratados es considerable. El autor utiliza el concepto de <<multiculturalismo>> en el sentido de pluralismo cultural, opuesto al de pluralismo duro. Su multiculturalismo del miedo se basa en la tesis formulada por Judith Shklar (1989) sobre el <<liberalismo del miedo>>, con filiación en Montesquieu. Los estados homogéneos -realidad sustancial-son pocos: en Europa, sólo lo son Portugal, Luxemburgo, los Países Bajos, Dinamarca e Islandia (y aún así habrá que aguardar lo que da de sí la inmigración en algunos de ellos). ¿Qué hacer para respetar a las minorías y para que éstas no se revuelvan contra ese Estado? El Estado liberal debe tener miedo a usar de la crueldad y el terrorismo político; pero debe también tener miedo al miedo como actitud que no permite encarar los problemas.
Mas es peligrosa en sí la idea del Estado liberal multiétnico, porque <<los derechos [su reconocimiento] a la identidad por sí misma no establecen las condiciones de la coexistencia o de la convivencia>> (página 75): ¿cómo respetar a una religión que insulta a otra?, ¿cómo respetar la aplicación de las mutilaciones como pena señalada por la ley islámica? Es imposible -precisa el autor -un nacionalismo universal, idea mantenida por grandes teóricos; el nacionalismo, "velis nolis", tiende a la exclusión. Porque la nación es un sentimiento que se identifica con el autogobierno; puede haber autogobierno que no rompa el Estado (caso de Escocia <<anidada>> en Gran Bretaña, pero también autogobiernos , o propósito de tales, que lo rompen: el País Vasco en relación con Francia y España. El concepto de nación (su sentimiento) le parece a Levy de <<utilidad discutible>> (página 125).
En conjunto, se trata de una obra necesaria por los problemas que plantea, que aquí nos limitamos a esbozar. Lo que sí queda claro es que el pluralismo cultural se combate mal con medidas necesariamente coactivas. Pues si es mejor aceptar que una niña musulmana vaya con su pañuelo en la cabeza a la escuela pública porque con el tiempo acabará por carecer de sentido para ella misma, resultan inaceptables prácticas como la ablación del clítoris (véanse páginas 81-83 para la descripción del problema, no tan fácil de resolver). ¿Puede el multiculturalismo liberal o multiculturalismo del miedo aceptar como derecho indígena el establecimiento de la <<sharía>> musulmana -así en parte de Nigeria-que condena a la mujer adúltera a ser lapidada hasta la muerte?¿Cómo se violenta a las poblaciones identificadas con este Derecho? En otro orden de cosas , y leída en clave española, tiene especial interés la afirmación de Levy de que las invenciones recientes de una mitología nacional no atentan ni contra su existencia ni su vigencia (ver página 25).