El quinto Congreso Solvay de Física, celebrado en Bruselas a finales de octubre de 1927 y cuyo tema principal de discusión era "Electrones y fotones", reunió a veintinueve científicos de los que diecisiete eran ya o llegarían a ser Premios Nobel de Física o de Química, (y una de ellos, Marie Curie, lo fue de ambos). Posiblemente no haya habido otra reunión igual y su fotografía oficial es considerada la más famosa e importante de la historia de la Ciencia.
La novela policiaca El año en que salvé a Einstein de José de la Peña Aznar sucede alrededor de este evento que es, como tal, el centro absoluto de la obra. Su objetivo fundamental es la divulgación, bajo una novedosa forma novelada, de uno de los momentos estelares -quizás el más importante- de la historia de la Física del siglo XX, en que se debatió la nueva interpretación de la física cuántica que estaba dando resultados sorprendentes. A partir de ese momento cambió el curso de la ciencia entronizando a la física cuántica como núcleo esencial de la aproximación al conocimiento de la materia a nivel atómico y subatómico. Lo que supuso un giro copernicano ya que, en palabras del autor:
"Lo que en aquel momento se discutía no eran tanto los datos, sino qué era la realidad, de verdad, para la ciencia. Para la clásica era algo objetivo, que estaba fuera de ti y que puedes conocer plenamente y la física cuántica te dice que no"
Al tener formato de novela policial, en El año en que salvé a Einstein se intuye que va a haber al menos dos bloques: uno de descripción de la física y sus arcanos en forma de teoría de la relatividad y mecánica cuántica; y el otro de acción: policías, malvados, misterio. Y se plantea, previamente, cuál será la sensación: ¿cuánto tardará la acción en aparecer?; ¿cómo será de pesada la divulgación, en la que es fácil perderse o aburrirse? Y la acción, finalmente, ¿merecerá la pena; o como ocurre a veces es flojita y una excusa para aguantar el tostón anterior?
Debo confesar que me sorprendió el inicio de la novela; su primer capítulo, que me pareció una de las mejores descripciones en novela de la pesadilla de la guerra de trincheras que fue la primera Gran Guerra. Y seguí leyendo. Confieso que al principio, por el título de los capítulos, pensé para mí, ¡tarde va a llegar la acción! Pero después, los preparativos del congreso, la descripción de los científicos y sus teorías y posiciones, la atmósfera de la época y el pasado del protagonista: el policía belga de origen flamenco Jan van Hoff, me fueron envolviendo y encantando ya que dejé de pensar ansioso en el comienzo de la "acción" y cuando llegó por fin, pensé: "Lástima, con lo bien que me lo estaba pasando".
Lo que es señal de lo bien logrado que resulta el ejercicio de divulgación diseñado y plasmado por el autor, en unos temas que no son fáciles. Porque hay que utilizar lenguaje y tono adecuados; y el tempo justo y una diversidad de enfoques enriquecedores; huyendo de dos tendencias totalmente contrarias - y nefastas ambas - que suelen darse en la divulgación científica y que son: meter muchas fechas, fórmulas y números - que el mundo se entere que el autor sabe mucho de ello - o, por el contrario, ir hacia un trasvase de las ideas científicas al mundo social con lo que llegaríamos a la banalización y exageración, como, por ejemplo, se hace a veces con la ideas de Darwin que se transforman en base del capitalismo o, puestos chuscos, como cuando le preguntaron a Tono -¿o fue a Mihura?- de qué había hablado con Einstein; y contestó: "De que todo es relativo".
José de la Peña Aznar, profesional de largo recorrido ligado a la innovación y a la gestión empresarial, pone en el libro su pasión por la ciencia, divulgándola de un modo innovador y diferente, bajo la forma de novela. Ello facilita el incidir en tres aspectos destacables: mostrar el proceso real de creación de la ciencia, profundizar en el aspecto personal y humano de los grandes científicos e inscribir la ciencia en los periodos históricos en que se desarrolla.
En cuanto al primer punto, la ciencia suele presentarse como "cosa definitiva", dejando a un lado todo el proceso de su desarrollo, el proceso de creación de la ciencia: es decir, la investigación y experimentación, la generación de hipótesis y teorías, el contraste de resultados, los debates, las polémicas, las reuniones y finalmente de la aceptación por la comunidad científica. Este proceso está muy vivo y resulta muy atractivo en El año en que salvé a Einstein. Los preparativos de la reunión, la descripción del debate (o duelo al sol, en términos de western), que se va desvelando poco a poco; el propio debate que se produce entre los cuánticos puros: Heisenberg y Born con el liderazgo de Niels Bohr, que niegan la posibilidad de la realidad objetiva y el determinismo a escala subatómica, y aquellos más clásicos Schrödinger, de Broglie y el mismo Einstein, como postulantes de que, a través de la mecánica ondulatoria y la función de onda, piensan que sí hay, sí debe haber una realidad externa objetiva y que es preciso el determinismo. Y ahí aparecen en la novela las dos famosas frases que al parecer se pronunciaron en el debate el 27 de octubre de 1927.
- "(Einstein) La mecánica cuántica es muy impresionante, pero una voz interior me dice que esto todavía no es lo auténtico. La teoría da mucho pero no nos acerca al secreto del Viejo. De todas maneras estoy convencido que Él no juega a los dados con el universo.
A lo que Bohr replicó:
- Albert, ¡deja de decir a Dios lo que tiene que hacer!"
En segundo lugar los científicos prominentes son algo más que nombres de fórmulas o teoremas, dejan de ser rótulos de bronce de la historia de la ciencia y se humanizan a través de sus palabras y su comportamiento. En la novela los físicos participantes cobran vida y aparecen como personas corrientes. Los hay soberbios, mujeriegos, bebedores, tristes, alegres…; hombres como todos. Resultan especialmente atractivos: Ehrenfest por su modestia y doliente humanidad, Schrödinger por su atractivo físico y su papel de caballero blanco de la clásica-nueva ciencia y Pauli, simpático, extrovertido, auténtico tocapelotas, pícaro y el más listo (y faltón) de la clase. De Broglie aparece tímido y apocado y Heisenberg es la convicción y la suficiencia de los nuevos tiempos. Los mayores aparecen templados, venerados y venerables: Lorentz, (presidente del Congreso), Marie Curie, Planck y Einstein al que todos adoran.
Finalmente, toda la novela recoge los variados aspectos de la sociedad en que se encuentra inmersa. Así aparece la ciudad de Bruselas, floreciente capital con todo el urbanismo decimonónico recién estrenado. El lujoso Hotel Metropole, donde se hospedan todos los científicos; el Instituto de Fisiología Solvay en que se desarrolla el Congreso, que fue el primero de una serie de institutos de investigación previstos que no llegaron a construirse; la Gare du Nord y la de Midi; el parque Leopoldo.
También está toda la problemática de la Europa de entreguerras, con el partido nacionalsocialista alemán, tomando posiciones hacia el futuro, el nacimiento del nazismo. Y como fondo y desde atrás, la gran guerra que devastó Europa y, en particular al protagonista de la novela, el policía Jan van Hoff. Ahí aparece en la historia el manifiesto firmado por 93 profesores, académicos y científicos alemanes declarando su irrevocable apoyo a las acciones militares alemanas en 1914, a comienzos de la primera guerra mundial, que Einstein rehusó firmar. Y los 3º y 4º Congresos de Física Solvay a los que no fueron invitados científicos alemanes. Y muchos más detalles y aspectos de la época que en la novela aparecen de forma precisa e interesante.
Por todo ello, la novela es entretenida e instructiva; valiosa, en definitiva, y creo que gustará mucho a los amantes de la ciencia, en especial de la física y su historia.
Además, hay que decir que El año en que salvé a Einstein vale, también, por la trama policial que está planteada desde la puesta en marcha de un dispositivo de protección convencional para los científicos -sobre todo alemanes, austriacos y judíos- asistentes al Congreso Solvay. Dispositivo que parece sencillo y convencional pero que se va complicando. Hay recursos narrativos que se ponen en marcha para llevar al lector en paralelo con la investigación y varios giros de la acción que le dan tensión y emoción hasta el final de la novela en la que, les puedo decir y no hago spoiler porque viene en el título, que el gran Einstein se salva del atentado.
Datos de la publicación:
El año en que salvé a Einstein.
De la Peña Aznar, José.
Editorial Caligrama.
2018. 302 páginas.