El pasaje de Drake es el tramo de mar que separa América del Sur de la Antártida, entre el cabo de Hornos (Chile) y las islas Shetland del Sur (Antártida). / Sounds of the Southern Ocean (WIKIMEDIA)
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Travesía de un robot marino por el peligroso pasaje de Drake

El océano Glacial Antártico es fundamental en el clima de la Tierra, pero las mismas ráfagas de viento, grandes olas y fuertes corrientes que son importantes para la física oceánica son peligrosas para los oceanógrafos. Así pues, su trabajo cada vez lo realizan en mayor medida los robots flotantes autónomos que recogen datos de los océanos del mundo.

Con la necesidad urgente de conocer mejor el clima para predecir cómo cambiará debido a la presencia de una mayor cantidad de gases que atrapan el calor, los científicos están desarrollando nuevas herramientas para hacer mediciones en las aguas por debajo de la zona a la que tienen acceso los satélites, y en lugares que son demasiado peligrosos o caros para acceder a ellos regularmente a través de buques oceanográficos. También están enviando esos instrumentos en misiones cada vez más ambiciosas.

Muchas de estas nuevas herramientas se parecen a peces robóticos, pero un equipo de la Universidad de Washington en la ciudad estadounidense de Seattle soltó en el mar lo que podríamos describir como una tabla de surf robótica, con la misión de navegar sobre las olas recogiendo datos desde la costa de la Antártida a la de Sudamérica. El Wave Glider, un robot oceánico de larga duración diseñado para operar en condiciones tormentosas y latitudes altas, puede permanecer en el mar durante meses patrullando en busca de pesca ilegal, "escuchando" temblores sísmicos, recogiendo datos oceánicos o meteorológicos y monitorizando el medio ambiente. El equipo del oceanógrafo Jim Thomson lo envió en el primer intento con éxito de cruzar las aguas aterradoramente turbulentas del Pasaje de Drake, un canal de algo menos de 1.000 km frente a la punta de Sudamérica. Los primeros resultados científicos de la misión ya se han presentado públicamente.

El robot usado por Thomson y sus colegas fue fabricado por Liquid Robotics, una empresa subsidiaria de la compañía Boeing instalada en California. Los investigadores añadieron al modelo comercial sensores adicionales para medir la temperatura, la salinidad, la presión del aire, la humedad atmosférica y el viento.

El robot pasó unos tres meses navegando por diversos sitios del legendario Pasaje de Drake, mientras los investigadores lo pilotaban de forma ocasional y remotamente desde tierra firme.

Este tipo de robot aprovecha la energía de las olas, valiéndose del movimiento del agua debajo de la superficie para mover al vehículo hacia delante con un mínimo de energía. Con la energía de las olas para el movimiento y paneles solares recargando las baterías que energizan sus sensores, el robot puede operar durante meses sin mantenimiento.

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