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“Nuestro grupo de investigación trabaja en la búsqueda de métodos, desde hace alrededor de una década, que permitan mejorar el acceso al agua potable en entornos desfavorecidos”

Entrevistamos a Pedro Martínez Santos, catedrático de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid. Experto en desarrollar métodos para mejorar el acceso al agua potable para comunidades desfavorecidas del África subsahariana. Es director técnico de la ONG Geólogos Sin Fronteras

¿En qué consiste su investigación?

En el mundo industrializado tenemos la cuestión del acceso al agua tan bien resuelta que se nos ha olvidado lo importante que es el agua, no solo para la hidratación, sino también para la seguridad alimentaria, la higiene, la salud y otros muchos aspectos que influyen en nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, aún quedan muchos lugares en el mundo donde observamos los problemas que conlleva no tener un suministro de agua en condiciones. Por ejemplo, en el África subsahariana encontramos el caso de millones de niños que no van a la escuela porque tienen que caminar kilómetros cada día para conseguir agua potable; como también vemos comunidades locales en las que proliferan las enfermedades derivadas de beber agua contaminada con heces. Esto es lo que en pleno siglo XXI no se puede consentir, y es el motivo de que nuestro grupo de investigación trabaje en la búsqueda de métodos, desde hace alrededor de una década, que permitan mejorar el acceso al agua potable en entornos desfavorecidos.

¿De qué  manera contribuye su investigación a afrontar los desafíos de la sociedad? ¿En qué consiste su aplicabilidad?

En la actualidad tenemos abiertas distintas líneas de trabajo. Una que suele llamar la atención y que pone de manifiesto de manera muy clara cómo ayudamos a afrontar los desafíos de la sociedad es el pozo low cost, que permite abaratar enormemente el acceso al agua potable en comunidades rurales de África.

Para entender su relevancia práctica hay que darse cuenta primero de que un porcentaje muy importante de la población del África subsahariana depende de las aguas subterráneas. Todo el mundo sabe que al agua subterránea se accede mediante pozos, pero no es lo mismo un pozo excavado, que capta un agua muy somera y que está cerca de una posible fuente de contaminante, como una letrina; que un pozo perforado con máquina, que capta aguas más profundas y que está equipado para protegerse de la contaminación.

A los primeros aceden mucha gente, pues se hacen a pico y pala, pero se contaminan con mucha facilidad y a menudo se secan durante los períodos en los que no llueve. Los segundos, que son la solución técnica más deseable, garantizan el suministro durante las sequías y dan mucha más seguridad desde el punto de vista de la calidad del agua, pero presentan la desventaja de que son muy caros. Para que nos hagamos una idea, en algunos casos pueden alcanzar un coste por encima de 10 000€, lo que contrasta con una renta per cápita que no supera el euro al día en las zonas rurales.


"La técnica de perforación low cost nos permite abaratar el acceso a agua subterránea de calidad hasta un 95% en relación al precio de mercado, pero manteniendo las garantías sanitarias de una perforación con máquina"

La técnica de perforación low cost nos permite abaratar el acceso a agua subterránea de calidad hasta un 95% en relación al precio de mercado, pero manteniendo las garantías sanitarias de una perforación con máquina. Esto se debe a que replicamos por medios manuales el comportamiento de la máquina de perforación, a que trabajamos con materiales locales y a que son los propios beneficiarios los que aportan la mano de obra.

En conjunción con Geólogos Sin Fronteras, y con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo  (AECID), hasta la fecha hemos realizado y equipado una treintena de perforaciones en el sur de Mali, lo que supone infraestructura suficiente para suministrar agua potable a unas 10 000 personas.

Transferencia de conocimiento. ¿Explícanos que está haciendo en este campo?

Aquí va otro ejemplo. Como ya hemos visto, perforar un pozo en el África subsahariana cuesta miles de euros, lo que supone una inversión muy importante dado el contexto de pobreza extrema en el que trabajamos. Además, la perforación dista mucho de ser una tarea sencilla. Así lo demuestra el hecho de que, en muchos lugares, menos del 30% de las perforaciones encuentran agua. La causa más frecuente de fracaso es el desconocimiento hidrogeológico y su consecuencia práctica es que millones de euros invertidos cada año en programas de ayuda humanitaria se pierden en intentos infructuosos. Lo mismo ocurre con los esfuerzos que muchas comunidades hacen para costearse sus propios pozos.

Para ayudar a resolver este problema, hemos desarrollado una aplicación que permite mejorar las perspectivas de éxito de los pozos de agua potable combinando el potencial de las técnicas de big data con la observación de imágenes de satélite. Esta aplicación predice la presencia de agua subterránea de manera fiable en nueve de cada diez ocasiones. Además, las imágenes de satélite y el software de información geográfica en el que se integran ―QGIS― son de libre acceso, por lo que los resultados se pueden llegar a obtener a coste cero.

El principio científico subyacente es que, en determinados contextos geológicos, la existencia de agua subterránea puede deducirse de la combinación de indicios, como las formas del paisaje, el grado de fracturación de las rocas o la presencia de parches de vegetación al final de la estación seca. Estas variables se cartografían a partir de imágenes de satélite. Las técnicas de big data cotejan los mapas obtenidos con el resultado de perforaciones realizadas en el pasado e identifican la combinación de factores que gobierna la presencia de agua subterránea en cada lugar. Delimitamos así las zonas favorables para perforar, al tiempo que reducimos los costes y las dificultades logísticas de la prospección de terreno.

Actualmente se trabaja en el perfeccionamiento de la aplicación a través de un proyecto del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Al mismo tiempo, estamos empleando esta tecnología en la República del Chad, en el seno de una iniciativa auspiciada por el gobierno del país y financiada por la Agencia de Cooperación Suiza. Los mapas que estamos terminando de producir en la actualidad serán utilizados en el futuro por técnicos gubernamentales de este país, para maximizar las probabilidades de éxito de programas de mejora del abastecimiento de agua potable en zonas rurales.

¿En qué pilares debe basarse la buena transferencia?

A mi modo de ver, es evidente que debe existir un interés común entre el mundo académico y el mundo profesional, así como una comprensión mutua de las limitaciones con las que se trabaja en cada sector. Sin eso, la transferencia tecnológica es imposible.

Por desgracia, la universidad de hoy en día no está pensada para la transferencia. Las trabas administrativas que nos encontramos los investigadores son tan importantes que llegan a ir en contra del éxito de los propios proyectos. En el mejor de los casos, hablamos de pequeñas contrariedades que se acumulan cada día y que acaban por generar una dispersión que nos distrae de nuestros objetivos científicos.

No se me malinterprete. Soy el primero que opina que el uso del dinero tiene que justificarse adecuadamente, sobre todo cuando se trata de financiación pública, pero también estoy seguro de que muchísimos investigadores están de acuerdo conmigo en que, hoy en día, el exceso de burocracia es uno de los principales enemigos de la ciencia. Creo sinceramente que hay muchísimo que mejorar en ese aspecto.

¿Qué papel ha jugado la ONG Geólogos Sin Fronteras en su  trabajo y su visibilidad?

Hace ya años que nuestro trabajo suele ir de la mano de empresas privadas, Administraciones públicas y las organizaciones no gubernamentales (ONG). El caso de estas últimas entidades quizá sea menos común en el ámbito universitario, pero es crucial en el tipo de trabajo que nosotros hacemos porque nos aporta un saber hacer sobre el terreno y un soporte logístico sin el cual es imposible trabajar en entornos de cooperación. Me atrevo a decir que la participación de las ONG, como Geólogos Sin Fronteras u Osalde (Asociación por el Derecho a la Salud), por poner un par de ejemplos, es uno de los principales motivos por el que las soluciones técnicas que desarrollamos han encontrado su vía de aplicación fuera del ámbito académico.

¿Alguna cuestión que quiera añadir?

Quería agradeceros que nos hayáis dejado el altavoz de vuestra web para hablar de las cosas que hacemos desde nuestro grupo de investigación. Creo que el trabajo de divulgación que hacéis a través de Madri+d es una forma excelente de dar a conocer la ciencia que se hace en universidades madrileñas.

Por último, me gustaría añadir que es imposible llevar a cabo estos trabajos sin un equipo humano entusiasta y dispuesto a hacer siempre más de lo que se espera de uno. Tengo que dar las gracias a todos los voluntarios de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid que han participado en las tareas de terreno de los proyectos y, sobre todo, a Frank Robador, de Geólogos Sin Fronteras, por su profesionalidad y su empeño personal en sacar las cosas adelante. Sin su compromiso, esto no funcionaría de ninguna manera.


Foto. Copyright: JdeMiguel 

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